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3 de agosto 2025 - 5:00hs

Fernando Gabriel Enciso Balparda construyó una extensa carrera autodidacta y un lugar en la escena del teatro nacional. Se construyó como una referencia en la comunidad queer en medio de la persecución de los años 80. Construyó una familia de personas que lo aman y un hogar en cada casa a la que entra a través de la televisión. Se construyó hasta un nuevo nombre: Petru Valensky.

“Soy de los que muy pocas veces ha esperado algo”, dice ahora a los 66 años con casi cinco décadas de trabajo en su haber. Sin embargo, ya no queda lugar en sus paredes tapizadas de premios, reconocimientos, premios y diplomas. La vida artística de Petru Valensky está desparramada en las paredes de su casa.

Ahora tendrá uno más: Ciudadano Ilustre de Montevideo. La distinción, promovida por la Junta Departamental y aprobada por el intendente interino Mauricio Zunino, se reserva –según reglamento departamental– para premiar “méritos de extraordinaria singularidad a personas uruguayas de destacada trayectoria local e internacional”. Para Valenksy, llega como “un mimo” que tampoco esperaba.

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La primera vez que se paró ante cualquier tipo de público fue en una capilla. En el colegio Santa Elena el cura Juan Algorta le pidió que leyera un pasaje en la misa. “Eran tantos los nervios que yo creo que estuve a punto de desmayarme”, recuerda ahora, pero esa sensación se curtiría luego bajo las luces de un boliche gay en el Centro de Montevideo.

Años más tarde, en un salón del Liceo 15, se encontraría con María Inés Obaldía y construirían juntos un refugio en medio del caos. “Yo era la que se sentaba en el corredor y enfrentaba los embates del exterior, mientras él estaba más resguardado contra la pared del salón de clases”, recuerda ella.

Obaldía se encontró entonces con un muchacho muy delgado, con una raya perfecta en el cabello que peinaba para el costado –aunque nunca lograba domesticar completamente– y algunas marcas de acné en la piel. “Se percibía en él una voluntad de hacer las cosas bien, de ser correcto, de ser buen estudiante, de estar a la altura del desafío para su propia familia también”, recuerda la diputada, que lo describe como un compañero un poco solitario, atento y una persona “muy sensible al dolor ajeno”.

Alrededor de aquellos años, Petru dice que se quedó solo. Un domingo de invierno sus padres decidieron emigrar a Paraguay. Él los vio tomar el ómnibus y al regresar a la casa encontró las facturas en una bandejita sobre la mesa del living y a una gata negra como compañía. “Nos quedamos solos, Negrita”, recuerda que le dijo.

Obaldía se acuerda ahora de esos años de juventud adolescente como tiempos de búsqueda para su compañero de banco. “Te diría que no era un adolescente feliz. Por eso me alegré muchísimo cuando dejó de ser Fernando Enciso y pasó a ser Petru Valensky”.

Un actor se bautiza

Un vecino de la calle Asturias, en el barrio Buceo, lo apodó Petruccelli en referencia a un jugador de Boca Juniors – “porque tengo una boca muy grande”, dirá Fernando– y después lo cortaron simplemente a Petru. Ese antecedente fue fundamental el día que se apersonó en la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA) con la intención de asociarse al gremio. Para su sorpresa, ya había alguien llamado Fernando Enciso en Paysandú que también era artista.

Poneme Petru, porque Petru me dicen –le dijo a Teresa González, que lo anotó en sus planillas junto a tantos otros actores–. Y Valensky, por los cuentos de Judith Krantz de "Stash" Valensky.

“Sonaba bien. Al principio pensaban que era judío, brasileño, polaco, ¡qué se yo! Después hasta la familia dejó de decirme Fernando, era solo Petru”, dice el actor.

Obaldía destaca que desde ese bautismo actoral, Petru Valensky se fue moldeando a la luz de los focos teatrales. “Es un tipo feliz, es un tipo con desparpajo, es un tipo poderoso en el escenario, es extremadamente perceptivo. Ahora es una personalidad, como se usa decir ahora, empoderada. Cuando pasó de ser un flacucho con granitos a ser el dueño de las piernas más hermosas de todo el espectáculo nacional, el alma se le puso en otro lugar. El teatro le permitió florecer”.

