Opinión > COLUMNA/EDUARDO ESPINA

Yesterday es pasado mañana

Una película actualmente en exhibición reflota la grandeza insuperable de los Beatles
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14 de septiembre de 2019 a las 05:02

En la industria del entretenimiento se destacan colaboraciones en dúo. El genio individual, innovador y creativo puede ser resultado de una labor entre dos, en la cual los egos se funden en uno para producir un producto artístico reconocible. Están los hermanos Ira y George Gershwin (autores de la ópera Porgy and Bess, de 1935), Joel y Ethan Coen (directores de varios filmes notables, Barton Fink, uno de ellos), los hermanos Lana (antes Laurence) y Lilly (antes Andrew Paul) Wachowski, quienes dirigieron la trilogía The Matrix y crearon Sense Eight para Netflix, están los mellizos Albert y Allen Hughes, directores de cinco filmes, uno de ellos genial, El libro de los secretos (lección de cómo debe hacerse una película sobre el género post apocalíptico), y los mellizos Matt y Ross Duffer, creadores de la serie Stranger Things.  

En cuanto a música, a lo largo de la historia moderna, iniciada a mediados del siglo XIX, ha habido notables colaboraciones artísticas en dúo, como por ejemplo la del libretista W. S. Gilbert (1836-1911) y el compositor Arthur Sullivan (1842-1900), autores de las óperas cómicas Los piratas de Penzance (también conocida como El esclavo del deber) y El Mikado. En el primer tramo del siglo XX destacan Richard Rodgers y Lorenz Hart, quienes escribieron juntos unas 500 canciones entre 1919 y 1943, año en que falleció Hart. Más acá en el tiempo, ya en los primeros auges del rock and roll y de la música soul surgieron algunos dúos memorables, extraordinarios no solo por ser prolíficos, sino también por haber originado clásicos intemporales. Varios califican para ocupar el primer lugar en la lista de notables.  Por ejemplo, el dúo de Jerome Leiber y Michael Stoller, que compitió cabeza a cabeza con Lennon-McCartney por el dominio de los rankings de popularidad, autores de algunos clásicos fenomenales, como Kansas City, Hound Dog (tiene 250 versiones diferentes, ocupa la posición 19 en el ranking de las 500 mejores canciones de todos los tiempos de la revista Rolling Stones, y en la versión de Elvis Presley estuvo 11 semanas en el puesto número uno de la lista de las más populares, habiendo vendido 19 millones de copias), Young Blood, Jailhouse Rock, Love Potion No. 9, There Goes My Baby, y Stand by Me (escrita en colaboración con el intérprete del tema, Ben E. King) que conoce hasta la fecha 400 versiones grabadas. También imponente es el cancionero creado por Carole King y Gerry Goffin, autores en colaboración de varios número uno, como Will You Love Me Tomorrow, Take Good Care of My Baby, The Loco-Motion (con decenas de versiones, la más reciente a cargo de Kylie Minogue), (You Make Me Feel Like) A Natural Woman, Go Away Little Girl, y Chains (grabada también por los Beatles). 

Marcó época asimismo el dúo de Barry Mann y Cynthia Weil, autores de un repertorio generoso y genial, en que el sobresalen On Broadway, Saturday Night at the Movies (suceso en Uruguay gracias al programa Impactos conducido por Berch Rupenián), You’ve Lost That Lovin’ Feelin, que tuvo varias versiones populares, entre otras las de Hall and Oates, y sobre todo la de los Righteous Brothers, que en 1964 llegó al número uno en ventas. Es la canción más tocada en el siglo XX, superando a Yesterday de los Beatles. En la versión de los Righteous Brothers, You’ve Lost That Lovin’ Feelin fue la canción más irradiada en las emisoras estadounidenses, desde 1964 hasta 2019, habiendo sido superada este año por Every Breath You Take, de The Police.  

También es obligatorio citar a Ray Evans y Jay Livingston. Juntos escribieron decenas de grandes temas, y dos clásicos, Mona Lisa (que en versión de Nat King Cole fue la canción más popular de 1950) y Qué Será, Será (Whatever Will Be, Will Be), escrita seis años después, convirtiéndose en fenómeno de ventas en la voz de Doris Day, quien la cantó en la película El hombre que sabía demasiado, dirigida por Alfred Hitchcock.  Ganó el Oscar como Mejor canción original en 1956. Por esa misma época destacaban las canciones escritas por Doc Pomus y Mort Shuman, otro de los dúos de compositores fundadores de la música pop moderna, autores de clásicos como Go, Jimmy, Go (la versión de Bob Marley and the Wailers es extraordinaria), This Magic Moment, Little Sister (incluso Robert Plant hizo una versión), Viva Las Vegas (Elvis Presley la popularizó, pero no es el único en haberla grabado) y Save the Last Dance for Me, con la cual Leonard Cohen cerraba sus últimos conciertos, siendo además la única canción que interpretaba no escrita por él. Los hermanos Robert B. Sherman y Richard M. Sherman escribieron infinidad de bandas sonoras para filmes que con el paso del tiempo se convirtieron en clásicos, como Mary Poppins y Chitty Chitty Bang Bang, y son a su vez autores de enorme variedad de canciones, entre las que destaca You’re Sixteen

