Carlos Díaz, en la comodidad de su hogar

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Una inundación lo dejó sin nada, volvió de Colombia por sus hijas y sacó de un partido a Thierry Henry; la vida de Carlos Díaz

Es uno de los jugadores que más partidos jugó en Defensor; fue mundialista Sub 20 en Malasia y en Nigeria, y tuvo un pasaje por Peñarol
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13 de abril de 2024 a las 05:02

"Cuando iba caminando hacia el punto penal, el arco se achicaba cada vez más. Ahí me acordé del mensaje de Víctor (Púa). 'Apuntale a la cabeza', me dijo". Así recuerda Carlos Díaz aquel penal decisivo en cuartos de final del Mundial Sub 20 de Malasia 1997 frente a la selección de Francia. Carlitos no falló y los celestes avanzaron hasta la final de aquel mundial que marcó el fútbol juvenil de Uruguay.

Díaz, que jugaba de enganche en Defensor Sporting, se animó a jugar de lateral derecho en la selección tras el pedido del técnico Púa y porque, además, veía que en la mitad de la cancha la cosa estaba complicada: había demasiada calidad.

Defensor Sporting 1997; Díaz es el segundo de los agachados desde la izquierda

El recuerdo del francés Thierry Henry, la camiseta de Juan Román Riquelme en la final contra Argentina, y el bis en el Mundial de Nigeria 1999, cuando le hacían trampas con el aire acondicionado a un integrante del cuerpo técnico, forman parte de su anecdotario.

Carlos Díaz también defendió a la selección mayor en la Copa Confederaciones y en la Copa América; es uno de los futbolistas con más partidos jugados en Defensor, y jugó en Peñarol después de volverse por un motivo personal del Atlético Bucaramanga, la única vez que tuvo un pase al exterior.

Cuenta que el fútbol no le dejó plata, pero sí muchos amigos, que en 2019 le ayudaron a levantar su nueva casa luego de que una inundación del río Santa Lucía lo dejara sin nada.

Hoy con 45 años es entrenador y junto a su hermano tiene una escuelita de fútbol con 70 niños, llamada "Los Díaz". Carlos tiene cinco hermanos y él es el mayor.

De una familia humilde al fútbol profesional

Díaz nació en Santa Lucía, Canelones. Jugó al baby fútbol en el club Laureles y a los 11 años, César Santos y Daniel Alonso (el papá de Iván Alonso) lo llevaron a Defensor.

Carlitos jugaba en la selección de Canelones, lo vieron y se lo llevaron a Montevideo. "Yo entrenaba allá (Defensor) y jugaba al baby acá", recuerda desde Santa Lucía, donde sigue viviendo.

Viajaba todos los días en ómnibus y para poder pagar el boleto, repartía pan en una panadería

Carlos Díaz

Su abuelo, que era maquinista en la Intendencia, lo acercaba en ocasiones hasta la ciudad de Canelones, para que se fuera a entrenar "haciendo dedo" porque no le alcanzaba para el boleto. Y a la práctica no quería faltar.

"Yo trataba de estar una hora antes y volvía una hora después. Los choferes de los ómnibus ya me conocían y cuando les decía que iba a entrenar a Montevideo, me daban una mano. A veces me quedaba corto con la plata y me llevaban igual. Nunca tuve un problema. Claro que los tiempos cambiaron", señala.

Su mamá los crio sola. Carlos estudió hasta sexto de escuela y después tuvo que optar: jugar al fútbol o trabajar. "Me dediqué a jugar al fútbol y fue lo que me dio lo poco que tengo", reconoce.

Juan Tejera lo subió de Quinta a Tercera división de Defensor con 15 años. Debutó en Primera a los 17, con el Tato Ortiz.

"Tenía gente grande alrededor, como Pablo Hernández, Tabaré Silva, Polilla Da Silva, el Tano Gutiérrez, Andrés Fleurquin, Guillermo Almada, José Chilelli, el Pato Ferreri, Alejandro Traversa, el golero Baleato, y eso me facilitó la adaptación a Primera".

