Marcelo Umpiérrez

Santiago Rodríguez, el pibe afable que cuando pisa una cancha se transforma en Suárez

Para su captador fue una de las dos joyas que descubrió en 20 años; lo definen valiente y guapo, y con el carácter de Luis

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05 de febrero de 2019 a las 05:00

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"Tenía una facilidad bárbara en baby fútbol para sacarse tres o cuatro jugadores de arriba como si nada. Los padres de otras categoría se quedaban a verlo, porque tenía habilidad y técnica increíble” (Daniel “Pato” López, captador de Nacional) 

El Pato Daniel López, que desde hace 21 años busca talentos para Nacional, siempre cuenta que hubo dos jugadores que lo deslumbraron en baby fútbol (¡dos en dos décadas!): Rodrigo Amaral y Santiago Rodríguez. Sobre el primero, su historia –trágica y sufrida en el fútbol, por su talento natural y el entorno voraz del fútbol– es conocida; la del segundo se empezó a descubrir este mes, cuando el argentino Eduardo Domínguez lo ascendió al plantel principal y terminó de ingresar en la órbita de las estrellas (fugaces o permanentes, eso lo determinará el tiempo), luego que el domingo se llevó los aplausos en el clásico en el que los tricolores le ganaron el título de la Supercopa a Peñarol.

Santiago Rodríguez tiene 18 años. Es derecho. Patea una pelota desde que camina, nada diferente a lo que hace la mayoría de los uruguayos, pero un matiz lo diferencia del resto: expresa su habilidad con las piernas desde que tenía cuatro años, en el club Coami de baby fútbol de la Liga Paso Molino. A los 7 pasó a San Francisco de Nuevo París, pero volvió a su club de origen para jugar un torneo de selecciones. El destino tenía escrito que el Pato, que coordinaba la selección de Paso Molino, le echara el ojo, le ofreciera a su padre ir a Rincón de Carrasco (aunque viviera en Sayago) y que se integrara a la captación de Nacional.  

A Fernando, su padre, le gustó la propuesta, y no midió sacrificios. Tres veces por semana salían de Millán y Lecocq, se tomaban el 145, y tras 45 minutos de viaje bajaban en José Batlle y Ordóñez y avenida Italia. Allí los esperaba El Pato, con la camioneta, y recorrían el último tramo hasta Carrasco. Entrenaban y los devolvía a la misma parada, para que los Rodríguez terminaran de desandar el camino hasta casa. A veces acompañaba Ruben, el hermano cuatro años menor de Santiago. Tiempo después, Fernando se integró como técnico en Rincón de Carrasco y mientras Santiago jugaba, su padre dirigía.

En 2013, con 13 años, terminó su vínculo con el baby fútbol y llegó al salto a las juveniles de Nacional. Allá lo esperaban nuevos desafíos y otras responsabilidades.

Carlos Pazos

“En sub 16 ganamos 5-0 un clásico. Aquel día en el Parque Artigas, Nacional hizo una exhibición de fútbol bárbara, y Santiago la rompió. Fue el mejor. Faltando 10’, cuando estábamos 4-0, un jugador de Peñarol corrió 30 metros, saltó y le pegó una patada en el medio de la espalda. Echaron al futbolista que agredió y Santiago salió lesionado. En Peñarol jugaba el hijo del Pato Aguilera, que se comunicó con Santiago, primero, para saber cómo estaba, y luego, en el mensaje decía: ‘Estoy acá con mi padre que te quiere saludar y felicitar. Dice que vos sos muy guapo, de los que piden la pelota, y encaran. Y mi padre te quiere felicitar’. ¿Sabés qué? Lo felicitó por su valentía más que por su juego”. (Sebastián Taramasco, coordinador de las divisiones juveniles de Nacional)

Lejos de impresionar por su tamaño, porque su estatura media y complexión delgada lo hacía uno más, se mostraba diferente cuando la pelota llegaba a sus pies. Con Gustavo Dalto y Tabaré Alonso aprendió a descubrir los desafíos del fútbol profesional.

“Era un chico destacado, el típico 10. Santiago no fue de esos jugadores que vos traés a Nacional como uno más. Siempre se destacó, y realizó un proceso muy acompañado por la selección juvenil, puntualmente con Alejandro Garay, que lo apoyó mucho. Lo dirigió en sub 15 y sub 17, y fue titular en ambas. Alejandro fue el primero en insistir para utilizarlo en un puesto como el que juega ahora, casi como enlace, con muchas tareas tácticas en defensa, como las que le pidió Domínguez el domingo, cuando se encargaba de cortar los circuitos de los volantes”, expresó Taramasco.

En Nacional pasó por todos los puestos en la ofensiva. Fue enganche, media punta y con Tabaré Alonso, entrenador de Cuarta y Quinta, y Rudy Rodríguez, actuó como volante por afuera o punta.

A Santiago no le gusta perder a nada. Lo expresa Alonso, lo reconoce Taramasco y lo reafirma el propio jugador.

