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Sergio Puglia: "Se han metido con mi vida privada, mi economía, llamaban a las empresas a decir que no podían auspiciar a ese hijo de puta fascista"

El jurado de MasterChef y panelista de Polémica en el bar habló sobre su nuevo rol en el Partido Nacional, la televisión y las agresiones que recibe en redes sociales
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09 de septiembre de 2023 a las 05:02

"A veces voy caminando, me paró y digo: 'Sergio, hemos vivido'". Sergio Puglia camina por un pasillo de paredes blancas y pisos de madera. Camina con una cadencia silenciosa y las manos en los bolsillos mientras recorre en algunos metros cuadrados más de treinta años de trayectoria.

En la casa de Puglia conviven Mirtha Legrand, Susana Giménez y Wilson Ferreira con Liza Minelli, China Zorrilla, Mariano Arana y Susana Rinaldi. Fotos y más fotos se entremezclan con títulos, certificaciones, premios y reconocimientos que atiborran las paredes blanquísimas. Una carta manuscrita de Nilson Viazzo, el primer ganador de MasterChef, dos tapa de Caras, el recuerdo de su familia y las imágenes de la primera escenografía de Puglia Invita. Todo en el mismo lugar.

También hay una parte que recorre la historia política del Uruguay. Lacalle Herrera, Enrique Iglesias, Carlos Julio Pereyra, Jorge Larrañaga, Hugo Batalla, Liber Seregni, Julio María Sanguinetti, Mariano Arana, Lucia Topolansky, Tabaré Vázquez, Beatriz Argimón y el actual presidente Luis Lacalle Pou, todos aparecen fotografiados junto al cocinero y comunicador.

Recuerda que la noche en la que recibió el premio Carlos Gardel en Tacuarembó estaba sentado en una mesa junto a Washington Benavides, Jorge "Toto" Da Silveira y Cacho de la Cruz. "Entonces Cacho me dijo '¿sos consciente de que ya sos un dinosaurio, no?'  Ahora me siento lo mismo”, dice Puglia desde el living de su casa. Es una casa amplia, luminosa y de puertas abiertas, y allí fue que recibió a El Observador para conversar sobre tu presente en la televisión y su incorporación a la Comisión de Cultura del Partido Nacional.

Llevás una vida vinculada a la gastronomía como hecho cultural. ¿Qué influencia ha tenido MasterChef en el vínculo entre los uruguayos y la comida?

MasterChef se ha transformado en la recuperación de dos cosas. Primero, la recuperación de la familia frente a la televisión. Cuando todos vaticinaban que en la televisión abierta no iba a pasar más nada y seguían las aplicaciones, MasterChef se transformó en una bisagra, en un pivote de excepción, en la reunión familiar. Por otro lado, el formato es tan fantástico y tan brillante que genera empatía entre el televidente y los participantes. Nosotros le hicimos una pequeña vueltita de tuerca, el jurado y la producción, y dejamos de ser los chefs agresivos y demandantes con críticas destructivas para ser docentes. Ahora es una plataforma donde el telespectador y el participante descubren materias primas, técnicas, combinaciones, maridaje. Un montón de cosas que se transforman en algo didáctico para que el que ve el programa se anime a cocinar, el que está en el programa aprenda y, entre todos, creamos una sensación de crecimiento, mejoramos la oferta y la demanda, en el sentido de que el espectador empieza a conocer de vinos y de productos. Cuando llega al restaurante y ve corvina rubia en salsa de cúrcuma dice "voy a probar". Eso es lo genial que tiene MasterChef.

Las últimas ediciones han sido con celebridades. Se había anunciado el regreso a las ediciones amateur. ¿Vuelve el año que viene?

Sí. Volvemos a los orígenes.

¿Qué esperas de ese regreso?