De profesión artistas, de sótanos concert

Fuimos los patitos feos, la canción que cantaba Nacha Guevara, estaba en un casete que le había regalado su madre sin saber que sería la llave de su futuro. “Me acuerdo como si fuera hoy. Estaba con una queridísima amiga en el Sorocabana cuando llevé el casete y le dije esto es lo que yo quiero hacer, quiero cantar esas canciones”.

Controversia, un boliche gay en el Centro de Montevideo, era el escenario efervescente del café concert y el primer escenario al que subió después de la misa dominical. “De a poco me fui moldeando, me fui aflojando. Un poco ayudado por el público, porque ese público hace tantos años atrás te daba una ayuda importante”, recuerda Valensky y señala que se trataba de una época donde decía la palabra pueblo o independencia en un sketch y todo estallaba en aplausos. “Ni te cuento cuando cantaba Vuelvo o Por qué cantamos. Todas esas canciones eran muy fuertes, muy de resistencia, muy del propio café concert”.

Controversia
Petru Valensky en Controversia

Petru Valensky en Controversia

En un contexto en el que la dictadura cívico-militar perseguía a la comunidad gay del Uruguay, Petru Valensky subía al escenario y se paraba bajo los reflectores. “Era valiente. Pero tenía un sabor ese peligro que era increíble, desde el lugar donde se hacía hasta los temas que se tocaban. Yo creo que éramos muy inconscientes, muy gurises y lo hacíamos de esa manera”, dice ahora a El Observador y la describe como una época de "gloria".

En la madrugada del 12 de enero de 1982, 20 minutos antes de las dos de la madrugada, estaba haciendo La Petruchita en Gente –otro boliche céntrico de la época donde hacía su espectáculo– cuando una razia arrasó con el local y se los llevó a todos. Estuvo detenido durante 72 horas en la Jefatura de Montevideo.

Esa detención le costó un trabajo en el club Biguá y un ataque de pánico. “Un amigo tuvo la inteligencia de decirle a mi madre ‘hay que llevarlo ya a una psicóloga porque si no va a ser peor’. Me sacó adelante. Hoy no da vergüenza, pero en aquella época daba mucha vergüenza”, recuerda Petru.

En aquel momento trabajaba además en la veterinaria Angus y recuerda que su dueño, Gustavo Michelini, en lugar de entregarle un cheque con la liquidación del despido lo llevó a tomar clases en la Asociación Cristiana de Jóvenes con Washington Sassi, donde formó parte de varias obras infantiles. Y aunque abandonar el sueño del café concert podría haber sido una opción nacida del miedo, regresó e hizo carrera sobre las tablas.

“Yo me felicito a mí mismo por haber seguido hacia adelante”, dice.

Italia Fausta, un presagio y una vida en el teatro

Una noche, después de una función en Controversia, Omar Varela le propuso un papel que marcaría su vida. Recién había regresado de Río de Janeiro, donde había sido testigo del teatro besteirol y quería traerlo a Uruguay. “Vos tenés que hacer Italia Fausta, le dijo a Valensky. La obra, escrita por Miguel Magno y Ricardo de Almeida, era una mirada crítica a la sociedad desde un registro irreverente y un humor desatado. Dijo que sí y una semana después, encontró su nombre publicado junto al anuncio de la obra en el diario. Hasta ese momento no creía que fuera cierto.

¿Quién le teme a Italia Fausta? se estrenó el 6 de febrero de 1988 con Luis Charamelo, Virginia Méndez y Petru Valensky. “¡Un calor en este país! Era insoportable”, recuerda el actor, que por entonces compartía casa con la actriz Cristina Echezuri y casi como un presagio le dijo:

– Mirá, Cristina. Vamos a estrenar esta obra, vamos a estar una semana en cartel o toda una vida.

De esa conversación ya pasaron 37 años, en los que Italia Fausta se convirtió en la obra de mayor permanencia en cartel e inició un ciclo de temporadas internacionales que los llevaron a la calle Corrientes de Buenos Aires, Paraguay, Estados Unidos y Venezuela, acumulando más de 400 mil espectadores y contando. Es, a todas luces, un hito para el teatro nacional.

