Un largo camino

En estos casi 30 años, Uruguay experimentó un giro político de notable magnitud cuando la coalición de izquierda ganó la elección presidencial en 2004 y se mantuvo en el poder por tres períodos consecutivos. Lo hizo dentro del respeto del marco democrático y le mostró al mundo la fortaleza de las instituciones y cómo es posible la alternancia en el poder sin destruir el marco constitucional, como sí ha ocurrido en la mayoría de los países latinoamericanos.

El Frente Amplio gobernó durante tres periodos consecutivos con mayoría parlamentaria propia y no hubo ataques a la Constitución ni intentos serios de seguir el ejemplo del eje bolivariano de tirar todo el pasado por la borda. Se mantuvo una política económica sensata y proclive a fomentar la inversión privada, más allá de críticas sobre lo que pudo hacerse y no se hizo o sobre oportunidades perdidas o trenes que pasaron de largo. 

José Mujica, integrante del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), llegó a la Presidencia y no se le ocurrió ni por un momento poner en práctica las ideas que lo impulsaron a levantarse en lucha armada contra un gobierno legítimamente electo a comienzos de los años de 1960.

En el plano económico Uruguay tuvo una década de apertura en los 90. Se consolidó el Mercosur, se aprobó la fundamental ley de Puertos, que ha permitido la actual expansión del comercio exterior, se eliminó el monopolio del Banco de Seguros y se crearon las AFAP en el marco de la formulación de una régimen mixto de seguridad social que hoy se analiza modificar, no para cambiar a las AFAP sino para mejorar los números en rojo de las cajas a los que contribuyeron los desaguisados generados por las reformas introducidas en 2008 en el BPS.

Tuvo también un lustro (1998-2003) de estancamiento y de profunda crisis financiera y económica que dejó el país al borde de la cesación de pagos. El gobierno de Jorge Batlle y la ayuda del presidente de Estados Unidos George W. Bush lograron torcerle la mano al FMI, que pedía el default de la deuda externa del Uruguay.

En 2003 se inició uno de los ciclos de bonanza más largos de los últimos 100 años. Al son de una suba espectacular de los precios internacionales de las materias primas y de un incremento de la productividad agropecuaria gracias a las inversiones de productores argentinos que trajeron hasta su tecnología, el agro tuvo una década espectacular y ello derramó sobre todos los sectores. Desde ese 2003 hasta 2020 la economía mantuvo su crecimiento, incluso en la época de la crisis financiera internacional de 2008. Solo en 2016 comienza a aflojar el crecimiento porque ya los vientos externos no soplaban a favor y el gobierno había perdido el control fiscal pese a la década de abundancia experimentada.

La pandemia mundial que aterrizó en nuestras costas el 13 de marzo de 2020, y de cuyos efectos sanitarios y económicos aún no hemos salidos, cortó este ciclo. El año pasado, el PIB se contrajo 5% y este año crecerá un modesto 2,5%: faltará bastante para llegar a los niveles prepandemia, que ya eran flacos. Reformas estructurales que revitalicen la economía son imprescindibles, aunque por ahora es poco lo que hay para informar.

Los tres lustros de administración frenteamplista dejaron su impronta: una reforma tributaria con un impuesto a la renta de las personas físicas cuestionado por algunos por parecerse a un impuesto al trabajo, reformas laborales que pusieron el platillo de la balanza a favor de los trabajadores con la interminable polémica sobre ocupaciones y piquetes. 

En la vida cotidiana, se registró un importante aumento de los hurtos y rapiñas, lo que puso el tema de la seguridad ciudadana en el tope de la agenda pública. 
El Frente Amplio encaró dos enfoques: inicialmente lo consideró un problema de injusticia social y aplicó una visión benévola. Luego, al ver que los delitos seguían en aumento y que el narcotráfico jugaba un papel cada vez más importante, intentó aplicar un mano más dura. No logró bajar los delitos. Recién en el primer año de la administración de Lacalle Pou, bajo la conducción del Ministerio del Interior a cargo del recientemente fallecido Jorge Larrañaga comenzaron a notarse algunos efectos, aunque resta saber cuánto incidió la pandemia en ello.

En las últimas dos décadas, al menos desde la crisis del 2002, la decadencia de la calidad educativa, la deserción escolar, la fractura social, el crecimiento de asentamientos, la expansión del consumo de drogas livianas y pesadas generaron un clima propicio para el auge de la violencia contra las personas y contra la propiedad. La reforma educativa sigue esperando. Ese ha sido uno de los puntos en los que más acuerdo se ha encontrado en el arco político, pero ha faltado energía y voluntad para llevarlo a la práctica frente a la oposición de los sindicatos docentes.

Mirando la sociedad desde otro punto de vista, el advenimiento de las nuevas tecnologías –en especial internet– cambió la forma de trabajar, de entretenerse y relacionarse.

Internet en general y el celular en particular pusieron literalmente en manos de la gente una poderosa herramienta de comunicación, de trabajo y de esparcimiento que cabe en un bolsillo. Y de ello se han beneficiado todos sin excepción. 

En Uruguay la inversión pública en internet con la fibra óptica directa al hogar y con red LTE deja al país en muy buena posición entre los países de América Latina.
El desarrollo de internet impactó en las áreas de la salud (la telemedicina avanza a pasos agigantados) y en la educación, donde aún falta una revolución de contenidos más que de tecnología, como lo demuestran los ejemplos de liceos privados en contextos críticos.

Estos 10.000 ejemplares han dado cuenta de todos estos acontecimientos. Con aciertos y con errores lo hemos hecho manteniendo nuestro compromiso ético con la verdad porque creemos que sin una información veraz, rigurosa y ajena a toda suerte de banderías e intereses no es posible el progreso del país ni la convivencia pacífica ni el real funcionamiento de un sistema democrático y del estado de derecho.

Con la invalorable ayuda de nuestros lectores, esperamos seguir por ese camino, ya sea en papel o en la web.