A mitad de camino entre Playa del Carmen y Tulum, en la Riviera Maya mexicana, se encuentran numerosos complejos frente al mar cuya propuesta de all inclusive es simple: tener todo –alojamiento, comidas, bebidas y actividades recreativas– incluido en el paquete adquirido, que cuesta de US$ 1.400 en adelante con pasajes aéreos.
Los hoteles enormes suelen ser impersonales e idénticos en casi cualquier parte del mundo. Están pensados para que uno no quiera –ni pueda– salir del complejo. Y la realidad es que existen actividades y propuestas suficientes como para no aburrirse durante una semana sin necesidad de abandonar el predio.
La oferta gastronómica es amplísima, pero está pensada para un público turístico e internacional. Si busca una propuesta tradicional no es el sitio indicado para encontrarla. Buffets con estaciones de comida caribeña, asiática, española, estadounidense y para todos los gustos. Mesas de postres interminables, bares a cada paso y una gran variedad de restaurantes a la carta para cenar algo completamente diferente cada noche. Es el paraíso para quienes disfrutan de comer, aunque ningún plato es arriesgado ni se destaca. Está pensado para que le guste a todo el mundo por igual.
Uno de los complejos ubicados en esa zona de la Riviera Maya es el Grand Palladium, que es tan grande que hay carritos de golf largos que pasean a los huéspedes de un lado a otro. "Trenecitos", le dicen allí. Hay piscinas principales, piscinas para niños, para adultos y "secretas", aunque todas están localizadas en el mapa. También existe una curiosa piscina de agua salada que permite la entrada constante de agua tibia del mar Caribe.
La propuesta en la playa es, quizás, la más hermosa. Los paseos en kayak o paddle surf, así como el préstamo de máscaras de snorkeling permiten conocer el mar turquesa desde dentro y observar la riquísima vida marina que allí se encuentra. Remar por encima de un arrecife de coral con la compañía de tortugas y mantarrayas es, sin dudas, fascinante. Para quienes deciden quedarse en la arena blanca, las hamacas paraguayas a la sombra de las palmeras son igual de disfrutables.
Estadounidenses contentos porque descubrieron un lugar donde pueden consumir alcohol en espacios públicos, parejas de españoles recién casados, jóvenes árabes fumando narguila o familias rusas que nunca abandonan la piscina. Todos son parte del escenario cotidiano del all inclusive, que se caracteriza por un servicio con mucha amabilidad pero poco dinamismo.
Es un destino ideal para familias grandes o parejas, que tengan ganas de descansar sin necesidad de preocuparse de absolutamente nada. Pero cuidado, si lo que busca es conocer un sitio nuevo y explorar una cultura diferente este no es el destino para usted.
Existe una gran propuesta turística en la península de Yucatán, repleta de cenotes, ruinas mayas y la reserva de Cozumel a un ferry de distancia, pero el régimen all inclusive es poco compatible si lo que busca es recorrer. No es válido decir "conozco México" luego de siete días en estos hoteles. El turista está en la Riviera Maya, pero bien podría estar en cualquier otra playa paradisíaca del mundo.
Paladar. Lo más cercano a una tradición mexicana que encontrará en un all inclusive son sus salsas de habanero (cuidado, pican), el guacamole y pico de gallo (tomate, cebolla, cilantro y ajo picados). También el mezcal, una bebida destilada hecha a partir de la planta de agave. Igual no deje de visitar los restaurantes mexicanos dentro de los complejos en caso de que haya si le interesa conocer un poco más.
Reservas. Es conveniente reservar de antemano el restaurante en el que desea cenar, en especial si viaja en grupos numerosos. Un horario ideal es en torno a las 9 de la noche. Si llega luego de las 10, los mozos lo atenderán apurados, ya con ganas de cerrar (recuerde que la mayoría de los huéspedes no son rioplatenses, no cenan tan tarde como en estas latitudes).
Noche. El boliche Coco Bongo es un clásico en la Riviera Maya, ubicado en la zona hotelera de Cancún. Con shows de primer nivel y barra libre, es una experiencia recomendable para personas de todas las edades. Evite comprar el paquete que ofrecen en el hotel. Si quiere gastar menos, organice el transporte por su cuenta y compre la entrada directo en el local, que vale entre US$ 40 y US$ 70.
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