La proliferación de jugadores con experiencia en los planteles, es algo que se fue perdiendo con el tiempo. "Sabemos cómo es el fútbol hoy, se ha perdido el respeto en el vestuario. Uno, dos o tres grandes siempre tiene que haber, para un chiquilín joven, los nervios y todo eso repercute mucho. También hay más representantes que jugadores, no tengo nada contra nadie porque tengo muchos amigos representantes, pero los jugadores están mirando el aeropuerto antes que jugar; juegan dos partidos y se quieren ir, antes no pasaba. La meta de un jugador de cuadro chico era pasar a un cuadro grande y después irse. Ahora ha cambiado, te llevan con 17 años, a veces más jóvenes también. Así se vuelven después a los 19 y 20 años porque todavía no había madurado", subrayó.

La familia Díaz, de la que el exfutbolista se siente orgulloso

"Yo disfrutaba jugar al fútbol. La pura realidad es que yo nunca tuve nada, lo que tengo fue gracias al fútbol. No me importaba hacer plata. Capaz que me equivoqué, disfrutaba jugar, la plata era secundario, estaba con mi familia, iba y venía, tampoco tuve un padre que me dijera tenés que hacer tal o cual cosa, estaba solo con mi mamá y me banqué solo siempre.
yo tenía que hacer todo para mis hermanos y mi mamá", expresó.

Uno de sus hijos está terminando el baby y trata de ayudarlo en su crecimiento, darle consejos de lo que está bien y lo que está mal en el fútbol.

En la selección juvenil pasó de enganche a lateral

Durante toda la etapa de juvenil en Defensor, jugó de enganche. Fue el técnico de la selección juvenil, Víctor Púa, que lo puso de lateral derecho, donde luego transcurrió toda su carrera profesional.

"En la Sub 20 faltaba un lateral derecho, no tenía, y yo le dije a Víctor que jugaba. Había hecho todas las inferiores de volante y enganche. Se lo propuse porque uno como jugador de fútbol también se da cuenta de sus virtudes y sus limitaciones. En la mitad de la cancha estaban Pablo García, Cristian Callejas, Inti Podestá, Fabián Coelho, Nico Olivera, Mario Regueiro, muchos nenes. Yo confiaba en mi, pero también tiene que ver", dijo.

Se adaptó rápido, porque tenía que cumplir una función más o menos similar a la de volante, por las ganas de jugar y más en la selección, y por la clase de compañeros que tenía.

Califica aquella etapa en la selección como la más linda de su vida: "Irme de Santa Lucía a Montevideo, debutar y jugar en la selección, representando a Uruguay, fue lo máximo".

Díaz, el primero de los de abajo, en Malasia

Los celestes terminaron en el cuarto puesto del Sudamericano Sub 20 de Chile 1997 y clasificaron a duras penas al Mundial. "Nadie daba un peso por nosotros, nos fuimos a Malasia sin premios, sin nada arreglado porque no nos querían dar nada, fuimos porque queríamos jugar, ni camiseta teníamos. Víctor nos dijo, 'si ustedes me hacen caso, vamos a la final'. Ahí estábamos comprometidos con la causa, por nosotros y por la gente que nos apoyaba. Eso nos dio el envión para llegar a la final. Fue una lástima haberla perdido, pero esto es fútbol", reconoce.

Púa los alentaba a seguir adelante: "A medida que iban pasando los partidos, que Uruguay se iba metiendo, ahí sí llegaba todo lo que querías. Pero nosotros estábamos tranquilos en lo que hacíamos y queríamos dejar a Uruguay lo más alto posible".

En cuartos de final los celestes enfrentaron a Francia, que tenía como delanteros a Nicolás Anelka, Thierry Henry y David Trezeguet. Empataron 1-1 y en los penales, Uruguay ganó 7-6. Díaz remató el octavo penal, después de que fallara Anelka: "Hice lo que me dijo Víctor, agarré la pelota y le apunté a la cabeza al golero". Fue gol y pasaje a semifinales.