“Soy muy calentón, y sé que es algo que debo corregir. Lo intento. El tema es que no me gusta perder, entonces, cuando vamos perdiendo y me nublo, me pongo el balde y quiero que hagamos el gol ya. Entiendo que me falta un poco de paciencia, pero también considero que lo estoy mejorando”, dijo Santiago. “Tuvimos muchas charlas. Hablamos que no hiciera ademanes cuando lo sacaran, que no se fastidiara con sus compañeros. A veces los movimientos técnicos le salían muy naturalmente, y le decía que tenía que tener paciencia con sus compañeros a los que les costaba realizar los mismos movimientos. Le decía: ‘En Quinta y Cuarta capaz que te toleran, pero en primera te comés un piñazo’”, puntualiza Alonso.

El coordinador de juveniles tiene una mirada muy particular sobre el valor del delantero de Nacional. “Es un chico muy valiente. Futbolísticamente es muy valiente, es muy ganador. El origen de eso es su carácter, es un calentón al que no le gusta perder a nada. Fueron esos los elementos que profundizamos con él. De lunes a viernes es el más afable, simpático y cariñoso que pueda haber, pero cuando pita el juez quiere ganar de cualquier manera. Pide la pelota. Es muy valiente. Se frustra si las cosas no salen”.

En todo su recorrido en el fútbol estuvieron su padre y su abuela. Tiene una familia presente, explicaron a Referí, y siempre tratan de sumarle. “Su padre tiene los pies en la tierra y eso es muy importante para orientarlo”, agregan quienes trabajaron con el jugador. Santiago lo refleja en la charla con Referí. “Por suerte mi familia me crió con muy buenos valores. Mi padre siempre me hizo entender las cosas de muy buena manera y creo que de tanto que me lo dijeron hubo un momento en el que hice el clic y te das cuenta que cuando de verdad se preocupan por vos, es porque están tratando de corregirte. Cuando Eduardo me habló que iba a jugar (contra River argentino), destacó algunas cualidades de mi pero yo me quedé con lo que me dijo que debo mejorar: masa muscular, físico y fuerza; sé que tengo mucho para aprender”.

Leonardo Carreño

“Es un jugador diferente, desfachatado, que te la pisa, la lleva al banderín, te tira un caño, un sombrero. Al principio era un jugador individualista. De llevar la pelota y encarar. Ahora incorporó eso de jugar más para el equipo. El gol de Nacional en la Supercopa es la prueba más clara” (Bari Monzeglio, presidente de las juveniles de Nacional entre 2011 y 2018)

El domingo empezó a consagrarse como una de las grandes promesas del fútbol uruguayo. Santiago firmó en 2018 por tres años. Actualmente está representado por Pablo Boselli, quien fue su primer contratista antes de incursionar con Daniel Fonseca. Luego volvió al primero.

Empezó a consagrarse en un lugar que para el jugador tiene un valor especial. Es hincha y profesional. Porque fue primero hincha. Hasta el domingo veía los partidos junto a su hermano y un grupo de amigos del Cerrito de la Victoria en la Abdón Porte o en la Colombes. Ahora disfruta el fútbol en un lugar especial. Lo sabe. “Soy fanático de Nacional, de los hinchas que van a todos los partidos; ahora me toca vivirlo desde un lugar privilegiado como es dentro de la cancha. Esa es una razón para brindar un plus”, subraya el futbolistas.

Y también 2019 lo encuentran en un lugar especial. Junto a sus ídolos, que lo terminarán de moldear en lo deportivo y en su formación integral.

Santiago dejó de estudiar en primer año de liceo. Con un poco de orgullo y otro de vergüenza, subraya: “¡Primero aprobado!”. La nueva forma de ver el fútbol en Uruguay, donde el estudio y la práctica del deporte pueden ser compatibles, lo animan engancharse. “Palito (Álvaro Pereira) me habló que debo retomar los estudios. Y le voy a hacer caso. A Palito lo escucho mucho, y admiro porque lo que vivió y me siento muy identificado con él”.

Cuando los focos encandilan. Santiago se acuerda de su abuela, la que lo hizo hincha de Nacional, y de su padre, quienes le inculcaron valores. “Tengo que seguir de la misma forma. Trabajando. Mejorando mis defectos. Trabajando con la humildad de siempre. Por ahí va el camino. Si lo sigo haciendo así voy a tener un mejor desempeñó”, argumentó.

Por las dudas. El juvenil está blindado por quienes aún lo siguen formando. Alonso le recordó en un mensaje después del partido: “Son los primeros partidos. Disfrutalo. Pero que no te cambie la cabeza, porque esto es una carrera de resistencia no de velocidad y lo difícil no es llegar sino mantenerse”.

El pibe de carácter, el que no le gusta perder a nada, escribe su propia historia y su límite. Como un día le sucedió a Luis Suárez, otro jugador de carácter y calentón, que quiere ganar a todo. 

Las frases
“En Los Céspedes comparto mesa con Conde, Palito y Seba Fernández. Yo soy todo oídos y me siento una esponja que trata de absorber todo. Coco y Seba me dicen que debo ser yo en la cancha a la hora de jugar, que debo ser natural y que disfrute”
Santiago Rodríguez, jugador de Nacional
“El objetivo que teníamos, y lo hablamos mucho con él, fue ayudarle a ponerse un filtro. Santi es un chico divino pero con un carácter fuerte. Siempre quería ganar y se enojaba hasta en las prácticas. Ese filtro era para que no le sucediera en Primera, porque en esa etapa no están para formar, no tienen paciencia ni están para ver resultados”
Tabaré Alonso, entrenador de Cuarta y Quinta
 
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