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Sin embargo, la critica no los acompañó desde el comienzo. Italia Fausta fue escandalosa y fue subestimada por los círculos de la crítica hasta que el público empezó a llenas las salas. Valensky destaca que los primeros que les dieron un empujón fueron los integrantes de la comunidad LGBTQ+, tanto de Uruguay como de Argentina: las colas para ver la obra eran largas y llegaban a hacer tres funciones por noche. “El director del Millington Drake un día le dijo a Omar Varela: ‘¿Siempre va a venir este público?’. ‘¿A usted le está dejando plata?’. ‘Mucha’. ‘Entonces no pregunte’”.

Él mismo se convirtió a lo largo de su actividad artística en una referencia de la comunidad, una figura visible y un referente en el mundo del espectáculo. ”Había mucho prejuicio hacia la homosexualidad. Se han ganado derechos y faltan muchísimos. Falta mucho, mucho, mucho. Pero se ha ganado. En aquella época decir abiertamente cómo era uno o los sentimientos que tenía uno no estaba bien visto, era pecaminoso”, recuerda Valensky.

Fue en aquellos comienzos de la compañía cuando conoció a Marcelo “Fito” Galli en la feria de Villa Biarritz. “Venía repartiendo volantes de la obra ¿Quién le teme a Italia Fausta? porque se acababa de estrenar. Me dio el volante y dije ‘tengo que ir a ver esto’. Fui y me enamoré de él, de la compañía, de la obra. Siempre decimos que decimos por lo alto lo que la gente grita por lo bajo, esa es una frase de Petru, y me enamoré de esa forma de hacer teatro”, recuerda ahora Galli en diálogo con El Observador.

Italia Fausta Petru Fito Galli
Petru Valensky y Fito Galli en ¿Quién le teme a Italia Fausta?

Petru Valensky y Fito Galli en ¿Quién le teme a Italia Fausta?

Todavía no lo sabían, pero ese sería el inicio de un tándem artístico que se ha convertido en un sello de garantía. A Italia Fausta le siguió la trilogía de Alcanzame la polvera, No te vistas que no vas y Golpeá que te van a abrir.

“Tuve la suerte de ser parte de proyectos transgresores”, dice Galli mirando su carrera. Y esa transgresión a la que se refiere fue bien recibida por un público que llenaba las salas. “Yo ahí creo que hay un 90% de Petru, por la energía que tiene. Yo ligo de costado porque la gente lo ama, lo ama de verdad, es impresionante”.

Embed - Petru Valenski y Fito Galli presentan "Alcanzame la Polvera" en Rocha (1993) #RESCATEVHS Interior

En living de la casa o desde la vereda con la ventana abierta: Petru Valensky y la televisión

Era un sábado al mediodía y quedaba poco para cerrar cuando Omar Gutiérrez entró por la puerta de la veterinaria con un caniche debajo del brazo. Petru ensayaba las canciones de Cabaret –la obra que Sergio Otermin le había ofrecido en el Teatro del Centro– para un único espectador, un perro mojado que lo miraba desde la bañera del local, cuando lo escuchó entrar.

“¿Pero usted no es el de Italia Fausta?”, le preguntó el conductor de De Igual a Igual cuando lo vio aparecer con la túnica empapada por la puerta de la veterinaria. "El lunes te espero en el programa. ¿Tenés una peluca? Traela".

Petru Valensky apareció por primera vez en las pantallas de los uruguayos en lo que fue el primer acercamiento de un vínculo que permanece hasta el día de hoy. Una relación cotidiana a través de la tele. “Ahí nace Teresa Tenaza, la mujer de su casa. Hasta el día de hoy hay gente que se acuerda de ese personaje, que después pasó a ser en los últimos años La Doris de Canal 10”, recuerda el actor.

Petru Omar Gutierrez Fito Galli
Petru Valensky y Fito Galli en De igual a igual con Omar Gutiérrez

Petru Valensky y Fito Galli en De igual a igual con Omar Gutiérrez

El primer día de julio de ese mismo año le sonó el teléfono. Julio Frade lo invitaba a integrar el elenco de uno de los programas humorísticos que marcó la televisión nacional: Decalegrón.

