Estilo de vida > Síndrome post vacacional

Terminan las vacaciones, empiezan las clases: la vuelta a la rutina y sus efectos en el estado de ánimo

Tanto para los adultos que regresan a la oficina, como para los niños que retoman las clases, el síndrome post vacacional puede estar a la vuelta de la esquina
Tiempo de lectura: -'
26 de febrero de 2023 a las 05:05

Si sucede, puede empezar en cualquier momento. Antes, durante o después. 

Puede empezar en el último almuerzo al sol, el último trago de café para bajar el atracón de asado o de ravioles, en la siesta sin apuro, en la porción de viento de verano que pega al filo de la tarde, en el cerro que empieza a perderse en el parabrisas, en la última mirada al mar, esa que quiere prenderse de las olas como si de esa forma se fueran con uno para casa, como si pisando la arena de esa manera, con esa intención, el tiempo de las vacaciones tendiera al infinito y se prolongara durante el resto del año. 

Puede pasar en cualquier momento y cuando pasa no se puede evitar. El fin de las vacaciones golpea. Y aunque el descanso haya sido real —y el cuerpo, más suelto y ligero, así lo indique— la vuelta es dura. Hay algo residual, una sensación similar a la tristeza que, por otro lado, resulta incómoda porque, ¿cuál es el motivo para sentirse así? Ninguno. No, al menos, a simple vista.

Esa leve desazón que acompaña el fin de las vacaciones, los últimos días del verano o la inminencia —para padres o estudiantes— del comienzo de las clases, tiene nombre y un largo historial de diagnóstico: se llama síndrome post vacacional.

Todos los que alguna vez dedicamos el 85% o más de nuestro año a tareas educativas o laborales conocemos y tenemos claro el efecto beneficioso de las vacaciones. Según los expertos, la influencia y los ecos del descanso son tan potentes en los esquemas laborales contemporáneos que los efectos benignos empiezan a aparecer incluso una semana antes de que, efectivamente, pasemos a estar de licencia.

Fuera de la oficina, el cerebro se oxigena, el espíritu se recupera y se prepara para lo que viene, el organismo pone a descansar los tejidos y todo se aceita para que podamos seguir alimentando a la máquina sin quedarnos por el camino. Y esa sensación que une la libertad con el ocio es difícil de abandonar una vez que la conseguimos. 

Por eso a la vuelta los síntomas del síndrome post vacacional no tardan en aparecer. Para las personas que lo sufren, los días siguientes a las vacaciones pueden presentar episodios de ansiedad, irritabilidad, destellos de depresión, un malestar generalizado y algunos problemas para dormir, o en caso contrario, sueño permanente. 

El síndrome, claro, no es algo definitivo, pero se debe atender por profesionales en caso de que se prolongue en el tiempo. Si no sucede nada extraño, debería desaparecer como mucho a las dos semanas.

Los especialistas aseguran que existen algunos consejos que se pueden seguir para lograr que estos malestares propios de la reinserción rutinaria no pesen demasiado. En una nota publicada por el semanario Cinco Días, de El País de Madrid, psicólogos especializados en el ámbito laboral indican que se pueden seguir los siguientes pasos para evitar la desazón de volver.

  • No agobiarse el día uno tratando de optimizar el rendimiento a niveles anteriores a las vacaciones.
  • Planificar el regreso al trabajo algunos días antes de volver realmente.
  • Si se pasaron las vacaciones en otro lado, llegar uno o dos días antes del comienzo de las actividades a casa.
  • No romper bruscamente con los horarios, continuar algunas actividades propias de los días de ocio.
  • No focalizarse únicamente en las próximas vacaciones; hay una vida allí afuera que se compatibiliza con el trabajo.
  • No tomar al trabajo como una especie de castigo.
  • Si hay algo específico que molesta y queda en evidencia al volver de las vacaciones, tratar de cambiarlo en la medida de lo posible.

Al margen de los consejos anteriores, hay que tener en cuenta que muchas de las situaciones que se enmarcan en este síndrome post vacacional pueden deberse a factores externos. Por ejemplo, a las respuestas emocionales vinculadas a la cronobiología, a los días que empiezan a acortarse, a la luz del sol que ya no es tan potente. Son variables que afectan el estado de ánimo de las personas y poco tienen que ver con la rutina, aunque vayan de la mano temporalmente.

De todos modos, para la psicóloga Lorena Estefanell, magíster en terapias psicológicas y docente en la Universidad Católica, el ánimo con el que se encare el regreso dependerá mucho de la capacidad de metabolizar los cambios que tenga cada individuo.

“Dependerá mucho de la persona y del lugar que tenga la rutina y el trabajo en su vida. Hay personas a las que las vacaciones les generan mucha ansiedad o depresión porque no saben qué hacer con el tiempo libre, y otras que padecen lo contrario. Sea como sea, no hay un patrón generalizado que diga que la vuelta de las vacaciones implica deprimirse. Sí es verdad que hay personas que metabolizan los cambios de mejor forma que otras. Y eso sí es un patrón. Hay personas que aceptan los cambios, se adaptan y pueden construir de vuelta estados de bienestar y placer en la nueva etapa que les toca. Y a otros les cuesta mucho más”, explica.

Empiezan las clases

El comienzo de clases puede ser otro factor crucial para el ánimo del hogar tras las vacaciones. Con padres estresados para llegar a tiempo y cumplir con los pedidos de materiales y más, sumado al entusiasmo o estado emocional del niño, los días previos al arranque pueden ser emocionalmente decisivos. Sin embargo, la responsabilidad debe estar del lado de los padres. O así lo aseguran los expertos.

Hay que pensar que los niños son muy reactivos al contexto. Ellos fluctúan mucho con la energía de su entorno. A veces se toma al malestar o bienestar relacionado con el comienzo de clases como una responsabilidad del niño, y más allá de situaciones puntuales en las que la escuela puede ser un estresor, el niño fluctúa con el estrés de la casa. Si para la casa volver a la rutina implica un estrés, padres más cansados, una dinámica que se comprime, claro que el niño se va a resentir. Pero no es tanto por el fin de las vacaciones, ya que el niño ya está acostumbrado al movimiento”, explica Estefanell.

Así, la recomendación a los padres es muy clara y práctica: si observan que el niño está estresado por la vuelta a la escuela y no hay ningún problema específico o factor externo, se debe poner más el foco en lo que les sucede a los adultos, porque los niños responden a eso. La psicóloga pone como parelilsmo la muerte de los abuelos, un duelo que en la infancia de hace de manera evolutiva, que se conecta con las primeras experiencias de pérdida, y que si implica un trauma tiene mucho más que ver con que el adulto no pueda superar ese estado de duelo que con el propio dolor del niño.

“Se pone demasiado la mirada en los niños y hay que poner mucho más la mirada en los contextos que los rodean. Si hay algo para lo que los niños están preparados es para cambiar”, concluye la especialista.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...