Las discusiones históricas sobre la fecha de independencia siguen
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > HISTORIA

"Sería sano aceptar que Uruguay nació sin épica": ¿está mal festejar la independencia el 25 de Agosto?

Una nueva conmemoración de la independencia uruguaya permite revisitar el debate sobre la "fecha correcta" y las razones por las que el 25 de agosto se impuso en el relato oficial
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25 de agosto de 2023 a las 05:00

Un acuerdo temporal que terminó siendo permanente, negociado por un diplomático que se fugaba de un lío de polleras monárquico; una fecha de celebración decidida por intereses políticos y por necesidad de generar una épica inexistente. La independencia uruguaya fue un proceso peculiar, y cada 25 de Agosto, cuando el país celebra de forma oficial ese evento, se abre la discusión de si es el día “correcto” en el que debería conmemorarse, o incluso si los países deben celebrar una fecha de nacimiento como si fuera un cumpleaños.

El 18 de Julio tiene sus partidarios, y también el 4 de octubre, la fecha de la ratificación de la Convención Preliminar de paz, un suceso que para algunos historiadores marca el verdadero inicio del camino del Uruguay independiente, y que de hecho durante las primeras décadas de la historia del país fue una fecha patria. Hasta que la historia oficial la barrió bajo la alfombra para poner por encima otros eventos, y la narrativa de que los orientales siempre quisieron ser independientes y no parte de las Provincias Unidas.

El historiador Leonardo Borges, uno de los tantos historiadores que no considera que el 25 de Agosto sea la fecha más adecuada para conmemorar la independencia nacional, señala que Uruguay, como todo estado nación, “tiene la necesidad de generar hitos, mitos, y construcciones colectivas".

"Por eso creo que la historia es inútil como generadora de relatos nacionales, porque no se crea un relato para comprender, sino para probar y mostrar la grandeza de los países”, considera.

Ana Frega, historiadora y titular del departamento de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades, agrega que las fiestas patrias “se piensan desde el presente con proyección de futuro; las fechas van cambiando, porque los procesos históricos son distintos a los procesos de formación de identidad”.

En ese marco, el hecho de que se elija una fecha concreta es algo engañoso, ya que las independencias vienen de procesos. No es que los habitantes de una nación se levantan un día y deciden ser independientes, pero Borges señala que las fechas patrias “son creaciones que dan sentido a las memorias".

"Algunos países lo hacen con su ‘nacimiento’ como Uruguay, otros, como Francia, festejan un día que tiene mucho que ver con la identidad francesa, que es el 14 de julio, el día de la toma de la bastilla. No es el día que nace el pueblo francés, pero si un día que simboliza lo que quieren ser los franceses”.

¿Por qué el 25 de agosto?

Asamblea de la Florida, de Eduardo Amézaga

La República Oriental del Uruguay conmemora cada 25 de agosto su Declaratoria de la Independencia, recordando el día que el Congreso de la Florida, un conjunto de representantes de los distintos cabildos de la Provincia Oriental, redactó una ley que proclamaba la separación del imperio de Brasil, por ese entonces amo y señor del territorio.

Pero claro, la separación no implicaba la creación de un nuevo estado, sino la incorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata. La Ley de Unión promulgada por esa asamblea señala que “su voto general, constante, solemne y decidido, es y debe ser por la unión con las demás Provincias Argentinas, á que siempre perteneció por los vínculos más sagrado que el mundo conoce”.

Aunque ahora los uruguayos se enojen cuando les dicen “provincia de Argentina”, en 1825 precisamente eso era lo que los orientales querían ser.

Elegir entonces para celebrar la independencia uruguaya una fecha en la que no se buscaba eso es llamativo. Y de hecho, durante sus primeros años de vida independiente, Uruguay celebró el 4 de octubre pero no el 25 de Agosto.

Frega explica que la primera ley de feriados, de 1834, marcaba como gran fiesta patria el 18 de julio, por la primera constitución, y el 25 de mayo, por el inicio de la Revolución de Mayo. Y también, que cada cuatro años se celebrara la firma de la Convención Preliminar.

“La vida política uruguaya y la historia de la región hacen que eso cambie, y en 1860 se establece el 25 de Agosto junto al 18 de Julio. Porque se necesitaba una fecha donde el acto haya sido generado por los habitantes de este territorio y no uno donde la decisión la toman otros”, considera la historiadora.

Es así que la fecha de octubre desaparece del calendario cívico y se agrega también el 19 de abril. La fecha de la Convención Preliminar no sirve para generar un relato nacional.

Durante la presidencia de Baltasar Brum (1919-1923) y ante la inminencia del centenario de estos hechos, se le encargó al político e historiador Pablo Blanco Acevedo un informe que sentenciara la discusión. Fue él quien promovió la fecha de agosto, aunque tuvo sus resistencias. Sin embargo, tras algunos vaivenes, fue la que se consolidó.

“Cuando la política se mete, ahí es que se crea la historia oficial”, considera Borges. “Y eso fue lo que pasó con el 25 de agosto”. Más allá del informe de Blanco Acevedo, el historiador señala como antecedente que durante el gobierno de Máximo Santos fue que comenzó la desaparición del 4 de octubre como fecha patria.

“Fue a fines del siglo xix, cuando Uruguay era un país que todavía no tenía la idea de patria. Los habitantes eran blancos o colorados antes que uruguayos. El gobierno de Santos es el que busca generar esa construcción, impulsando una épica nacional, y también a la figura de Artigas como prócer, que hasta ese momento no lo era”, explica.

Ahí fue cuando se establecieron los cimientos del “borrado” de la Convención Preliminar, algo que según Borges pasa también con otros hechos históricos uruguayos que son “políticamente incorrectos”, como la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, Salsipuedes, o el establecimiento de Purificación durante la etapa artiguista.