Recuerda que cuando se lo comentó a Gutiérrez el conductor le dijo tres palabras: Dejamelo a mí. “¿Podrás creer que arregló para que yo estuviera en los dos canales? Al mediodía salíamos en vivo con Omar en Canal 4 y después volvía a Canal 10 para seguir grabando Decalegrón”.

“Era fantástico porque pasaban los años y seguíamos en la cresta de la ola. No había con qué darle, Decalegrón era impresionante”, recuerda de la época del programa humorístico, aunque con los años y especialmente la crisis de principios del siglo puso el final de los grandes programas de comedia en la televisión abierta.

Embed - DECALEGRON - INTRO (1995)

Luis Orpi, uno de los comediantes que formaba parte de aquel elenco, elige un recuerdo en especial para pintar a Petru Valensky. “Destaco sobremanera una vez más su conocida solidaridad”, inicia.

“Una mañana de julio, grabando Decalegrón, me hacen saber que había llamado hacía unos minutos mi señora esposa María José. Iba para el sanatorio porque era inminente el nacimiento del Luigi, nuestro primer hijo. En menos de cinco minutos corrí hacia la entrada del canal en busca de algún vehículo o de alguna solución. Es allí donde Petru aparece, me toma de un brazo, me mira y me pregunta ¿cuánto precisas? – recuerda Orpi–. Quizás este hecho no cambie el mundo, pero para mí significó mucho”.

Esa característica generosa y desinteresada es un punto en común para quienes hablan de Petru Valensky. Así lo pinta Obaldía: “Él siempre ha sido muy bueno. Es una persona muy sensible al dolor ajeno, ya era en la adolescencia donde había un dolor, una frustración, una injusticia, él se conmovía con eso. Ahora no sólo se conmueve, ahora actúa. Es extremadamente generoso: hace actuaciones, hace beneficios, está atento, regala. Ahora es una persona extremadamente generosa, que se saca cosas de sí misma para dárselas a los demás”.

Cuando viajó a Londres conoció La experiencia de Dame Edna, un programa de humor con entrevistas del comediante Barrie Humphries, y cuando el director de VTV le preguntó si quería tener un programa de inmediato pensó en ella y en Fito Galli para que lo acompañara. Decidieron dar vida a dos nuevos personajes: las hermanas Norma y Mimí Coito (los nombres, en referencia a las Pons de argentina; el sugerente apellido, inspirado en el de un compañero de la compañía de teatro).

Dos por noche, el programa de trasnoche donde dieron vía libre a la irreverencia y el desparpajo que los caracteriza, se convirtió rápidamente en una rareza de la televisión uruguaya. En la señal de cable pasaron desde políticos hasta figuras de la cultura a entrevistarse con las dos hermanas, en un programa que bien podría remover las fibras de la adormecida programación televisiva incluso 20 años después de su estreno en 2003.

“Si podés cambiar una cabecita ya es tarea cumplida”, dice Galli respecto al programa.

En aquel momento, cuenta, la gente se comunicaba con ellos a través de correos electrónicos y Galli recuerda particularmente un mensaje que llegó al programa. “Una vez escribió un señor de un pequeño pueblo en Tacuarembó que decía que a partir de que veía el programa había cambiado su relación con los travestis del pueblo. Yo no le iba a explicar que éramos actores de vestidos mujer, no le dije nada. Dos meses después recibimos otro mensaje de una señora, también por mail, que nos contaba que su marido abría la ventana del comedor para ver el programa con los travestis que estaban en la calle trabajando. Y entonces le pregunté, ¡y era la mujer del tipo! Si vos podés transformar una vida, ya es tarea cumplida”.

Durante la campaña electoral de 2004 las hermanas Coito se candidatearon al Senado con la lista 6969. “Las hermanas Coito al poder”, era el slogan con el que salieron a recorrer el país. “Hubo que avisar que era broma”, dice Petru.

