La apuesta al orden táctico, el respeto por la pelota y la escasa llegada en ofensiva, caracterizaron el debut de Uruguay contra Corea del Sur en este Mundial Qatar 2022.
¿Fue un planteamiento defensivo? Se trataba, a priori, de uno de los rivales más accesibles en los papeles.
El vigor espiritual, las ganas y la velocidad no faltaron, ante un rival que comenzó mejor parado en la cancha.
Cuando el partido se cerraba, faltaban espacios y eso, como se esperaba en lo previo, le jugó en contra a Uruguay.
Diego Alonso paró un claro 4-1-4-1 con una variante táctica sorpresiva: bajó a Rodrigo Bentancur como volante tapón delante de la línea de cuatro, y colocó a Matías Vecino abierto por izquierda, con una función diferente a la habitual tanto en la selección como en Lazio, su club.
Cuando Uruguay atacó, el futbolista se recostó siempre que pudo cerca de Luis Suárez –quien casi no entró en juego–. Contrariamente, cuando debió defender, se transformó en el primer defensor celeste en el momento en el que los coreanos salían de contra.
Esto llevó a que Bentancur jugara en una posición diferente y que no pesara como es habitual en él. Fue mucho menos con la pelota, pese a que no jugó un mal partido.
Algo similar ocurrió con Federico Valverde, recostado a la derecha. Solo apareció en ofensiva en los últimos 15 minutos cuando debido a los cambios, y cuando pasó a la izquierda.
A los 88 minutos tuvo una clarísima con su sello: el remate desde fuera del área, y esta vez pegó en el palo en un Mundial en el que hasta ahora no hubo goles desde esa zona.
Arriba, Alonso colocó a Darwin Núñez y Facundo Pellistri, quienes en la primera mitad jugaron bastante condicionados por el constante ida y vuelta para ayudar a los laterales.
Lo de Darwin en la primera mitad, fue algo muy similar a lo que hizo Edinson Cavani –con el Maestro Tabárez como técnico– en el Mundial de Sudáfrica 2010, bajando a ayudar por izquierda.
En todos los primeros 45 minutos, Uruguay llegó con dos pelotazos largos y con una jugada de contragolpe. Muy poco.
Corea del Sur se cerró muy bien atrás para complicar mucho a los celestes.
En el fútbol no se puede dejar de correr –y menos contra los veloces coreanos–, pero tampoco se puede dejar de pensar.
A Uruguay le faltó un cambio más de marcha. El ingreso de Nicolás De la Cruz fue bastante tardío, sustituyendo a Vecino. Debido a eso, el jugador de River Plate argentino no pudo desnivelar.
Se tornó un partido equilibrado, lejos de los arcos y eso no le sirvió a Uruguay, ni al estilo que normalmente intenta buscar.
El equipo se apagó en el ritmo cuando Corea del Sur le dejó espacios en los últimos 30 minutos.
Con el ingreso de las variantes, Valverde pasó a jugar como una especie de volante central, más lejos del arco rival, más allá de la jugada de gol en la que apareció. Cavani, en pocos minutos, mostró mayor relevancia en el juego que Suárez, y participó de alguna jugada ofensiva.
De todas maneras, Valverde fue de lo mejor de Uruguay y del partido por cómo se prodigó en la cancha, junto a José María Giménez en la zaga.
Con la inclusión de Matías Viña, los celestes ganaron en amplitud de cancha, y conexión entre líneas, tratando de juntarse con De la Cruz.
“Si no se puede ganar, mejor es no perder”, es un dicho muy viejo en el fútbol. Uruguay y Corea del Sur aburrieron, pero sumaron un punto.
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