En Uruguay todo se discute, incluso la historia nacional. Sea la fecha de fundación de Montevideo, la de la independencia o el rol de ciertas figuras. Eso, para Borges, es “sano” dentro de lo que considera que es “una historia de incertidumbres como la uruguaya”.

Y también este es un país donde todo se negocia: sin ir más lejos, la salida de la última dictadura fue un acuerdo. También se negoció a nivel político la fecha de la independencia, con un debate que terminó en tablas entre el 25 de Agosto (respaldado por los blancos por el rol de Lavalleja), y el 18 de Julio, impulsado por los colorados. “Se hizo una historia oficial sobre palillos, pero el viento no la tiró nunca”, apunta Borges.

Quizás esa voluntad negociadora tenga que ver con el propio origen “verdadero” del país, la dichosa Convención Preliminar.

Un país inventado

Lord John Ponsomby, el responsable de la existencia uruguaya

En 1825 los orientales declararon su independencia de Brasil y su unión a las Provincias Unidas. Eso disparó una guerra entre las dos potencias regionales que tres años después estaba en un punto muerto. Y eso a Inglaterra no le gustaba.

El conflicto había arruinado al comercio en la región, y los británicos, en plena revolución industrial y buscando nuevos mercados con ferocidad, no iban a seguir tolerando que no se pudiera comprar y vender en esta zona del mundo.

Entra en escena Lord Ponsomby. El diplomático británico llegó al Río de la Plata por un lío de polleras: había iniciado un romance con la amante favorita del rey Jorge IV, y la forma de salvar la cabeza fue refugiarse en el lugar más recóndito posible.

Ponsomby negoció entre Brasil y las Provincias Unidas y es de alguna forma el responsable de la existencia de Uruguay como país independiente, aunque ese no era su plan original. Pero en definitiva, la República actual es el resultado de un acuerdo en el que los propios orientales no tuvieron arte ni parte.

“Sería sano aceptar que el nacimiento de este país fue como fue, sin ningún tipo de épica, y no darle algo que no tiene”, señala Borges. “Los belgas, otro país que nació de la mano de Ponsomby, son mucho más sinceros en eso. Acá lo escondemos. Hay cosas que deberíamos saber todos, como que Ponsomby llegó por un lío amoroso, o que este fue un país negociado. No internalizamos nuestra historia”, dice el historiador.

Independientes sin querer

En el país del “atado con alambre”, que el tratado del que nació el estado sea preliminar y no permanente es una gran y hermosa ironía histórica. De hecho, el historiador Guillermo Vázquez Franco suele decir que formalmente Uruguay no es independiente porque la Convención Preliminar nunca tuvo una versión oficial.

Más allá de los tecnicismos históricos, lo cierto es que la Convención nunca tuvo como cometido crear un nuevo estado, sino que fue una especie de solución intermedia que terminó funcionando.

La convención establece que Brasil y las Provincias dan –como si fuera un regalo– la independencia a la Provincia Oriental, y le dan un plazo de cinco años para generar una constitución, que debe ser revisada y aprobada por las potencias, y cinco años más de independencia tutelada, donde cualquier conflicto interno permite intervenciones militares. Los orientales cumplieron el plazo a rajatabla: la Guerra Grande empezó en 1836.

“Uruguay como país independiente es el éxito de todos los fracasos”, considera Borges. “La población de la Banda Oriental quería unirse a Argentina”.

La creación de una identidad

La identidad uruguaya se fue creando a lo largo de las décadas

Este 25 de Agosto, entonces, entre la resaca de la Noche de la Nostalgia y los actos protocolares en Florida, Uruguay celebrará su Declaratoria de la independencia, un nombre que en opinión de Frega “es lo suficientemente vago como para no decir una falsedad, porque ese día no surgió la independencia de lo que hoy es Uruguay”.

En todo caso, esa independencia se hizo real e irreversible el 4 de octubre de 1828, con la ratificación por parte del Imperio de Brasil y de la República de las Provincias Unidas de la Convención Preliminar de Paz.

Pero claro, no tiene tanto glamur pensarse como resultado de una negociación, como subordinados, como hijos de un acuerdo definido por otros. Por eso el 4 de octubre no es fecha patria y no tiene chances reales de competir con las conmemoraciones de julio y agosto.

¿Pero qué pasaba en aquél momento? ¿Querían los orientales ser independientes en 1828 si apenas tres años antes buscaban ser argentinos?

“Lo que las clases altas querían, antes que todo, era el orden interno en la Banda Oriental”, señala Frega. “Para esas clases altas, la independencia absoluta era reparto de tierras, caos. Entonces había distintos proyectos, unirse a Brasil o a las Provincias unidas o incluso ser un protectorado británico. La Convención buscaba traer la paz, el destino de Uruguay como entidad se siguió discutiendo hasta el siglo xix”.

Borges, por su parte, considera que las elites y los tomadores de decisiones “aprovecharon la oportunidad y se adueñaron del país nuevo”. Por su parte, la población general “no se sintió uruguaya hasta mediados del siglo siguiente. De hecho, toda la región queda marcada por un duelo de los que querían volver a unir los países, como los federales en Argentina, los Farrapos en Brasil, y los Blancos acá. Hasta la guerra de Paraguay, en 1864, se creía en que la unión era posible”.

“Después se hizo necesario generar las nacionalidades, y así se dan estos cambios de fechas patrias”, concluye Borges. “Pero la idea de la nación uruguaya se consolida recién en el siglo XX, con el batllismo, y como dice Gerardo Caetano, esa segunda independencia que es ganarles los Mundiales de 1930 y 1950 a Argentina y Brasil”.

Así que quién sabe, quizás en unos años, el 30 y el 16 de julio sean fechas patrias.

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