Me gusta mucho. Los celebrities también son amateurs gastronómicamente, porque muy pocos sabían cocinar. Eran celebrities en el fútbol, en la moda, en el canto, en la actuación, pero no en la cocina. Pero el formato y la competencia los lleva a estudiar. Y mirá lo del Chino (Peralta). Fue un destape. Mirá lo de Tav (Lust). Otro destape. La versión amateur tiene otras características. Primero, porque se eligen participantes de todo el país. Segundo, porque cada uno va a representar su idiosincrasia, su forma de vivir, de comer, y también van a aprender. Me parece muy espontáneo, porque no podemos olvidarnos que los otros son celebridades y también son funcionales al show. El amateur no es así.

También te vemos en Polémica en el Bar. ¿Cómo te encontrás en ese lugar más confrontativo?

Siempre trabajé en televisión en un nicho que era clase media y media-alta. No era una figura muy popular, pero todo el mundo me conocía. A partir de MasterChef me transformé en una figura popular y la gente descubrió en mí una faceta que yo ejercía pero no veían, que era el riguroso docente estudioso de la antropología gastronómica, la historia y la cultura. Cuando me invitaron a Polémica conocía el formato, pero nunca imaginé que iba a reaccionar de la forma que reaccioné. Era el primer programa de Polémica, yo estaba como invitado y se dieron un montón de temas desde el punto de vista político y social y yo opiné. Lo hice porque el formato, la gente y la producción me hicieron sentir tan arropado y tranquilo, como si estuviera en mi casa. La forma de opinar era la forma que yo tengo en la privacidad, reunido con amigos. El que me conoce sabe qué siento, cómo vivo, cómo opino de los diferentes temas. Y yo opiné, nunca me imaginé que iba a tener las repercusiones que tuvo. Ahí la gente pudo ver a un Puglia diferente. El canal me volvió a invitar y pasó lo mismo a nivel de efecto, y ahí me llamaron y me dijeron que formara parte estable del grupo. Yo me siento fascinado, encantado y me parece que es un ejercicio democrático. Tuvimos que aprender todos, creo yo, a polemizar y opinar sin pasar la barrera de lo personal. Todo lo que pasa en Polémica pasa ahí, termina el programa y es como si no hubiera pasado absolutamente nada. La gente piensa que seguimos peleados. No. Hay algunas cosas que han pasado límites y fueron aclaradas fuera de cámara. No somos un país con grieta; si hay gente que la busca no debemos entrar en ella. Y las discusiones pueden ser discusiones constructivas, aclaratorias, discutir no significa pelear sino intercambiar opiniones, y con el suficiente respeto como para responderle al que piensa diferente y aceptar que el otro piensa diferente. A mi Polémica me permitió demostrar otra faceta. Yo llegué a los medios de comunicación por casualidad, llegó un cocinero y ese cocinero se transformó. Descubrió que podía ser un comunicador, después docente a través de MasterChef y polemista a través de Polémica.

¿Cómo te preparás para las discusiones del programa?

Soy un maniático de los diarios, de la lectura, del manejo de información. Leo mucho sobre literatura, sobre teatro, pero leo mucho sobre política y sociedad. Soy un fanático a tal punto de que en casa me critican porque soy obsesivo, porque acumulo diarios, papeles y notas. No soy un experto como (Nicolás) Lussich en economía o el campo. Mi expertise está en el mundo de la cultura gastronómica y la historia. Pero soy un ciudadano que se compromete con la sociedad con la que vive, que se ha comprometido siempre, que trata de estar lo más informado posible y puede opinar. No quiere decir que mi opinión sea la verdad; tengo una opinión sobre los diferentes temas que se plantean. Recibo el guion de Polémica con los temas a tratar al mediodía del mismo día que salimos al aire, así que tengo que agarrar y hacer apuntes como titulares porque el desarrollo de las ideas lo tenés o empezás a hacer agua.

Sergio Puglia


Anunciaste tu incorporación al Partido Nacional en la Comisión de Cultura del Partido, aunque militás desde muy joven. ¿Cómo es tu vínculo con el partido? 