La primera versión de You’re Sixteen la hizo Johnny Burnette en 1960, y 13 años después el tema tuvo un extraño destino. En 1973 George Lucas la utilizó en American Graffiti y ese mismo año Ringo Starr, con acompañamiento de Paul McCartney, hizo una versión que fue número uno. En los sesenta emergió otro dúo histórico (sus canciones han pasado la prueba del tiempo), el de Mick Jagger y Keith Richards, autores de la mayoría de los 350 temas grabados por los Rolling Stones. En la década de 1960 es obligatorio mencionar al trío compuesto por Lamont Dozier, y los hermanos Brian y Eddie Holland, autor de canciones definidoras del sonido Motown (la mayoría cantada por las Supremes), como Heat Wave, Where Did Our Love Go, Baby I Need Your Loving, How Sweet It Is (To Be Loved by You), Stop! In the Name of Love, I Hear a Symphony, You Can’t Hurry Love (de 1966, y que en 1983 llegó al número uno en versión de Phil Collins), Reach Out I’ll Be There, Standing in the Shadows of Love, etc. etc.

Tal como consta, a Lennon-McCartney les tocó competir con los mejores compositores de la historia de la música pop, en una década en la que sobraba creatividad. Fue como si en la misma liga jugaran Pelé, Garrincha, Maradona, Ronaldo, Messi y Cristiano Ronaldo y se enfrentaran cada semana. A la manera de Mozart-Schubert, Bach-Beethoven, o el dúo que usted prefiera, Lennon-McCartney acuñó algo indefinible, propio de la genialidad cuando viene acompañada de inspiración. Pero el trabajo entre ambos no estuvo caracterizado por la cordialidad. La colaboración fue más tensión que placer. La rivalidad, tanto de talento como de ego, sirvió no obstante para que de esa competencia surgiera un puñado de canciones excepcionales, muchas de las cuales las escribió cada uno por su cuenta, aunque luego las registraron bajo la rúbrica Lennon-McCartney, como si fuera Mercedes-Benz, una sola marca. 

Lennon y McCartney, estuvieron hermanados tanto por un guión (-) que hizo las veces de “y” (en inglés equivaldría a and o &), como por la obra musical que crearon, rompiendo cánones para establecer un sonido que representa como ningún otro la época contemporánea, una que comenzó con posteridad a la segunda guerra mundial y que tuvo su primer momento cumbre, al menos en música, durante la década de 1960. Paul McCartney es el compositor en la historia con mayor número de canciones en haber llegado al número uno en ventas, 32 en total, seguido de John Lennon, con 26. Al primero, los derechos de autor le generaron hasta la fecha una ganancia de US$ 1.2 mil millones y al segundo, US$ 800 millones. Difícilmente pueda alguien superar el récord establecido por McCartney, considerado el compositor e intérprete más exitoso de todos los tiempos. Su canción Yesterday es la que cuenta con mayor cantidad de versiones grabadas en la historia de la música. Un total de 2.000. Según datos provenientes de Beatlesongs, de William J. Dowlding, de las 209 canciones grabadas por los Beatles, Lennon tuvo un 84.55 por ciento de “algún tipo de participación”, en tanto que McCartney, 73.65 por ciento. De acuerdo al libro, 61 canciones acreditadas a Lennon-McCartney las escribió Lennon, y 43 McCartney. 

A Day in the Life, considerada la mejor canción de los Beatles, es una de las pocas en que la colaboración de Lennon y McCartney fue por partes iguales. En otras, puede advertirse enseguida cuál de los dos puso el granito de arena más grande. Por ejemplo, el tono y ese qué se yo acústico evidencian que Strawberry Fields Forever y She Said, She Said, son de Lennon, y que Good Day Sunshine y We Can Work It Out, son de McCartney. A la vista de las genialidades que han legado, y que seguirán vigentes a lo largo de las épocas, puede decirse que los dos compositores nacidos en Liverpool fueron hermanos de la imaginación, mellizos, pero de madres diferentes. 

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