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Se cumplen cien años del nacimiento de Idea Vilariño: ¿por qué su obra está más vigente que nunca?

Fue una de las grandes voces de la literatura uruguaya del siglo XX y su legado permanece intacto; la celebración por su centenario incluye la edición de una nueva antología de poemas inéditos
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16 de agosto de 2020 a las 05:05

"Hoy cumplo 25 años. Profundamente me desprecio. Y sin embargo esta dicha está en mí. Acepto todo, todo me parece comprensible menos el mal a los otros, la traición, las vidas no sinceras. Y sin embargo me juego todo, y mañana puede ser la indigencia total, el abandono, la soledad. Y eso sería aún un lujo, lleno de tristeza, de cuerpo inútil y sin sonrisas, pero otro sueño, necesidad colmados. (…) Abro la puerta de mi habitación y siento el olor de su cigarro. Enciendo la lámpara, pongo el reloj a las 7. Voy a lavarme. Me acuesto sin desnudarme. Escribo esto”.

El texto anterior tiene una fecha: 18 de agosto de 1945. Tiene, también, una indicación: Madrugada. Son coordenadas vagas y precisas, que no dan pistas pero sí funcionan como una pincelada previa a la intensidad que se desplegaría, furibunda, años después en forma de versos. Hoy repasamos estas líneas –presentes en el Diario de juventud que editaron las investigadoras Ana Inés Larre Borges y Alicia Torres– e Idea Vilariño, una Idea primigenia pero ya inundada por algo de la desazón futura, se nos aparece de golpe. Con el filo todavía veinteañero de su rostro lleno de ángulos y recortado en esa lámpara, con la noche cerrada y ese olor a cigarro en la nariz y la lengua, paladeamos junto a ella la soledad y el resto de esos sentimientos que se disputan un lugar en su puño y casi siempre ganan.

Así era la Idea que, en el día marcado por su cuarto de siglo, se mostraba en la intimidad. ¿Cómo se mostraría, cómo hablaría y se escribiría hoy, en esta semana que, el martes 18, la encuentra en su aniversario número 100? No lo sabemos. No lo vamos a saber. Pero conocemos el resto. Su peso literario. El latigazo de pasión y nihilismo que le dio al escenario poético uruguayo. Sabemos de la admiración que despertó y despierta en innumerables círculos, temblamos bajo la sombra que todavía proyecta su leyenda, conocemos sus amores desatados –y el nudo que ató con Juan Carlos Onetti–, los versos tremebundos, el péndulo amenazante de la muerte, ese final casi en silencio.

Sea como sea, Idea cumple 100 años este martes. Es una fecha que sacude la estantería de la literatura uruguaya y replantea cómo, a 11 años de su muerte, se ve hoy su figura, cómo se leen sus versos. Esta semana será recordada, homenajeada, sus palabras serán replicadas en redes sociales y quizá más de uno agarre un tomo polvoriento de la estantería y se sumerja en sus penas y dolores. Pero entre todo eso también habrá espacio para la novedad: desde la Biblioteca Nacional, un equipo liderado por Larre Borges pondrá en línea y de manera gratuita el proyecto Poemas recobrados, una selección de creaciones inéditas que o bien se publicaron en revistas de la época o bien nunca vieron la luz y que Idea decidió dejar afuera de su Poesía completa.

“Su forma de publicar fue muy personal, consciente y trabajada”, cuenta la investigadora y crítica literaria. “Como tuvo una larga vida, tuvo tiempo de corregir, rehacer e incrementar su obra. En Poemas recobrados no vamos a encontrarnos con Ya no, Te estoy llamando, Pobre mundo o Vuelo ciego, pero hay cosas interesantes, poemas muy buenos que no sé por qué los dejó atrás. Hay mucho de su iniciación literaria, varios poemas infantiles. El primero fechado que escribió es a los 10 años. Todos los poemas tienen ese gusto de la versificación del canto, aunque son bastante más ingenuos de lo que pensamos cuando pensamos en Idea”.

Esta primera parte del proyecto será puesta a disposición el martes y tendrá material fechado hasta el año 1944. Además de que importa porque recupera un material disperso, permitirá descubrir otra dimensión de una mujer-símbolo-mito que tuvo varias, decenas de ellas.

