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11 de septiembre 2024 - 5:00hs

La causa de constatar hoy una mayor demanda de atención y protección de adolescentes en los centros residenciales del INAU puede tener distintas posibles explicaciones; no son mutuamente excluyentes. Podría deberse a: mejor registro, aumento de las notificaciones (se denuncia más), aumento de las derivaciones debida a una posible reducción de los umbrales de riesgo, aumento de problemas en la población. O todos estos factores.

Hay tal vez cambios en la forma en que las autoridades responden a problemas sociales como la violencia doméstica, el consumo problemático de drogas y la salud mental. También, la magnitud de estos problemas. La violencia doméstica, la salud mental y el abuso de drogas han aumentado como factores de riesgo registrados.

También, y vale decirlo, parte de la explicación puede venir dada por lo que no se hizo o se hizo mal en la infancia de estos adolescentes. Sugiere un fracaso en dar a la familia la ayuda adecuada en el momento oportuno. Los adolescentes de hoy eran los niños de tiempo atrás. Muchos de ellos pasaron por experiencias de abusos, violencia intrafamiliar y malos tratos en la infancia. Presentaban importantes necesidades y vulnerabilidades, pero no recibieron la ayuda adecuada en el momento oportuno. Lo que no se hace bien y en tiempo y forma, se lamenta y sufre después.

Las familias que llegan o son derivadas al sistema de protección del INAU presentan distintas necesidades de ayuda. Pueden, por ejemplo, necesitar ayuda para enfermedades mentales no tratadas, violencia doméstica y familiar o consumo de drogas y alcohol. Esto exige proporcionar «asistencia adecuada» a los padres para mitigar los riesgos en el hogar antes de que un niño o un adolescente sea trasladado a un centro de atención fuera del hogar. Abordar de forma proactiva los riesgos para los niños y adolescentes mediante un apoyo eficaz a las familias. Mucho por hacer al respecto.

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Necesitamos estrategias de protección social alineadas con las de protección y cuidado de los niños y adolescentes. La protección social es un factor fundamental para reducir la separación innecesaria de los niños y adolescentes de las familias en crisis. Un mayor énfasis en factores estructurales puede ser un paso necesario hacia un cambio o ajuste de políticas.

Hacer realidad los derechos de las familias suele ser el camino más seguro para garantizar los derechos de los propios niños, que incluyen el derecho a una vida familiar. Cuando canalizamos nuestros esfuerzos y recursos para estar al lado de las familias y proporcionarles ayuda, ayudamos a los niños. Más ayuda para las familias significa más niños que permanecen seguros en casa, van mejor en la escuela, están física y emocionalmente sanos y, en definitiva, tienen más chance de lograr desarrollar su potencial.

Un sistema de protección de calidad se podría definir por su capacidad para garantizar que ningún niño o adolescente sea separado innecesariamente de su familia. El primer mandato de un sistema de protección de la infancia y la adolescencia es hacer todo lo posible para que los menores permanezcan seguros en sus hogares y evitar, en la medida de lo posible, que ingresen al sistema de acogida; y particularmente, en centros de acogida.

No son pocos los niños y adolescentes que seguramente estarían mucho mejor si hubieran permanecido con sus propias familias y éstas hubieran recibido una ayuda adecuada. En mucho la institucionalización excesiva de niños y adolescentes es sintomática de un sistema de protección y cuidado de la infancia y adolescencia que no funciona. Necesitamos menos niños y adolescentes institucionalizados e ingresados en centros residenciales del INAU.

El acogimiento (24 horas) fuera del hogar familiar suele consistir en un continuo de servicios de acogimiento que varían desde los tipos de acogimiento menos restrictivos (por ejemplo, acogimiento con un familiar) hasta el acogimiento más restrictivo, el acogimiento en un centro residencial.