“Había más gente en los actos nuestros que en los actos de los verdaderos candidatos. Pero una diferencia importante, hablo de que había 100 en un lugar y 5.000 en otro”, dice Galli y recuerda un día en el que había tanta gente que fue necesario subir el muro del vecino para poder entrar al gimnasio donde habían armado el set del programa. “Imagínate, vestidos de mujeres además, con los tacos, trepándonos y los vecinos ayudándonos a pasar por el muro”. Figuras de todo el espectro político llegaron a pedir que los entrevistaran en el programa. “Una cosa rarísima. ¡Rarísima!”, dice Galli.

Desde 2010 Valensky esta en la pantalla como parte del magazine matutino de Canal 10, que hoy lleva el nombre de La mañana en casa, junto a figuras como Magdalena Correa, Eduardo Gianarelli, Eliana Dide o Ana Durán frente a cámaras. “Me gusta preguntar lo que preguntaría mirando la televisión”, dice sobre su rol de entrevistador en el programa matutino de Canal 10. La curiosidad es uno de sus rasgos característicos y ha aprendido a desarrollarlo en televisión. “Hago otro tipo de preguntas, las que me interesan y creo que a la gente también”.

En ese mismo lugar volvió a sentarse junto a María Inés Obaldía todas las mañanas como en las clases de preparatorio. Hasta que la conductora dejó su lugar en el programa para asumir el rol de directora de Cultura de la Intendencia, y dedicarse a una carrera política que hoy la ubica en la bancada frenteamplista de la Cámara de Representantes, compartieron cientos de programas en televisión abierta.

“Él es una persona que trabaja sobre territorios que conoce. Es decir: conoce su público. No es un explorador a ciegas. Es casi una figura de culto también”, reflexiona Obaldía, que lo describe como un comunicador "poco frecuente”.

“Su hechizo es para determinadas personas, y eso es poco común porque no todo el mundo lo puede tener. En realidad podés aprender poco de él, porque es único. Tiene un camino propio y es un muy buen amigo de gente bien diferente. Vos ves gente de distinto posicionamiento social y de distinta mirada política en todos los lugares a los que él va, y en todos lados él es bien querido por mucha gente. Es una rara avis, no lo dudes, es un pájaro exótico”, señala su compañera.

A pesar de que la relación que tiene con la televisión lleva más de 35 años y parece un vínculo natural, Petru Valensky confiesa que tuvo que acostumbrarse al formato. “Me acostumbré hace no muchos años a la televisión, porque yo necesitaba el público, la risa, el aplauso, esa devolución. Uno estaba acostumbrado al teatro”, dice el actor.

Un emporio del afecto

Ya perdió la cuenta, pero calcula que lleva más de tres mil fiestas en su agenda. Cumpleaños, casamientos, fiestas empresariales o lo que sea que se pueda celebrar. Desde casas de familia a mansiones millonarias: Petru Valensky entró a miles de hogares y escuchó las risas.

"Estoy bendecido por el espíritu de Petru”, dice el conductor Diego González, quien junto a su pareja le pidió al actor que oficiara la ceremonia de su casamiento. “Fue preciosa la ceremonia. Nos hizo emocionar. Todo el mundo que fue al casamiento tiene un recuerdo divino porque es una persona muy sensible, entendió lo que se necesitaba en ese momento y fue perfecto”.

Si bien nunca llegaron a compartir el mismo programa, los dos coincidieron en los pasillos de Canal 10 y desde entonces el conductor tiene un cariño especial por el humorista. “Petru es una persona buena. Creo que de ahí para adelante todos los adjetivos que le quepan son secundarios. Es un tipo exageradamente generoso con su tiempo, con su trabajo, con sus cosas materiales. Creo que es una persona buena, que que es pila. A mí me encantaría que alguien diga eso de mí: es una buena persona”.

Actuó para Amalia Lacroze de Fortabat, Pinky y Graciela Borges. Hizo Cabaret para figuras del deporte como Pelé y obras de café concert para iconos de los medios como Susana Giménez y Mirtha Legrand. También trabajó en fiestas de personas que prefiere no nombrar. “He hecho cosas increíbles. ¡Qué increíble! Tengo recuerdos impresionantes”, dice cuando repasa en su memoria como si fuera un hallazgo incluso para sí mismo (y sin contar las veces que compartió camarín con Rosa Luna o cuando cenó con el Indio Solari en Nueva York).