Idea en el 2020

Si se punteara únicamente algunas características de lo que ella fue, la lista de Idea ocuparía todo este artículo. Quizá, a modo de resumen o de ayuda memoria, podemos elegir lo siguiente y ocupar, en su lugar, solo un párrafo: nació en 1920; en su familia bullía la cultura; la muerte y la enfermedad la acecharon desde temprano; fue figura de la Generación del 45 –que además incluyó a Onetti, Ida Vitale, Emir Rodríguez Monegal y varios más–; fue profesora del IAVA y decían que sus clases eran un poco aburridas; su firma está en una de las mejores traducciones del Hamlet que se han hecho; decía que tenía un “oído absoluto” y que podría haberse dedicado a la música, tenía predilección por el tango, les escribió a Los Olimareños la canción Los orientales y la escuchó en el Estadio Centenario, debajo de la lluvia y ante 50 mil personas en 1984; rechazó becas literarias de peso, como la Guggenheim; abrió su corazón a Manuel Claps, Emilio Oribe, Onetti y a varios más, pero se casó con Jorge Liberatti; Alfredo Zitarrosa le pidió una canción, Renzo Teflón la iba a visitar y Buitres la homenajeó en vivo; conoció el éxito de su obra en vida; se identificó siempre con la izquierda, le escribió poemas al Che y a Guatemala; sus entrevistas se cuentan con una mano; Las Toscas era su refugio; la soledad acompañó su vida, la soledad acompañó su final; sus hermanos eran Azul, Alma, Poema y Numen; su nombre era Idea, vivió hasta los 88 años y a su funeral, sobre el final del abril de 2009, fueron poco más de 10 personas.

Idea en Cuba

“Yo la conocí de vieja ya, en su última etapa, sobre todo más íntimamente. Pero el primer encuentro fue a principios de la década de 1980. Teníamos con José María Barrios y otra gente un programa de radio, y una vez hablé de ella y me llamó. Ahí fue cuando la conocí y era, realmente, como visitar a un mito. Recuerdo las luces bajas, que enseguida me contó sobre su leyenda, sus quejas de Onetti”, recuerda Larre Borges.

La huella de aquel primer encuentro está fresca, pero tiene claro, sobre todo, el último tiempo, ese en el que ella era de las pocas personas que visitaba a Idea, que fue también el momento en que “heredó” la edición de sus últimas obras de parte de Alberto “Beto” Oreggioni y, también, la custodia de su archivo personal –que hoy se encuentran en un brete legal que Larre Borges relató en una nota de Brecha titulada Los papeles de Idea–.

“Con Idea no sentías, a pesar de la diferencia generacional, que estabas hablando con alguien mayor y que tenías que tener cuidado. Su nihilismo era incontrastable, sí, pero ella era muy alegre y divertida. Era muy vital y podía ser muy cotidiana en sus intereses”.

Además de Poesía recobrada y Diario de juventud, Larre Borges editó junto a la poeta Idea: La vida escrita, y ha dedicado gran parte de su vida a los versos de una de las mujeres más preponderantes de la historia cultural uruguaya.

“Perteneció a una estirpe femenina, una estirpe real en donde a todas las llamamos por su nombre: Idea, Delmira, Juana, María Eugenia, Circe, Marosa. Su concepción del amor no es el amor compañero, tierno y cotidiano, sino el gran amor, el que prefiere pagar la soledad, el destierro, pedir de rodillas, el loco amor. Lo mismo pasa con su visión de la vida, una visión pesimista que apenas aplacó y moduló con su compromiso político, que también fue radical. A eso se le suma que fue una gran formalista. Idea peleó contra las formas de la prosa, no las compartió, siguió creyendo clásicamente que la poesía es música”.

Para Hebert Benítez, director del Departamento de Literatura Uruguaya y Latinoamericana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, la palabra que atraviesa a la obra de Idea Vilariño es intensidad. Una intensidad que no claudica y solo aumenta con el tiempo.