Durante el partido, el lateral se enfrentó a uno de los delanteros más complicados que tuvo que marcar en su carrera, y zanjó el duelo de una forma poco académica, pero exitosa:  "El que más me costó marcar fue Henry. Tenía una velocidad de aquellas, imaginate que cuando jugábamos contra Francia me pasaba, me esperaba y me volvía a pasar otra vez. Olvidate. Hasta que Víctor dijo, 'muchachos, lo vimos toda la semana con un vendaje en el tobillo derecho, hay que pegarle ahí'. Lo levanté en la pata, como dos  metros, y lo sacaron. Me estaba enloqueciendo".

"El fútbol ha cambiado. Los laterales ahora son punteros derechos. Antes era 'clausurá tu sector, marcá y si podés jugar jugá'. Actualmente, uno de los laterales que más me gusta es Emmanuel Beltrán de Boston River, que es de acá de Santa Lucía: marca, juega y hace goles. Otros no he visto".

En Uruguay, el delantero más complicado fue Fabián Estoyanoff. "Era rápido, jugaba por afuera. Después no recuerdo mucho porque había jugadores de todo tipo y no jugaban mucho con punteros. Cuando te enfrentabas contra un grande sabías que los delanteros eran todos buenos, por algo estaban ahí".

En la final de aquel Mundial, Uruguay empezó ganando la final contra Argentina con un gol del Canario García, pero perdió 2-1. La albiceleste tenía entre sus filas a Juan Román Riquelme, Esteban Cambiasso, Lionel Scaloni y Carlos Aimar, entre otros.

Luego del partido, Díaz cambió una camiseta con Riquelme, trofeo que aún guarda para su hijo. También tiene camisetas de Ronaldo, al que enfrentó en la Copa Rey Fahd; de Ronaldinho; de Trezeguet y de Thierry Henry.

Carlos Díaz marcado por el actual DT de Argentina, Lionel Scaloni

Pero, "la más sagrada", la tengo bien guardada. Se refiere a la número 4 con la que jugó la final de Malasia.

Para el siguiente Mundial Sub 20 que se jugó en Nigeria 1999, repitieron el plantel Díaz, César Pellegrin y Fabián Carini. Aquel año también jugaron el Ruso Pérez, Diego Forlán, Carlos Bueno, Javier Chevantón, Fabián Canobbio, Gonzalo Sorondo..., "tremenda selección y salimos cuartos".

De aquella experiencia africana, recuerda una anécdota con el preparador físico Jorge Franco: "Había 40 grados de calor y para que nos adaptáramos, el profe Franco nos apagaba el aire acondicionado de las habitaciones y nos quitaba los controles. Pasaba todos los días a chequear que estuvieran los aires apagados. Nosotros lo prendíamos y poníamos una toalla abajo de la puerta para que no saliera el frío, porque él se paraba y ponía la mano por abajo para saber si salía frío".

El frustrado pase a Colombia y la llegada a Peñarol

En 2007 se fue a jugar al Atlético Bucaramanga de Colombia, pero la experiencia duró poco tiempo. "Me había separado y yo tenía la tenencia de mis dos hijas que viven conmigo; una tenía 11 meses y la otra 5 años. La madre las había abandonado y me hice cargo de ellas. La mamá me negó el permiso para pasar a las chicas y tuve que regresar a Uruguay. Ahí surgió lo de Peñarol", cuenta Carlos Díaz.

Permaneció un mes en Colombia y rescindió el contrato porque "la prioridad eran mis hijas". Entrenó en Defensor, pero el Polilla Da Silva ya tenía el plantel completo, porque lo que aceptó con gusto el llamado de Gustavo Matosas y Jorge Giordano para ir a Peñarol.

"Con Gustavo jugué todos los partidos, hasta la tercera fecha del Clausura que se fue. Llegó Mario Saralegui y todos sabemos como es, cada técnico tiene sus jugadores, es la realidad, y cada técnico juega diferente. Vino y trajo jugadores de él y me costó, había partidos que jugaba, otros no, hasta que se terminó el contrato", señala.

El pasaje por el club carbonero lo tomó como uno más en su carrera. "Yo no sé si soy muy raro o que, sabemos que es un equipo grande, pero para mi era igual. Yo disfrutaba, no tenía presión ninguna, entraba a la cancha, entrenaba y después me iba a mi casa. Nunca me metí presión en ningún equipo. Hacía lo mío adentro de la cancha, lo que me pedía el entrenador y listo".