Es que Petru Valensky hizo una carrera en el humor pero también hizo obras dramáticas y musicales, espectáculos de ópera, tango y zarzuela. “Es un tremendo actor Petru. Y aparte tiene la cosa de los actores de otra época, que están atravesados por el ámbito del teatro independiente, que pasó por todos los escalones que tenía que pasar. Y yo creo que es uno de los pocos artistas completos en Uruguay. Escribe, baila, canta, actúa, conduce un programa de televisión, es un artista muy completo”, considera González.

Cuando despliega el currículum hay también una aparición en el cine. Cuando formó parte del elenco de El Chevrolé –la película de 1999 que reunió figuras como Jorge Esmoris, Tabaré Rivero, Rubén Rada, Hugo Fattoruso o Leo Maslíah–. Ahora, dice que le gustaría volver a la experiencia cinematográfica, pero esta vez quiere hacer algo diferente. “Quiero salirme de la comicidad y hacer drama. Yo creo que pasa el tiempo y me voy sintiendo de esa manera. Hoy en día siento que estoy para hacer un drama, capaz que hace unos años atrás no era así”.

En 2010 decidió incursionar en el Carnaval con Los Muchachos. El conjunto de parodistas recorrió tablados como el guarda cárcel de la parodia de Procesado 1040 y hasta de la cantante francesa de Édith Piaf.

Embed - Los Muchachos - 2010 - Parodistas Carnaval

Más de diez años después, en 2023, se estrenó en la categoría de Murga con Nos Obligan a Salir, en una dupla cupletera con Jimena Vázquez –con quien ya había compartido escenario en Esperando la carroza para la Comedia Nacional– como Juan Carlos Uruguay y María Democracia. Y en cada escenario la popularidad de Petru Valensky se hacía evidente, desde el tablado más pequeño hasta las noches de rueda en el Teatro de Verano, cuando recorría la platea y se mezclaba con la gente.

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Jimena Vázquez y Petru Valensky en la antesala de los tablados
Jimena Vázquez y Petru Valensky en la antesala de los tablados

Ese mismo año recibió el Premio Florencio a la trayectoria, que guarda en su casa junto al premio a Mejor Actor Extranjero que la Asociación de Críticos de Arte de los Estados Unidos le entregó por su papel en ¿Quién le teme a Italia Fausta? en 1998.

El aplauso necesario

Cada tanto vuelve en la conversación a aquel domingo de invierno, cuando vio a sus padres irse del país. “El día que se fueron pasó de todo. Pero de todo: lluvia, invierno, apagón”, dice. Aquella separación le presentó –según cuenta– dos alternativas: quedase en soledad o armar una nueva vida con la ayuda de sus amigos.

Con los años Petru Valensky se construyó una familia. Una legión de amigos y un público que lo aplaude, lo deja entrar en sus casas y lo abraza por la calle. Ese en el cariño de ese público que se ha convertido en una necesidad y en la certeza de que, en realidad, no está solo. “Necesito el público y necesito a la gente. Y no tengo ningún problema en decirlo: los necesito”, expresa.

Esperando la carroza Petru

Lo que dejaron sus padres atrás fue un profundo impulso de libertad, casi revolucionario, que ha sido la guía de estos últimos 50 años. “Mi padre siempre decía que cada uno era dueño de hacer de su culo un pito mientras no moleste a nadie. Y mi mamá, también. Me dejaban hacer, crear. Nuestros padres nos dieron una libertad total. Y eso lo tengo presente siempre: nunca jodas al prójimo. Es lo mejor que me pudo dejar. Y lo tomé al pie de la letra”, dice ahora Petru.

Esa libertad se traduce a su carrera artística y a la filosofía de un actor que nunca se bajó del escenario, incluso en los momentos más difíciles.

“¿Sabes qué pasa, negra?”, dice Valensky y deja que un breve silencio anticipe sus palabras. “Yo me quiero ir de este mundo habiendo vivido con dignidad de ser quien soy y haberme demostrado cómo soy. Nunca tuve una careta, siempre he sido el mismo. Y eso creo que es lo más valiente de mi vida”.

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Petru Valensky Cultura Ciudadano Ilustre de Montevideo

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