Hay una cosa comiquísima que ha pasado: los medios titularon “se incorporó al Partido Nacional”. Yo tengo 73 años y la política ha sido una de mis grandes pasiones de toda la vida. A partir de los 16 años milité dentro de la juventud del Partido Nacional, después en Por la Patria con Wilson Ferreira Aldunate. Toda mi vida dije y hablé de lo que para mí significaba la política y el Partido Nacional, con la diferencia de que a partir de que ingresé en los medios siempre tuve como norte que esta es una sociedad democrática por excelencia, que tiene una solidez importante en las instituciones, que es una de las sociedades que tiene los partidos políticos más antiguos y más sólidos, que la construcción de los partidos y el sostener los partidos significa construcción de ciudadanía y además una solidificación de lo que es el sistema en el que hemos elegido vivir, que es la democracia. Y un medio no puede estar flechado, tiene que ser pluralista porque tiene que responder a todos los que están del otro lado de la cámara. Así que yo siempre fui un defensor, por encima de las ideologías partidarias, de lo que significa hacer política en gran escala y defender el sistema. Mis micrófonos y mis cámaras estuvieron absolutamente para todos. Y ese acto de militancia por el sistema y por la democracia, la gente lo entendió. Yo tenía una relación amplia con el presidente Mujica, con el señor Seregni, con el doctor Sanguinetti, con el doctor Batlle, con Carlos Julio Pereira,  y como siempre me importó el respeto por encima de la ideología, no sé qué pensaron. Entonces ahora fue todo un advenimiento: ¡Puglia es blanco! Fui toda la vida blanco, vengo de una familia blanca como hueso de bagual, a mi abuela le llamaban la blanquilla de la Unión y a esta altura de mi vida, como además todos sabían dentro del partido que era blanco, me llegó la posibilidad y la oferta de presidir la Comisión de Cultura y dije que sí. ¿A esta altura por qué no podía yo, perteneciendo a un partido histórico, decir públicamente que pertenezco a él? Si hay otro montón de gente que lo dice públicamente. Yo resisto archivo, tengo una trayectoria de casi 40 años en los medios que avalan ese pluralismo al que soy abanderado. ¿Por qué no trabajar por la cultura desde el Partido Nacional no una política cultural nacionalista, sino una política cultural amplia, diversa y pluralista? La cultura está hecha entre todos, sean de la ideología que sean y militen en el partido que militen. Entre todos construimos la democracia y además la cultura.

Sí es la primera vez que te incorporás a las estructuras partidarias.

Sí, eso es cierto. Fui militante y tenía el carnet de afiliación, pero es la primera vez que estoy trabajando en la estructura del Partido Nacional.



En la presentación de la comisión, decías que “no hay que escuchar pasivamente de que la cultura es la izquierda o no es cultura”

En los últimos tiempos nosotros, estoy hablando de los partidos históricos, hemos escuchado pasiva y claramente que la cultura es de izquierda o no es cultura. Como cuando se reunieron hace poco las mujeres en el Platense y dijeron que el feminismo es de izquierda o no es feminismo. Ese tipo de frases me parecen terribles. Primero porque se arroban para sí mismos un manejo cultural, un principio y un fin, una fundamentación, un sostenimiento, todo un montón de cosas, cuando en definitiva es de todos. El Poder Ejecutivo es algo que aunque el administrador haya sido elegido por la gente y varíe de administrador, y el acento en la inversión pública sea diferente de acuerdo a la filosofía gobernante, no quiere decir que los dineros que utilicen la izquierda, la derecha o el centro no sean de todos. La educación es política y la cultura es política, la plata para sostenerla cuando viene del Poder Ejecutivo es de todos y se sigue construyendo entre todos.

¿Por qué creés que se llega a esta idea de que la cultura es de izquierda?

Primero hay un relato, hay una construcción de parte de los partidos filosóficamente de izquierda que se arroga en el derecho a ser los constructores, que ellos son los que tienen la posibilidad, la sensibilidad y la llegada a la gente. Ese relato no es de ahora. Los partidos históricos han mirado para el costado, se han dedicado a otras cosas y dejaron que ese relato se construyera, permeara y se filtrara con un montón de acciones. Esa permeabilización en el discurso va haciendo tambalear las identidades. Se fue construyendo la idea de que los salvadores, los educadores, los que tienen sensibilidad social, son nada más que la gente izquierda. Y eso es mentira.

