Opinión > ANÁLISIS/ CLAUDIO ROMANOFF

Un empleado, un astronauta

Enfrentadas a un aumento del costo salarial, las empresas examinan cada contratación como un viaje espacial
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04 de noviembre de 2017 a las 05:00
Ping! Mensaje de Whatsapp el miércoles a las 08.14 hs.: "Por suerte estoy salvado, me meto en el culo el título, el MBA, los catorce años de experiencia en Gcia. Gral; agarro un pico, una pala, casco y arranco para Paysandú". Fue el mensaje irónico de un amigo, parcialmente desempleado, en respuesta a un saludo simple y cauto: ¿Cómo la llevás?

El mercado de trabajo está difícil. Cada contratación es examinada por la plana mayor empresarial cuando antes las resolvían los jefes de sección o a los sumo los encargados de la sección Recursos Humanos.

Ahora, incorporar un funcionario a la plantilla se planifica como un viaje espacial. La precisión y la puntería deben sermilimétricas, no se puede fallar. El período de tres meses de prueba va en serio y no importa si el candidato dejó otro empleo para probar suerte. Si no hay satisfacción, adiós y muy buenas.
Cada astronauta es examinado por múltiples microscopios. Capaz es más fácil aguantar la fuerza gravitatoria en un simulador espacial.

Los candidatos son sometidos a múltiples pruebas de habilidad, aptitud sicológica, a lo que se suma un chequeo de sus redes sociales. Nada puede escapar; la rentabilidad del empleado debe ser evaluada con meticulosidad pero es una tarea más difícil que prever la rentabilidad ajustada por riesgo en un portafolio bien diversificado.

El salario es muchas cosas, entre ellas un costo, aunque no le guste a los sindicatos. Sí, sí, es un número. Sí, sí, están en la planilla Excel. La inflación baja y los resultados de las últimas negociaciones con los gremios hicieron que creciera el salario real. Cada sueldo, además, representa un costo empresarial.

Según detalla la página del BPS, los empleadores pagan: 7,5% de aportes patronales; 5% de complemento de la cuota mutual del trabajador cuando no la cubre por completo (puede variar), 0,125% para el Fondo de Reconversión Laboral y 3,27% para el Banco de Seguros del Estado.

Todo ello ronda el 16%. Este sobre costo usualmente es ignorado por los empleados y ninguneado por los sindicatos, cuando es una carga no menor más allá de que su destino pueda justificarse o no. Siempre hay escapatoria y en este caso es la factura, que libera de esas obligaciones al empleador y transforma a trabajadores independientes en empresarios que venden servicios.

El crecimiento económico que este año estará en el entorno de 3% no genera empleo, algo más abajo del 8% de la población activa. Los agentes económicos le temen a los costos salariales y eso afecta a una gran masa de uruguayos con necesidades de empleo y con pocas posibilidades de competir con parámetros elaborados para Einstein. Para los cincuentones llegó hace rato el fin del empleo. De las jubilaciones ya hablamos.

Así las cosas, antes que pensar en discutir en productividad y relaciones laborales que favorezcan el empleo, esperamos por el tren, la segunda planta de UPM y por el petróleo de Paysandú.
La apuesta es al pico, la pala y el casco. Que vengan nomás.

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