A días del blackout eléctrico sufrido por España y Portugal, queda la experiencia de campo como input para repensar el futuro que más allá del confort y la innovación continua de la mano de la industria tech, habla de nuevas e impensadas contingencias que debemos evaluar y abordar. El impacto de no disponer de energía eléctrica quedó en evidencia en aquella ventana de hasta 15 horas en España toda, tal el diseño del andamiaje social, nos convertiremos en verdaderos y completos inútiles, desde acciones tan sencillas como calentar agua o recargar el celular hasta la coordinación de la defensa de una Nación. No existe actualmente un Plan de Contingencias global en caso de un siniestro de dimensiones planetarias.
Históricamente la evaluación para el análisis y construcción de estos planes para actuar en casos de emergencia han considerado situaciones como; fallas tecnológicas, cortes de luz, inundaciones, incendios, terremotos, huracanes, hasta protestas sindicales o paros, nunca eventos de esta características y magnitud.
La Segunda Guerra Mundial requirió de un ejercicio permanente de elaboración de estrategias y métodos de emergencia, involucrando a millones de personas en cientos de países, pero en un contexto totalmente analógico, sustancialmente distinto al actual en donde todo está conectado a la velocidad de la luz, literalmente.
La evolución de la IA es motivo de preocupación y controversia dada la ausencia de perspectiva ética, desde Elon Musk hasta filósofos y ONGs se pronuncian respecto del riesgo que podría conllevar esta tecnología si se saliera de control, si no es que previamente inicie la competencia por la superioridad sobre la inteligencia humana, ¿podría entonces la IA “desconectar” centrales nucleares? ¿sería capaz de apagar turbinas de generación eólica y administrar selectivamente el suministro de energía vital para garantizar su funcionamiento y operatividad?
En simultáneo, y como respuesta al interés humano, las capacidades de los “killer robots” o sistemas de armas autónomos letales (LAWS) siguen en evolución. Se trata de robots que atacan sin intervención humana, detectando, seleccionando y disparando basados en sensores, lo que sin control puede derivar en errores catastróficos y pérdida de juicio ético. Sí, matar sin distinguir entre civiles y soldados, en ausencia de regulación internacional que controle el desarrollo y uso de estas máquinas que razonan artificialmente.
Estos sistemas de armas no tripulados pueden constituirse o ser incorporados a drones aéreos, acuáticos, vehículos terrestres, cambiando para siempre la naturaleza de la guerra, tornándola impersonal y menos controlable, con serias consecuencias en la seguridad global.
La realidad es que los “kill bots” o “robots asesinos” están en uso desde hace años en varios países que procuran como parte de su carrera armamentista desarrollar armas con cerebro, que piensen y decidan. La incorporación de inteligencia artificial en aplicaciones militares conlleva riesgos significativos que, junto a la altísima dependencia de la sociedad moderna de la provisión de corriente eléctrica, da cuenta que aparentemente no existe un Plan que alcance a cubrir semejante contingencia. Y si alguna duda subyace, solo deberás preguntarle a tu Inteligencia Artificial preferida si la IA podría ser un motivo para producir un cataclismo global.