Volviendo al discurso de la presentación de la Comisión, decías que “la cultura nunca debe transformarse (...) en un instrumento para generar obediencia política”. ¿Creés que la cultura uruguaya se está transformando en un instrumento para generar obediencia política?

No en este momento. Ahí viene la discusión en Polémica en el Bar cuando fui por primera vez, cuando salió el tema de la transparencia con respecto a los dineros públicos. Si vos utilizás los dineros públicos, que son los dineros de todos, para favorecer solamente a un sector de artistas, premiar a través de los fondos concursables o fomentar solamente un sector de la cultura, ahí la estás transformando en un camino para que sea obediencia. Cuando yo dije “si querés transparentar un montón de cosas, transparentemos dónde fueron los dineros públicos del Ministerio de Cultura durante los años del gobierno frenteamplista”, no estaba atacando, estaba diciendo una realidad. Si agarro la lista de todos los artistas y los premios, ¿a quién favoreció? Si miro los premios de la Intendencia de Montevideo, los reconocimientos como ciudadanos ilustres y miro a quienes premian, ¿se transformó en un premio a la militancia? Porque el día que patearon el tablero y premiaron a Mercedes Vigil, los intelectuales de izquierda salieron a decir que no podían premiarla y que era una cosa terrible. ¿Por qué asusta tanto lo que dije si esas son las realidades? Estaba diciendo algo que la gente no quiere escuchar o estaba diciendo algo que consideran otros que no se debe decir. No estaba diciendo nada del otro mundo. ¿De dónde salieron los dineros para los festivales y las cosas que se hicieron y que se siguen haciendo en las intendencias del interior, que no todas son frenteamplistas, que indudablemente favorecen a un sector de probada militancia? No estoy hablando solo de los otros, también puedo hacer el acto de criticarme a mí mismo.

Sergio Puglia

¿Cuáles creés que son las principales áreas de la cultura a abordar y qué cambios planteás?

Considero que tenemos que quebrar algo que tenemos metido en la cabeza, que parece que la cultura es macrocefalista montevideana. La cultura es todo. Tenemos que quebrar las fronteras del departamento de Montevideo y tenemos que rastrillar el país todo. Vamos a reconocer que hay una cultura de frontera en el litoral, otra en la frontera seca, las influencias que recibe el ciudadano uruguayo de la cultura del litoral desde Argentina, la cultura brasileña que permea para generar la cultura de fronteras y el portuñol, el centro del país tiene una forma de expresarse y de ver la cultura, y la costa tiene otro. Aceptando la diversidad que tenemos en nuestro pequeño territorio y dándole a ellos la carta de ciudadanía que corresponde. Ahí tenemos un panorama diverso, pluralista, fantástico, de distintas manifestaciones que hacen a la cultura general y a la identidad de país. Entonces, nos dejamos de mirar el ombligo y empezamos a escuchar al resto del país para seguir construyendo cultura. 

¿Y qué opinás, por ejemplo, de la gestión cultural de la Intendencia de Montevideo? En relación al desarrollo de los elencos municipales.

Soy un defensor de ese tipo de cosas, me parece maravilloso. Las puestas que ha hecho, los artistas que ha traído, el Teatro Solís, la actividad que tiene, la defensa del autor nacional, de los actores nacionales, el tener una apertura internacional. Me parece fantástico, me encanta, me parece maravilloso. Involucrar a la cultura en las manifestaciones sociales, como por ejemplo la diversidad, ahora estamos viviendo el mes de la diversidad y se inauguró el Teatro Solís, el lugar magno y maravilloso con un show donde había absolutamente la mejor de las expresiones LGBTQ+. Dejémonos de andar con el fusil tirando a un lado y tirando para el otro. Seguro hay desmanes que después nunca nadie me explica. Por ejemplo voy a decir Lali, nada más. Alguna cosa que me pone un poco nervioso es decir ¿era necesario pagar esa fortuna para traer a Lali? No sé. Pero bueno, yo tuve la suerte de tener a una persona de la Intendencia defendiendo su posición en Polémica en el Bar y la respeto. Y además ya pasó.

¿Esta incorporación en la estructura partidaria es el primer paso de una carrera política?

