Se dice que la inteligencia artificial reemplazará muchos empleos, que harán el trabajo mejor que las personas, que es una revolución sin precedentes. Pero lo que hace la IA... ¿a los consumidores les gusta?
Vayamos a las pruebas: Mc Donald's de Holanda publicó el 6 de diciembre de este año un anuncio de Navidad hecho con IA. El 9 de diciembre lo bajaron. Hubo fuertes críticas en redes sociales. En una declaración a BBC News que el momento sirvió como "un aprendizaje importante" mientras la empresa exploraba "el uso efectivo de la IA".
Coca Cola también enfrentó serias críticas por un anuncio navideño hecho con IA.
En el ámbito publicitario, en 2026 probablemente se intensificará un fenómeno que ya empezó en 2025: si los usuarios detectan que un contenido fue hecho con inteligencia artificial, lo verán con menos satisfacción.
valoran los productos basándose en el esfuerzo humano percibido para crearlos. Al saber que una obra fue generada por IA, asumen un esfuerzo bajo, lo que reduce su valoración de la creatividad y la novedad del producto
Hay estudios científicos que lo respaldan y que se vienen examinando desde 2024. Uno elaborado por una investigadora de Google, llamada Irene Rae, muestra algo bien simple: aunque el texto sea el mismo, si a la gente le decís que fue hecho con IA, cambia cómo percibe lo creado. En un experimento con 1.641 respuestas, se presentaron contenidos escritos por humanos, pero etiquetados como “humano”, “humano con ayuda de IA” o “generado por IA”. Cuando los participantes creían que se usó IA, quedaban menos satisfechos y evaluaban peor al creador, pero no cambiaban sus juicios sobre el contenido en sí.
¿Avisar a un usuario que el contenido está hecho con IA ayuda? Una investigación académica publicada en 2025 en la revista Organizational Behavior and Human Decision Processes revela lo que los autores denominan el "efecto de divulgación de la IA": una paradoja donde la honestidad sobre el uso de inteligencia artificial reduce significativamente la confianza hacia quien la emplea. A pesar de ser promovida habitualmente como una práctica ética de transparencia, trece experimentos demuestran que tanto individuos como organizaciones son percibidos como menos confiables cuando admiten haber utilizado herramientas de IA generativa para realizar sus tareas.
El estudio concluye que esta pérdida de confianza se debe a una reducción en la "legitimidad" percibida: esto significa que el uso de IA se interpreta como una desviación de las normas sociales, que valoran el esfuerzo y el razonamiento como algo exclusivamente humano.
Euge Oller, un experto en marketing digital, explicó en su canal de YouTube que hay que utilizar la inteligencia artificial en el “backend”, como en la creación de guiones y procesos, pero no para la generación completa de anuncios públicos si se busca transmitir calidad y esfuerzo. Es decir, que las personas deben usar la inteligencia artificial para desarrollar sus creaciones sin que sea percibido por la gente que se haya utilizado.
El asunto es que la inteligencia artificial está mejorando de manera radical al punto de hacerse indistinguible de la realidad. No en vano, un columnista de The Verge dice que los generadores de imagen se están volviendo mejores "a medidas que se vuelven peores". Significa que el hacerse más natural, asumiendo posturas más espontáneas, tienen más ruido. Y a golpe de vista, parecen reales de verdad.
Esto hace que la credibilidad sobre qué es real y qué no pueda hacerse más difícil de discernir. Esto puede generar otros problemas como desconfianza generalizada, cinismo y sobrecarga de verificación. En el estudio "Etiquetado de contenido sintético: Percepciones de los usuarios sobre los diseños de etiquetas de advertencia para contenido generado por IA en redes sociales" hecho por The Open University de Reino Unido, se señala que "algunos diseños provocaron una mayor carga cognitiva para entender si la imagen fue generada o editada por IA.
¿Cómo perciben los uruguayos la inteligencia artificial?
En Uruguay ya se realizaron encuestas que muestran que, frente al avance de la inteligencia artificial, predominan la curiosidad, la cautela y la incertidumbre, según informó El Observador en agosto de este año. No ha habido un estudio específico sobre los contenidos en sí, pero sí a nivel general.
Entre los jóvenes, la curiosidad es la emoción más fuerte (28,6%), mientras que en las personas mayores de 60 años predomina la incertidumbre (27,4%).
Cuando se plantea la idea de que la IA podría mejorar la calidad de vida, más de la mitad de la población no define una postura concreta. Solo el 38% de quienes ya la utilizaron está de acuerdo con esa afirmación.
Siete de cada diez uruguayos consideran que la inteligencia artificial debería estar regulada mediante leyes u otras normas. Ese apoyo crece con la edad: llega al 80,9% entre mayores de 60 años, pero desciende al 58,4% en el grupo de 18 a 34 años.
Sobre su impacto laboral, el 54,6% opina que la IA eliminará ciertos empleos, pero también dará lugar a nuevas ocupaciones. Un 35,2% cree que desplazará a la mayoría de los trabajos, mientras que apenas un 10,2% piensa que solo será una herramienta de apoyo.
El pesimismo aumenta con la edad: el 44,3% de los mayores considera que la IA reemplazará la mayor parte de los empleos, frente al 29,4% de los jóvenes. A la inversa, el 61,3% de los jóvenes sostiene que, aunque la IA sustituirá algunos trabajos, también generará nuevas oportunidades laborales.