Carlitos Balá

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"Siempre me emocionó hacer reír": Carlitos Balá y una vida dedicada a la defensa de la alegría

El cómico argentino murió este jueves a los 97 años en los que se convirtió en un ícono popular
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23 de septiembre de 2022 a las 11:09

“Cuando yo nací se rió la partera. Cada vez que puedo hacer reír a alguien me siento feliz”, dijo Carlitos Balá mientras era distinguido por su trayectoria en el Senado. Ese fue el comienzo de una vida dedicada a defender la alegría: 97 años en los que construyó una trayectoria que se impregnó la memoria colectiva de la Argentina y llegó a los uruguayos del otro lado del río. Un maestro de la comicidad.

Carlos Salim Baláa, hijo de un inmigrante libanés y una argentina descendiente de croatas, nació el 13 de agosto de 1925 en el barrio de Chacarita. Ya de niño tenía curiosidad por las artes escénicas y un don de simpatía. Desde los 10 años armaba tinglados teatrales con los cajones de fruta del negocio de su padre, pero la timidez le ganaba cuando tenía que subir los escalones de los escenarios y decidió subir a los ómnibus de la línea 39 para contarle chistes a los pasajeros. También trabajó como repartidor, administrativo y peón de imprenta.

Debutó en los medios de comunicación en 1955, cuando se integró al elenco de La revista dislocada en Radio Splendid junto a Jorge Porcel y Mario Sapag. “Estuve 30 años haciendo reír a la gente gratis, hasta que empecé a trabajar en La revista dislocada”, recordó muchos años después.

Fue parte de los programas de radio Los tres... y ¡Qué plato! pero fue en la televisión donde lo encontró el verdadero éxito. En 1961 debutó en Canal 7 con La Telekermese Musical. Tres años después tuvo su propio programa en Canal 13, El soldado Balá y los éxitos con nombre propio se sucedieron uno tras otro en la década del 60: Balamicina –producido por los hermanos Sofovich–, El soldado Balá, El flequillo de Balá, El clan Balá, Balabasadas y El circo mágico de Carlitos Balá. 

Pero su programa más recordado fue El Show de Carlitos Balá donde acuñó memorables frases que quedaron en la cultura popular: “¿Un gestito de idea?”, "Aquí llegó Balá", “Un kilo y dos pancitos”, “¡Mirá cómo tiemblo!” y “Observe y saque fotocopia”.

Sin embargo, la frase más famosa que todavía se repite cuando se lo recuerda es una pregunta: "¿Qué gusto tiene la sal?". La respuesta llegaba al unísono: "¡Salaaaado!". El cómico contó que la idea nació en 1969, en una tarde tranquila en Mar del Plata mientras miraba el mar. Un niño lo observaba con atención y Balá, haciendo como que no lo veía, preguntó en voz alta: "¿Qué gusto tendrá el mar?". Y el niño no contestaba. "Ahhh, el mar tiene gusto a sal. Pero, ¿qué gusto tiene la sal?", siguió Balá. Pero antes de salir corriendo el pequeño le respondió. "Pero, ¿qué gusto va a tener la sal? ¡Salada!".

Su forma de hacer reír también estaba vinculada a una figura inconfundible: un flequillo perfectamente recortado y una sonrisa amplia. Un estilo que lo identificaría hasta el final.

Acompañado de Angueto, el perro invisible, Balá pasó a la historia de la televisión. En Disney encontró una correa rígida y se le ocurrió el chiste del perro: “Un turista que estaba al lado se asustó y me gustó la idea, porque pensé que podía ser un buen personaje. Cuando llegué a Buenos Aires, mandé hacer una correa similar y le puse Angueto por mi hija Laura. Cuando era chica, con mi mujer le decíamos Anguetita, una palabra inventada”.

Carlos Balá era un defensor del humor como forma artística: “Siempre me emocionó hacer reír. Puedo hacer llorar, ¿eh? Y me gustaría incursionar en el drama, pero siempre me sale más fácil hacer reír. Es una gran emoción divertir a mi prójimo. Es casi religioso lo mío, ¿viste?”, contaba en una entrevista con La Nación en 2010. Así fue que se convirtió en el humorista de la familia: con precisión y respeto hacia el género.

Casi en paralelo, protagonizó películas dirigidas al público infantil como ¡Esto es alegría!, El tío Disparate, ¡Qué linda es mi familia!, y la saga de Canuto Cañete.

Con el paso del tiempo, los recambios generacionales y tecnológicos fueron apartando a Balá de la televisión. Con algunos altibajos, para fines de la década del 80, cerró una etapa. En 1988 hizo su última película como protagonista, Tres alegres fugitivos, y se emitió la última temporada de El circo de Carlitos Balá. Pero siempre estuvo presente en la memoria de una sociedad a la que supo arrancarle carcajadas, porque después de todo se convirtió casi que una figura de culto.

“Experimento el humor como un licenciado en química que prueba toda clase de líquidos para ver qué funciona y que no”. Así incorporaba el humor a su vida cotidiana, junto con el gestito de idea, para hacer reír en hospitales, restaurantes, salas de espera y cualquier calle de Buenos Aires.

Esa cercanía con el público era como una marca registrada. Según recoge Infobae, solía sorprender a sus fans y llamarlos para sus cumpleaños porque anotaba y guardaba celosamente todas las fechas en, nada más y nada menos que, 100 biblioratos. Para sus cumpleaños, como era de esperar, recibía con cariño todas las llamadas que le devolvían. Cuando cumplió 90 años un secretario del Vaticano le anunció que querían saludarlo y cuando levantó el teléfono escuchó al papa Francisco. “Me dijeron que cumple 90 años” –señala el medio argentino– y Balá contestó como su personaje Petronilo: “Y no le han mentido”.

Su gran amor fue su esposa, Martha Venturiello o "Martita" como él le decía. "Nos conocimos en un casamiento y nunca más nos separamos. Recuerdo que había como quinientos invitados y apenas la vi le dije a mi amigo: ‘Mirá qué linda chica’. La saqué a bailar y después me ofrecí a acompañarla a su casa. Vivía en Boedo. ‘Yo te llevo’, le dije, y así fue: ¡la llevé en colectivo!”, contó en una entrevista para la revista ¡HOLA!. “Eran las cuatro de la mañana y para sacarle una sonrisa me puse a vender una lapicera en el colectivo. Después me animé a hacerle un chiste y a pesar de la hora, ella se rio. Ahí supe que era mía. Por eso siempre digo que gracias al humor, conquisté a la mujer de mi vida”. Juntos tuvieron dos hijos: Martín y Laura.

En 2011 recibió un Martín Fierro en reconocimiento a su trayectoria y también fue declarado personalidad destacada de la cultura de Buenos Aires. En 2016 lo homenajearon en los premios Gardel y fue declarado "Embajador de Paz" en el Vaticano.

Carlitos Balá murió este jueves, a los 97 años. "Estamos devastados pero unidos y así se fue él, con la familia unida y mucho amor", dijo su nieta Laura Gelfi a Teleshow.

Ahora las redes sociales se llenan de saludos a un cómico histórico. Y se cuela algún gestito de idea.

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