"No le guardo rencor a nadie. Si bien me hubiese gustado que me llamaran de Defensor, por los años que estuve en el club, irme por la puerta grande. Pero no surgió y está todo bien, amo el club y conozco mucha gente ahí, jamás sería rencoroso"

En la temporada 2008/2009 regresó a los violetas, donde Jorge Da Silva continuaba como entrenador. Pero cuando Polilla se fue, tras perder las finales del Uruguayo contra Nacional, Heber Silva Cantera se hizo cargo del plantel. "Yo había debutado con Cantera. Pero cuando él asumió como entrenador cambió un poco el rol y a mi me tiró para el costado. Me puso un solo partido, después de ahí, como había jugado poco, fue la excusa perfecta para sacarme. Llegó otro entrenador y me sacó".

Pablo Repetto fue el entrenador que asumió para la temporada 2010/2011. "A los primeros que sacaron fue a mi, a Sebastián Taborda y al finado William Martínez; éramos los tres grandes de ese momento. Me fui muy dolido por esa situación, porque me enteré por teléfono que me habían dejado libre. Un directivo que era amigo mío me lo dijo", recordó.

Fabián Carini en Juventud y Carlos Díaz en Racing

Díaz dijo que "los dirigentes no respetaron nada, ni siquiera que yo era el jugador con más partidos en el club; jugué 284 partidos y el que me podía ganar era el Chino Navarro, pero se retiró".

De acuerdo a las estadísticas de Daniel Eizmendi, reconocido historiador de Defensor Sporting, los futbolistas con más partidos con la camiseta violeta son Juan Emilio Píriz (407), Heber Silva Cantera (357), Ramón Ferrés (322), Carlos Díaz (316) y Álvaro Navarro (295).

Carlos prosiguió su carrera en Tacuarembó FC, Rampla Juniors, Racing y terminó en Boston River. Se retiró a los 37 años junto al Grillo Biscayzacú, aunque prosiguió jugando en el fútbol de OFI.

Se recibió de técnico y tiene una escuelita de fútbol

Luego terminó el ciclo básico en Secundaria y más tarde se recibió de entrenador. Dirigió en Santa Lucía, al Oriental de Rodríguez y fue ayudante técnico de Gastón de los Santos en Villa Teresa.

"El fútbol uruguayo siempre se caracterizó por jugar 4-4, bien paradito, cerradito. Ahí fue cuando logramos algo. Cuando empezamos a inventar, todo cambió. Como entrenador juego así, línea de cuatro bien parada, laterales que clausuren su sector, zagueros que marquen, un cinco que marque y otro que juegue y que vengan".

"Me encanta dirigir, me gusta mas juveniles, formar chicos, tengo escuela de fútbol acá (en Santa Lucía) hace 7 años, alrededor de 70 chicos de 4 a 12 años. Con eso me solvento, esperando que surja algo. Uno siempre quiere estar donde se siente bien, me gustaría trabajar en los juveniles de Defensor".

La escuelita de los hermanos Díaz

Hace unos años se inundó el río Santa Lucía y arrasó con la casa de Carlos Díaz. Perdió todo y se tuvo que mudar. "Gracias a los amigos del fútbol, hoy tengo un techo donde puedo vivir. Es más lejos del río. En el fútbol los amigos son los que quedan, la plata va y viene. En el fútbol y en la vida. Hace poco tuvimos otra inundación y estuve ayudando a la gente del barrio, que es toda laburadora y en dos segundos perdés todo. No es fácil".

Durante dos décadas jugó al fútbol profesional y él sintetiza su carrera de la siguiente manera: "Para mi fue muy buena, faltó ese pase a Europa u otro lugar, pero muy feliz de la carrera que hice. Jugué 20 años al fútbol a nivel profesional, tengo un récord de partidos jugados en un club grande como Defensor. Salí de un pueblo humilde, de una familia humilde, y llegué a jugar en la selección uruguaya, jugar mundiales, Copa Confederaciones, Copa América, para uno es satisfactorio y siempre recalco todo eso; mi carrera fue muy buena".

 

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