Todo el mundo quiere saber si voy a ser diputado, senador o lo que sea. No tengo la menor idea, no me interesa, no voy a hacer nada de eso, no voy a hacer campaña. Basta. El otro día me paró un correligionario y me dijo “bueno, vas a presentarte a diputado”. Yo no quiero ser diputado. No quiero, no me interesa. Me interesa esto que estoy haciendo que me parece fantástico, estupendo, y es ad honorem. Ojo, que nadie me pasa ningún sobre de nada. Aclaro: ad honorem.

Sergio Puglia

¿Cómo te llevás con las redes sociales?

Las redes son la cloaca más grande que he visto en mi vida. Una herramienta fantástica y maravillosa que nosotros, los seres humanos, hemos transformado en cualquier cosa. Soy la persona pública con más ciberbullying desde el año 2019 a la fecha. No he hecho absolutamente ningún juicio porque la actitud estoica de bancármelo, que me ha endurecido el cuero, es fundamentalmente para hacer que el discurso sea un hecho. Los hechos son los que directamente me defienden. Yo no cuestioné a nadie por todo lo que me han dicho. Se han metido en mi vida privada, se han metido en mi economía, he perdido 40 auspiciantes, llamaban a las empresas para decir que no podían auspiciar al gordo puto, a ese hijo de puta fascista. Todo lo que me hicieron desde el 2019 a la fecha está ahí, porque las redes, gracias a Dios, están ahí. No se borra nada. Puedo bloquear para no escuchar que me siguen insultando, pero la cosa está ahí. Yo he tomado esa actitud. Me senté con los abogados y dije “no voy a hacer ningún juicio”, porque no puedo cuestionar al otro porque piensa diferente. Ahora, eso sí, no soy rencoroso pero soy memorioso. Estoy parafraseando a Mirtha Legrand. Me acuerdo absolutamente de todo. Tienen derecho a expresarse, pero no a insultar, no a meterse en la vida privada, no a desearme la muerte como me han deseado ¿Qué sentiría toda la gente si le dicen las cosas que me han dicho a mí? Todos se sienten con el derecho a hacerlo. Acá estoy, no tengo ningún problema, no me escondo.

Ahora estás en MasterChef, Polémica en el Bar, Puglia Invita, Al Pan Pan. ¿Esta incorporación a la Comisión de Cultura va a hacer que tengas que dejar compromisos laborales?

Por el momento no. Tengo 73 años y he sido una persona afortunada porque viví como he querido, pero también todo lo construí yo mismo. Soy el constructor de mi propio destino. Tuve ayuda mis padres y mi padrino, que me dieron una plataforma y una posibilidad de bases sólidas. Por eso voy a ser eternamente agradecido. Yo estoy viviendo en este país porque mi madre me dijo en su momento “tenés que devolverle al país lo que el país te dio”. Y yo le contesté de forma soberbia, “¿qué me dio este país?”. Ella me dijo “me dio a mí la posibilidad de educarte”. Entonces yo volví, y volví a trabajar y a abrirme camino de cero. Absolutamente todo, lo mucho o poco que he logrado, lo he logrado con trabajo. Tabaré Vázquez un día me dijo “necesito que de alguna forma cuentes tu vida porque sos un ejemplo de lo que significa el mundo del trabajo”. Tenemos que recuperar la cultura del trabajo. No ser workaholics, sino trabajadores. Trabajar significa entregarse a la tarea, aprender para mejorar, competir y crecer. Sé que la mayoría de la gente no trabaja en lo que le gusta, pero hay que tratar de enamorarse de esa tarea; porque si no te enamorás no podés tener cultura de trabajo. Yo no puedo parar, trabajo todos los días para que el viejo no llegue. A esta altura de mi vida me di cuenta de que si uno trabaja solo para uno no alcanza la plenitud, así que hay que trabajar para otros también. No me puedo ir de este mundo pensando en que todo lo hice para mí, quiero de alguna forma seguir haciendo cosas. Es un servicio público trabajar en los medios y esto también. La militancia, sea en el partido que sea, es un trabajo para otros que en el fondo también es una caricia al alma.

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