El ingreso a un centro residencial debería justificarse como una intervención temporal, una solución provisional para los niños y adolescentes que por algunas razones válidas no pueden regresar a sus familias biológicas o mantenerse en contextos de tipo familiar. Un último recurso, que sólo debe utilizarse en ausencia de una alternativa familiar y durante el menor tiempo posible.

Una meta de la actual administración 2020 - 2024 del INAU fue profundizar la adecuación de la Protección Especial (24 horas) hacia modelos de base familiar y comunitaria. Reconversión a centros de acogimiento y fortalecimiento familiar (CAFF). El INAU avanzó en este cometido pero no ha desarrollado aún la oferta de familias de acogida necesaria para cambiar el sistema.

Tenemos hoy 38 CAFF (32%). De los 38 CAFF, 16 son de gestión directa y 22 de gestión por convenio. En diciembre de 2019, había 20 Centros de acogimiento y fortalecimiento familiar (CAFF). En el periodo 2020- 2024 hubo un incremento (a partir de reconversiones y aperturas) de un 90% si se toma la base de 2019.

Hay que mejorar sustancialmente el trabajo con las familias. Durante 2023 se han generado 185 ceses de unidades de acogimiento familiar, 69 por vulneración de derechos, lo que representa un 37%. Es un indicador importante porque puede proporcionar información sobre los desafíos a los que se enfrentan los familias de acogida y las áreas en las que se necesita dar más apoyo. Una de las posibles causas de estos 185 ceses en 2023 puede venir dada por la financiación. Esto es, los recursos monetarios asignados para contratar y retener a las FAMILIAS DE ACOGIDA. Parece necesario ampliar transferencias monetarias para las familias de acogida, dar un mayor apoyo a los progenitores (familia de origen) y encarar una mejora efectiva en los procesos de acogimiento familiar.

Crucial entonces mejorar el sistema de acogida familiar fortaleciendo el vínculo entre el menor, la familia biológica y la familia de acogida; manteniendo visitas periódicas al hogar para supervisar el progreso del niño o el adolescente y evaluar la idoneidad del hogar de acogida; ofreciendo apoyo y orientación a la familia de acogida, ayudando a desenvolverse en la complejidad del sistema; facilitando las visitas y procurando la reunificación cuando sea lo mejor para el niño o el adolescente.

Por otra parte, si partimos del reconocimiento de que un número determinado de niños y adolescentes presentan importantes factores de riesgo que hacen necesario un acogimiento en un entorno residencial restrictivo (seguro), tenemos que empezar por preguntarnos por la definición conceptual y operativa de “entorno restrictivo”. Sabido que hay circunstancias y condiciones que pueden hacer necesario el ingreso de un niño o un adolescente en un centro de acogida seguro para que esté a salvo.

EN BREVE,

1) Más y mejores acciones orientadas a la prevención de la separación familiar. El primer mandato de un sistema de protección de la infancia y la adolescencia es hacer todo lo posible para que los menores permanezcan seguros en sus hogares y evitar, en la medida de lo posible, que ingresen al sistema de acogida; y particularmente, en centros de acogida.

2) Hacer realidad los derechos de las familias suele ser el camino más seguro para garantizar los derechos de los propios niños, que incluyen el derecho a una vida familiar. Cuando canalizamos nuestros esfuerzos y recursos para estar al lado de las familias y proporcionarles ayuda, ayudamos a los niños. Más ayuda para las familias significa más niños que permanecen seguros en casa, van mejor en la escuela, están física y emocionalmente sanos y, en definitiva, tienen más chance de lograr desarrollar su potencial.

3) SERVICIOS «terapéuticos» relacionados con las drogas y el alcohol, la violencia doméstica, los servicios de salud mental y los cursos y apoyo a los padres. El acceso a estos servicios puede ayudar a las familias a crear un entorno más seguro en el hogar familiar para que los niños no tengan que ser acogidos fuera de casa. Los servicios terapéuticos también pueden ayudar a los padres después de que sus hijos hayan sido retirados de su cuidado. En estos casos, los servicios terapéuticos pueden ayudar a los padres a abordar los comportamientos nocivos detectados para que sus hijos puedan regresar al hogar familiar.

