AFP

Trump está complicado pero no knockout: claves para leer el final de campaña en EEUU

Biden lleva una ventaja más sólida que la de Hillary Clinton tenía a esta misma altura en 2016, pero nadie se anima a descartar una nueva sorpresa de Trump

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20 de octubre de 2020 a las 18:56

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Faltan dos semanas, y la carrera electoral en Estados Unidos no parece emparejarse. Joe Biden mantiene una diferencia de 12 puntos a nivel nacional respecto a Donald Trump, y a su vez también gana, con mayor o menor luz, en la mayoría de los estados clave que definen la elección. Sin embargo, con la experiencia de 2016 atrás, nadie se anima a garantizar que el exvicepresidente de Obama tenga la victoria en su bolsillo.

Si fuera cualquier otro contrincante que no se apellidara Trump, el concepto general sería que la elección está casi liquidada, o que el presidente necesita una vuelta de tuerca radical para cambiar el estado de la opinión pública. La información es bastante evidente en ese sentido, pero el votante de Trump es, muchas veces, difícil de predecir, y además el propio presidente ha sembrado dudas sobre la validez de los resultados, lo que puede arrojar mucha incertidumbre la noche del martes 3 de noviembre.

Según el promedio de encuestas que hacen sitios como Real Clear Politics (RCP) o Five Thirtyeight, hay una diferencia de entre 8 y 12 puntos a favor de Biden. El promedio nacional no es un dato tan relevante como entre otros países porque la elección no se define por voto popular sino por Colegio Electoral, pero sí es una buena referencia: una diferencia de tres puntos se puede levantar el el Colegio Electoral; una de 10 puntos, no.

Pero más allá de eso, lo importante es la tendencia: hace más de una semana que está incambiada, incluso con una leve suba a favor de Biden. El presidente no logró capitalizar su enfermedad de covid-19, ni su alta hospitalaria. Tampoco un ataque que hizo sobre Hunter Biden, el hijo del exvicepresidente: una nota del New York Post lo acusó de hacer tratos corruptos con el gobierno de Ucrania, en los que supuestamente también participó su padre. Ninguno de los medios grandes de EEUU se sumaron a esa información, porque dijeron que no habían podido corroborar si era cierta. Incluso Facebook y Twitter bloquearon primero la publicación de esa información, y luego la admitieron con advertencias sobre su credibilidad.

¿Dónde se define la elección?

Antes que nada, un recordatorio: el presidente de EEUU se define por un voto indirecto, el del Colegio Electoral, en el que que hay 538 votos y en el que se necesitan 270 para ser proclamado presidente.

Lo que se define en la votación popular es a quién apoyarán los representantes de cada estado en el Colegio Electoral. Los votos que tiene cada estado no son proporcionales a su población, y además, salvo un par de circunscripciones, el que gana se lleva todo el paquete de votos de ese estado, lo que en la práctica lleva a que los votos no valgan igual, dependiendo del estado. Un voto republicano en California tiene un peso casi nulo, y lo mismo ocurre con el de un demócrata en Alabama. 

¿Cómo es eso?

Florida, uno de los estados más parejos, tiene 29 votos electorales y 14 millones de personas habilitadas para votar. Quien gane en allí se llevará los 29 votos, sea que gane por un punto de diferencia o por 70. En el porcentaje nacional, ambos candidatos aportan a las encuestas en relación de 50-50, pero en la cuenta del Colegio Electoral, uno sumará 29 votos para su bolsa y el otro cero.

Esa desproporción electoral favorece hoy a los republicanos (en otras épocas favorecía a los demócratas), que pueden ganar la elección incluso obteniendo menos votos totales, tal como ocurrió en 2016, cuando Hillary Clinton obtuvo 3 millones más de votos que Trump pero perdió la elección.

Hay 56 distritos electorales: los 50 estados, la capital (Washington DC), y los distritos especiales de Maine y Nebraska, que dividen sus votos en 3 distritos cada uno. Pero solo hay 14 estados (los campos de batalla, como le dicen en EEUU) que están parejos, y pueden definir la elección hacia un lado o el otro. 

De entrada, Biden tiene, según RCP, más o menos seguros 216 votos del Colegio Electoral, Trump 125 y hay 197 que están en pugna, correspondientes a 14 estados. Significa que Biden arranca con ventaja: le falta sumar 54 más para asegurarse la elección, mientras que Trump tiene que sumar 115.

