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Nacional se llevó la copa y estableció un nuevo comienzo

Los tricolores construyeron desde el lugar más difícil, con sacrificio y con la cuota de suerte, el primer éxito que les puso en marcha un buen 2019
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04 de febrero de 2019 a las 11:24

El fútbol, que tiene esa extraña particularidad de hacer de humanos superhéroes capaces de torcerle el brazo a la lógica, esta vez le reservó un lugar especial a Esteban Conde, quien con sus manos le dio forma a la obra perfecta y le permitió a Nacional comenzar a construir un nuevo comienzo para su equipo. 

El título de la Supercopa Uruguaya, que conquista tras vencer 4-3 en los penales luego de terminar 1-1 en 120 minutos de fútbol este domingo, genera un impacto que repercute en el nacimiento de un equipo en formación con el sello que es capaz de marcar a fuego la victoria.

Nacional estaba herido, y no lo podía disimular. Peñarol estaba confiado, y también lo transmitía. El bicampeonato en el Uruguayo y un año en el que ganó casi todo, eran como un motor fuera de borda para un equipo aurinegro que hacía de todo eso un contrapeso muy grande para los tricolores.

Por esa razón el argentino Eduardo Domínguez, que sabe que la construcción de un equipo surge a partir del trabajo silencioso y a largo plazo, prefirió recorrer el camino seguro y se plantó en el Estadio Centenario con un equipo que no se ruborizó por defender con una línea de cinco defensas y, cuando fue necesario, con todo el equipo en su cancha. Que supo de sacrificio. Que sufrió el partido. Que nada le resultó sencillo aunque a los 36’ se adelantó en el marcador por una distracción de Peñarol, que se confió en busca de un contragolpe, y terminó sufriendo un descuido que le costó carísimo.

En otras circunstancias, en las que Peñarol debía arriesgar menos –este domingo llegaba como campeón–, no se hubiera tentado para exponerse de la forma que lo hizo en un córners y que acabara sufriendo el impacto de ese pase largo de Cotugno para que Santiago Rodríguez resolviera a la carrera con un toque perfecto que encontró a Angeleri como centrodelantero. Solo a la salida de una pelota quieta en la cancha de Peñarol podía estar el argentino pescando como si fuera Bergessio.

Peñarol se confió y lo pagó carísimo. Sin embargo, ese mismo equipo fue capaz de recomponerse. De reeditar parte del libreto que le permitió ser el mejor de 2018. Sin embargo, esta vez se encontró con un Nacional diferente. Que se le plantó firme. Que no le regaló nada. Que no tuvo vergüenza en terminar con todo el equipo recostado sobre el arco de Conde y que a partir de ese sacrificio construyó lo que llegó después del alargue y de los penales, y que durante casi 70 minutos se tornó una tarea dificilísima. Porque los aurinegros saben a lo que juegan y cómo lo quieren hacer. Y si no les sale de una forma prueban de otra, y siempre tienen alternativas respaldadas por meses de trabajo.

Con el Cebolla Rodríguez delante de la línea de volantes de contención (Guzmán Pereira y Gargano), Peñarol empujó en los últimos metros, pero siempre se encontró con el muro que levantó Nacional, hasta el penal bien sancionado por Cunha que el capitán de Peñarol transformó en gol.

El partido fue un sufrimiento para Nacional. No generó situaciones de gol en el segundo tiempo, ni en el alargue. En un partido de 120 minutos, en el inicio de la temporada, sufrió el contratiempo de que uno de sus recambios duró cinco minutos en cancha porque se lesionó Kevin Ramírez, que había ingresado para darle aire al equipo. Jugó 23 minutos con 10 y terminó con nueve por la expulsión de Palito Pereira en el final del alargue.

Peñarol hizo lo que se sabía. Fue. Buscó con profundidad el triunfo a partir del 1-1, y lo tuvo una y otra vez. El alargue estableció que el fútbol avanzó en un solo sentido y el área de Nacional se transformó en el punto de encuentro de las emociones. Esta vez el destino le había reservado un lugar especial a Conde. Con las atajadas a Gastón Rodríguez y Giovanni González apenas iniciado el tiempo extra, el arquero reforzó el espíritu de su equipo, que con dientes apretados aguantó hasta el final.

La definición por penales fue la lotería de siempre. De todas formas, también fue una señal de que la suerte está del lado de los tricolores que empezaron el año con el dulce sabor de la victoria, con vuelta, Copa y respaldo para el plan del argentino Domínguez.

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