4) Menos niños y adolescentes institucionalizados e ingresados en centros residenciales del INAU. No son pocos los niños y adolescentes que seguramente estarían mucho mejor si hubieran permanecido con sus propias familias y éstas hubieran recibido una ayuda adecuada. En mucho la institucionalización excesiva de niños y adolescentes es sintomática de un sistema de protección y cuidado de la infancia y adolescencia que no funciona.

5) Cumplir con lo que debería caracterizar a un centro residencial. Esto es, una intervención temporal, una solución provisional para los niños y adolescentes que por algunas razones válidas no pueden regresar a sus familias biológicas o mantenerse en contextos de tipo familiar.

6) Acogimiento en un entorno residencial seguro para niños y adolescentes que tienen problemas de salud mental y corren un riesgo significativo de hacerse daño, hacer daño a otros o ambas cosas. Un acogimiento terapéutico que ofrezca: (a) un entorno coherente y de refuerzo con tutoría y estímulo; (b) una estructura diaria con expectativas claras y consecuencias específicas; (c) un alto nivel de supervisión de los adolescentes; (d) acceso limitado a compañeros problemáticos junto con acceso a compañeros prosociales; y (e) un entorno que apoye la asistencia diaria a la educación.

7) Hacer evaluación de riesgos. Todos los adolescentes deben ser evaluados por su probabilidad de participar en una variedad de comportamientos de riesgo, incluyendo dejar el centro residencial sin consentimiento (salida no autorizada). La evaluación debe realizarse cuando se ingresa al Centro y debe ser continua y revisada cada vez que cambien los factores de riesgo. Como mínimo, entiendo importante una nueva evaluación 30 días después del ingreso al Centro y en sucesivas revisiones bimestrales. Evaluación de la salud mental en el momento del ingreso para detectar posibles riesgos que justifiquen una intervención inmediata.

8) Mejor y mayor acción coordinada entre el sistema público de salud mental y las funciones de amparo y protección del sistema INAU. Hay necesidades asociadas a centros de atención a episodios agudos en salud mental. Dificultades para derivaciones oportunas y efectivas en lo que respecta a respuestas fuera del sistema de protección de 24 horas del INAU, correspondientes a la red de instituciones de atención a las familias y en particular en los temas relativos a salud mental y problemáticas específicas como atención y tratamiento psicológico-psiquiátrico y atención de, por ejemplo, situaciones de consumo problemático de drogas en adolescentes. La responsabilidad de los servicios de diagnóstico y tratamiento recae en el sistema de salud.

9) Corregir y cambiar para evitar que los centros residenciales del INAU reúnan la atención de niños y adolescentes de diferentes edades y con perfiles y necesidades con diverso nivel de complejidad. Algo que sucede y no debe suceder.

10) Controlar asistencia a los centros educativos. Importa conocer los niveles de inasistencia a los centros educativos, las trayectorias educativas y el nivel de desempeño (aprendizajes) de los niños y adolescentes en acogimiento residencial y acogimiento familiar. Aún sin contar con evidencia proveniente de estudios específicos, podemos decir que los niños y adolescentes en acogimiento residencial, enfrentan problemas en sus trayectorias educativas, tanto problemas de socialización como problemas de asistencia al centro educativo y mayor insuficiencia que sus pares en la adquisición de aprendizajes.

11) Identificar los problemas en la suficiencia y calificación de recursos humanos. Revisar criterios para la dotación de personal con requisitos relativos a la necesidad, la contratación, la acreditación y la formación; entre otras cosas. El saber técnico y la aplicación de conocimiento, componente central para dar fundamento y hacer factibles y operativas las ideas generales impulsadas desde lo político. Mucho por hacer al respecto.

12) Colaboración y coordinación de varios Organismos que operan dentro de los sectores más amplios de la protección y bienestar social, la educación, la salud, la seguridad y la justicia.

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