De los 14 estados restantes, que reparten 197 votos del Colegio Electoral, hay varios que se inclinan hacia Biden: Minnesota (8,5 puntos de ventaja según Fivethirteight), Michigan (7,9), Nevada (6,9), Wisconsin (6,2), Pensylvania (6,1). Solo con esos ya le alcanzaría para ganar la elección, pero además está adelante según las encuestas en Arizona (3,1), Florida (3) y Carolina del Norte (2,4). 

Hay otros que están totalmente en el aire, porque el promedio de las encuestas entra en el margen de error: el segundo distrito electoral de Maine (0,4), Ohio (empate), Georgia (0,1 a favor de Trump), Iowa (0,2). Y otros que, si bien se inclinan por Trump están parejos: Texas (3,0), Arkansas (7) y Carolina del Sur (8,1).

En la práctica, la elección se define en esos 14 estados, y las noticias para Trump no son buenas, como lo muestra el promedio de encuestas. Sin embargo el presidente también llegaba con desventaja a la elección de 2016, pero logró dar vuelta la pelea en varios de esos estados clave: ganó Pennsylvania, Florida, Michigan, Wisconsin, Ohio y Iowa.

Para esta elección, la ventaja de Biden es un poco más sólida que lo que era la de Clinton: de esos estados bisagra tiene ventaja en al menos cuatro, mientras que Ohio y Iowa están cabeza a cabeza. Y esa ventaja de Biden es sólida en las últimas semanas, lo que achica el margen de Trump.

Todo eso lleva a FiveThirtyEight a calcular que Biden tiene un 87% de chances de ganar, contra 12% de Trump y 1% de empate. El sitio llega a ese porcentaje en base a un modelo matemático que le asigna un valor a los cientos de encuestas que se realizan en el país, según su calidad y antecedentes de aciertos. Con eso simula 40.000 veces la elección, y de acuerdo a la cantidad de veces que gana cada uno en esas simulaciones llega a los porcentajes que aparecen abajo.

¿Pero Trump tiene pedida la elección? Nadie puede asegurar eso. La ventaja de Biden en muchos de los estados clave es consistente pero no indescontable. Y en EEUU se discute acerca de si no hay un voto oculto de Trump que aparezca el día de la elección, y que las encuestas no lleguen a captar como en 2016. 

Las perspectivas, de todos modos, no son buenas: el presidente parece estar perdiendo apoyo en algunos públicos clave, como en los adultos mayores de raza blanca, que son críticos con su política respecto al covid.19. Y la economía, que en enero era su gran carta del triunfo, sigue mal, en parte por la errática respuesta frente a la pandemia.

Quizás el último gran tiro que tiene Trump es el debate del jueves. En el primero perdió, según todas las encuestas serias, por su excesiva virulencia contra Biden, que no tuvo un rendimiento memorable ni mucho menos pero se benefició del bullying del presidente. Trump deberá encontrar el tono para hacer ver los puntos débiles de Biden, pero sin pasarse de la raya, algo difícil según el estilo del mandatario.

Aún con un Trump en baja, es esperable un tenso día de elecciones. El presidente viene cuestionando hace tiempo la validez del voto por correo, argumentando que es inseguro y se presta al fraude. Lo hace por una cuestión estratégica: se estima que la gran mayoría de los votos en ausencia serán de demócratas, temerosos de posibles contagios de covid-19. Esos votos, que se escrutan después de la elección (un sistema similar al de los observados en Uruguay) pueden ser definitorios en algunos de los estados claves, y allí la pelea pasará a ser jurídica: ¿se aceptan todos? ¿se busca anular algunos por irregularidades? En caso de una elección pareja, en la que haya recursos legales respecto a esos votos por correo, se puede llegar a la noche del martes sin un voto definido.

Trump necesita que le salgan varias carambolas, que si bien son difíciles, no son imposibles. Este gráfico del Wall Street Journal lo ejemplifica muy bien y permite al elector jugar con las posibilidades. Por ejemplo: si el presidente gana Florida se le abre un panorama un poco más alentador, pero si lo pierde, debería ganar todo el resto de los estados clave para conseguir la victoria.

Así que de cara a la elección del martes 3, el abanico es amplísimo: desde una victoria aplastante de los demócratas (que pueden quedarse con la presidencia y ambas cámaras), pasando por un triunfo ajustado que le permita mantener a los Republicanos el control del Senado, hasta otra victoria impactante de Trump. Todo se inclina a algo en el medio del primer o el segundo punto, pero nadie se anima a descartar lo tercero.

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