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Señora presidenta

Qué bueno que casi seguro que vamos a tener, de nuevo, una vicepresidenta mujer. Qué mal que en 2024 tengamos escasas chances de que una mujer sea presidenta
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10 de marzo de 2024 a las 05:00

En las internas de 2024, los uruguayos podrán elegir entre 17 candidatos, al menos por el momento. De los 17, tres son mujeres, un 17,6% en un país donde más del 50% de la población está integrada por mujeres. Pero, como no se trata solo de un tema de números (como se encargan de recordarnos una y otra vez quienes no quieren ni escuchar sobre paridad), es necesario recordar que las mujeres de Uruguay también son las más preparadas: más del 65% de los ingresos universitarios son de mujeres.

Sigamos el viaje hacia las elecciones internas. Según las encuestas al día de hoy, solo una de la tres mujeres, Carolina Cosse, tiene chance de ganar la interna de su partido, aunque no alcanza aún a Yamandú Orsi. Qué bueno que casi seguro que vamos a tener, de nuevo, una vicepresidenta mujer. Qué mal que en 2024 tengamos escasas chances de que una mujer sea presidenta.

Todo lo anterior viene a cuentas porque en estos días, la actual vicepresidenta Beatriz Argimón dijo que “seguramente” el proyecto de ley de paridad para cargos electivos se votará en comisión en el correr de este mes, y que se considerará en la Cámara de Senadores, “salga o no salga” aprobado.

El proyecto fue originalmente presentado por la senadora del Partido Nacional Gloria Rodríguez, lo que no es obstáculo para que una parte importante del propio Partido Nacional se niegue a apoyarlo. Hay también otras oposiciones, a juzgar por los dichos del senador de Cabildo Abierto, Guillermo Domenech, que en la comisión en la que se trató dijo que la propuesta era comparable con el “fascismo”.

“A mí la ley de paridad, como mujer, me da vergüenza”, le dijo al senadora nacionalista Graciela Bianchi a La Diaria, alegando que considera que los uruguayos deben tener el dereecho a elegir “entre los que ellos quieran” y que “el género no tiene nada que ver”. 

En este punto, lo insólito no es que una mujer del mismo partido de quien propuso esta ley se oponga a esta, porque esas son las reglas de juego de la democracia. Lo insólito es que utilice argumentos tan falaces y primitivos como este: “las mujeres que quieren eso es porque no se animan o no tienen la capacidad suficiente”.

Bianchi dio como ejemplo a la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, quien “es premiada internacionalmente y no llegó por cuota”. Tiene razón, pero compara peras con bananas.

La ministra llegó a su puesto por su talento, preparación y experiencia, pero lo hizo porque un presidente la eligió como ministra. Ese no es un cargo electivo. Lo que demuestra la experiencia en todo el mundo es que así como la mayoría de las minorías no llegan a determinados puestos de trabajo ni tampoco a puestos electivos, hay una mayoría, las mujeres, que tampoco lo logra solo por arte de magia, por talento ni por voluntad.

Las mujeres no llegan a tener las mismas oportunidades en política hasta que se toman medidas de discriminación positiva que, en mi caso, deseo que se extiendan lo menos posible en el tiempo, el período necesario y suficiente para que se asienten en el sistema y sean tomadoras de decisiones que influyan para que quienes “llegan” a las listas sea un fiel reflejo, al menos en lo que refiere a género, de la población de un país. 

El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, reconoció las dificultades y “complejidad” en su propio partido para que las mujeres lleguen a integrar las listas. En un desayuno de Búsqueda en el que participó esta semana, dijo que “hay una carrera política dentro del Partido Nacional, que hace que la mujer llegue hasta cierto lugar y luego se le complica ese salto. No hay que ir a la lista, hay que ir cuatro pasos antes”. Lacalle Pou también consideró que “la mayoría de las militantes mujeres sobrepasan en preparación, en capacidad y muchas veces en comprensión a los militantes hombres”. “Pero los que llegan son hombres, porque hay decisiones que se toman en la barra comiendo un asado. Y son reuniones de hombres”.

“Nosotros vamos a votar en contra de la ley de paridad”, dijo, por su parte, el actual senador y precandidato del Partido Nacional, Jorge Gandini. Sus argumentos son también engañosos. Gandini rechaza este proyecto de ley por respeto a “la libertad del elector de hacerse representar por quien él quiere”, sin importar género, estatura, color de piel, procedencia social o edad. Su argumento suena racional y justo, pero no lo es. 

El elector tiene derecho a hacerse representar por quien él quiera, pero no es el elector quien decide la conformación de las listas. Así que el elector tiene una libertad de mentirillas, porque solo puede elegir entre los candidatos digitados por ciertos grupos de líderes o caudillos (la inmensa mayoría, hombres), los que se reúnen a comer el asado. No es, en la mayoría de los casos, un plan sórdido para dejar a las mujeres afuera. Es el viejo y querido club de Toby y, sin medidas como las propuestas por la paridad, las cosas cambiarán poco y nada.

Gandini dijo además que si llegara a ser presidente se esforzaría por tener un gabinete paritario. Sus intenciones son buenas pero, de vuelta, el problema está en la representación nacional. Uruguay ocupa un lugar vergonzoso en el ranking de participación femenina parlamentaria, con un escaso 23% que nos deja en el puesto 96 en el mundo. Bianchi siente vergüenza por la paridad. Yo siento vergüenza por el puesto 96.

¿Qué establece este proyecto y en qué se diferencia con el sistema de cuotas que ya rige en la legislación uruguaya? La “cuota” establece que al menos un tercio de los cargos electivos deben ser para mujeres cuando se definen las listas de candidatos de cada partido. En los hechos esto se ha traducido, en la enorme mayoría de los casos, en composiciones de tipo varón, varón, mujer. Casi nunca se ve la combinación mujer, mujer, varón y, ni siquiera es frecuente a de varón, mujer, varón (y el resto de las combinaciones posibles).  

Esto fue lo que inspiró a la senadora Rodríguez a impulsar la paridad, que propone que en cualquier elección en la que se elijan autoridades nacionales, departamentales y municipales, las listas incluyan, “en forma alternada y secuencial, personas de ambos sexos”. Para evitar las “trampitas” que ya vimos en legislaturas anteriores, se establece que cuando el cargo electivo tenga una vacancia definitiva, “y siempre que el titular sea del sexo subrepresentado, deberá tener suplente de su mismo sexo.

Si alguna vez el sexo subreprensentado fuera el macuolino, ellos serían los “protegidos” por esta ley que a algunos les da “verguenza” y a otros les parece fascista. La historia ha sido tenaz en esto de dejar atrás a las mujeres a la hora de asumir cargos de jerarquía, pero la historia siempre cambia.

Hace cuatro años, la vicepresidenta participó de un acto simbólico que se llama Toque de Campana por la Igualdad de Género. Entonces, dijo: “No hay democracia auténtica si en lugares de decisión falta la mirada del 52 % de la población. De una vez por todas, Uruguay tiene que avanzar hacia la paridad”. Este año también se hizo este acto, al que asistió el presidente. Frente a él, Argimón dejó en claro que los argumentos falaces se destruyen con verdades: “Si no hubiera una decisión política como la que él tomó, yo no estaba acá, pese a mi trayectoria”.

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