“La obra y la figura de Idea han tenido una relevancia creciente en los últimos años y siempre hay algo más por decir sobre ella. Sobre todo de su poesía, de una intensidad indudable y sostenida. Este centenario la encuentra con la necesidad de ser releída, y desde el punto de vista del reconocimiento, creo que hay más por decir y por valorar”.

Valentín Trujillo, director de la Biblioteca Nacional agrega, además, una dimensión más de la consideración actual de la obra de Idea: la identificación de los actuales movimientos de reivindicación feminista. “Idea Vilariño se hizo un lugar a fuerza de su talento y su poesía en una generación donde los hombres llevaban la voz cantante. Además de su propios méritos, de la calidad de su escritura y de su relevancia, hoy también ha recibido el espaldarazo de la militancia en cuanto a la reivindicación de las mujeres en distintas ramas del arte”.

Trujillo, además, menciona un dato curioso y nada menor: que las publicaciones que la Biblioteca hace en sus cuentas en redes sociales sobre cualquiera de las grandes mujeres de la literatura nacional –Juana, Delmira, María Eugenia o Idea– son siempre las que más interacción, alcance y rendimiento consiguen. Son números que prueban que, efectivamente, el interés en ellas, Idea incluida, hoy está.

“Ella era un gran orfebre del verso corto, de la contundencia y el valor y preminencia de las palabras. En su brevedad no hay simpleza, hay ritmo, cadencia interna, la no utilización de la rima; son versos libres que podrían funcionar como una voz en off, como un rezo, como un diario íntimo. Y hay una interioridad que es difícil de lograr. Muchas de sus vivencias fueron la materia prima con la que escribió, y uno de sus méritos es hacer que la experiencia íntima se transforme en un poema con validez artística para cualquier persona en cualquier circunstancia”, dice Trujillo.

“Si me preguntás qué es lo que ocurre con Idea –explica Benítez– y qué es lo que ella nos trae, es que sus poemas entablan una identificación con los lectores, y muy especialmente con las lectoras. Es una identificación que afecta al género, y sin ser poesía que incorpore necesariamente una teoría o agenda de género, la intimidad y las marcas de lo femenino son muy potentes. Ella, así como otras grandes poetas nacionales, recoge el guante de una poesía lírica que implica una forma de pararse en el mundo, que es reconocible y que tiene que ver desde la conciencia reflexiva hasta el erotismo. No es la reducción de la mujer y su poesía al orden de las sensaciones, de la sensualidad, porque eso es hasta una forma de limitación patriarcal. Es la reflexión, y el modo de reflexionar desde el lugar estético, y eso es algo verdaderamente destacado en ella”.

Finalmente, Benítez elige quedarse con un último concepto sobre su obra: el coraje.

“Hay que tener mucho coraje para escribir poemas titulados El amor. La tradición lírica es muy potente y somete a riesgo trabajar con algo que podría entenderse como un lugar común. Sin embargo, en Idea esto tiene un giro distinto, que es el giro del amor en el desamor, pero también del amor en la inminencia continua de la muerte”.

¿Qué diría ella de estas apreciaciones? ¿Qué tipo de registros llevaría en un diario al alcanzar los 100 años? ¿Seguiría hablando de su soledad, como en aquellos versos en los que decía “Uno siempre está solo / pero / a veces / está más solo”? No lo sabemos. No lo vamos a saber. Sí sabemos que ella sigue ahí. Encerrada en las tormentas que desataba con sus versos, con las palabras exactas en la boca y el corazón en el puño.

Idea Vilariño cumple 100 años. Inútil decir más. Recordarla, leerla y releerla siempre, alcanza. 

Idea en Florida, 1934

Idea en la Filarmónica

Desde el pasado viernes está disponible en todas las plataformas musicales una versión de la Filarmónica de Montevideo y la cantante Cristina Fernández de La canción y el poema, el tema que Idea le escribió a Zitarrosa. El video también se puede ver en Youtube y es un homenaje del grupo a la poeta.

Detrás de Poemas recobrados

Además de por Ana Inés Larre Borges, el equipo que trabajó en el proyecto que será puesto en línea este martes está integrado por Néstor Sanguinetti, Vanesa Artasánchez, Mariana Aja, Lorena Costa y Andrea Arismendi.

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