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3 de mayo 2025 - 14:16hs

Te doy la bienvenida a este Doble Programa, que llega a tu bandeja de entrada el segundo día de mayo.

Los restos del feriado todavía sobrevuelan en la redacción –aunque es de esos lugares que nunca paran y fuimos varios los que trabajamos ayer– y mientras me dispongo a escribirte estoy pensando en la serie que voy a ver el fin de semana: El Eternauta.

Lo que me lleva a otro hilo de pensamiento.

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Muchas cosas pueden pasar cuando evitás la tentación del botón de saltear intro en la televisión, Carla. Los segundos en los que se presenta una serie dicen mucho del contenido que estamos a punto de ver y respeto a las producciones que le ponen cariño a esa antesala de la ficción.

También te diré que soy una ferviente defensora de que las malas aperturas no merecen más tiempo del estrictamente necesario: una vez, o dos, para ver qué tienen para ofrecer. Y nada más.

Hace un tiempo Emanuel escribió una sentida defensa sobre esto, así que no me voy a extender demasiado y te la voy dejar por acá. Hoy quiero hablar de las canciones. Los temas de apertura de las series de televisión que se han convertido en una marca de identidad.

La mayor decepción que me llevé de la última temporada de The White Lotus fue, justamente, la canción de apertura. Si viste las tres temporadas sabrás que la composición de Cristóbal Tapia de Veer era realmente una forma de entrar en el clima de las complicadas vacaciones de los ricos y megarricos. Las variaciones entre las dos primeras temporadas marcaron un temperamento en la serie y para la temporada italiana la canción cobró sentido en sí misma, convirtiéndose en un tema de reproducción en plataformas.

Embed - The White Lotus Season 2 Opening Theme Song | The White Lotus | HBO

Sin embargo, este año la esperé hasta el final pero no tuve esa sensación de anticipación y peligro, los vocales característicos ni el pulso que anticipaba la acción. Esto fue el inicio de una discusión artística entre el creador de la serie Mike White y el músico chileno, que terminó renunciando al proyecto y publicando la versión extendida en sus propias redes. Y, como era de esperarse, ahí estaba lo bueno.

El argentino Gustavo Santaolalla compuso la música de otra de las series de este año: The Last of Us. En principio le encargaron la banda sonora para el videojuego hace más de 10 años y entregó una pieza compleja y emotiva; y lo volvió a hacer ahora, con la adaptación que escuchamos en una de las mejores series de HBO del momento. “La música responde a la profundidad y la espiritualidad que vienen a partir de estar confrontados con la muerte, o con un evento postapocalíptico como una infección en masa”, contó en una entrevista con Página 12.

Embed - The Last of Us | Opening Credits | Max

Santaolalla –ganador del Oscar por las composiciones de Secreto en la montaña y Babel– encontró en la música “parte del ADN” de la serie. La banda sonora es un personaje más. El compositor incluso tuvo un cameo en el primer episodio de la segunda temporada, durante un baile que se organiza en el poblado de Jackson –que se resiste a la plaga de zombies mutantes inoculados por hongos– en un simpático momento de reconocimiento al creador de la música.

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Hace unos días, Zedd versionó el tema de Severance junto a la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles durante su set en Coachella.

El tema de apertura, compuesto por Theodore Shapiro –así como la banda sonora ganadora del premio Emmy– se convirtió en un acompañamiento perfecto para las inquietantes escenas de una oficina muy particular y trascendió las barreras de la televisión para llegar hasta a los sets de DJs en fiestas europeas.

Embed - Severance — Opening Title Sequence: Season 2 | Apple TV+

Lamentablemente la serie de Apple TV no está disponible por el momento en Uruguay (por vías lícitas al menos) pero es una de las novedades más interesantes de los últimos años. Una historia sobre el trabajo, la vida cotidiana y la tecno-distopía.

Antes de continuar, contame: ¿cuál es esa canción que sonaba en la televisión y no podés olvidar? Yo puedo cantar la apertura de Friends entera en cualquier circunstancia de la vida, aunque realmente no me sirva nada.

Que no te toque la nieve

Nico por acá, interrumpiendo la programación para transmitir un simple mensaje: El Eternauta se estrenó esta semana en Netflix y es buenísima. Tengo mis reparos, por supuesto (algunos diálogos, un aire melodramático excesivo que se cuela ocasionalmente), pero en líneas generales me pareció una adaptación maravillosa y respetuosa de la historieta original, y una serie que nada tiene que envidiarle a las superproducciones extranjeras.

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Un gran ejercicio de ciencia ficción, con un César Troncoso genial y muchísimo corazón. Escribí sobre la serie, que me dejó con ganas de más (la segunda temporada está en camino, pero vaya uno a saber cuando llega). Por acá también podés conocer algunos de los secretos del detrás de escenas de la serie.

En la vuelta

  • Cine – Pecadores, la película de Ryan Coogler, apareció como un hallazgo para los fanáticos del terror en la cartelera. Lejos de películas que irrumpen con bombos y platillos, se posicionó como una curiosidad que vale la pena ver si te gusta el terror y lo sobrenatural. Nico escribió sobre ella por acá.
  • Teatro – Cecilia Roth es La Madre en la obra dirigida por Andrea Garrote sobre el texto del francés Florian Zeller. Una obra sobre la construcción de la maternidad, las relaciones humanas y el momento en el que los hijos deciden tomar distancia. Va del 8 al 10 de mayo en la sala Campodónico de El Galpón. Todavía quedan algunas entradas por acá.
  • Música – Gilsons, el trío musical conformado por José Gil, Francisco Gil y João Gil –hijo y nietos de Gilberto Gil respectivamente–, se presenta por primera vez en Uruguay este lunes 4 de mayo en la Sala del Museo. Las localidades se pueden adquirir en este enlace.

Los rostros del arte

La semana pasada se armó un pequeño revuelo entre los amantes del arte urbano, después de que un investigador español asegurara que tenía pruebas de la identidad del artista británico Banksy.

El artista británico, que ha mantenido su identidad secreta desde la década de 1970 y ha creado obras en diferentes partes del mundo en torno a cuestiones sociales y políticas, podría ser finalmente encontrado.

¿Qué gana el investigador con hacer pública su supuesta identidad? ¿Cuál es el objetivo en desenmascarar al artista cuando el anonimato es la base de su trabajo? ¿Qué consecuencias podría tener sobre el artista y su obra? Las preguntas solo alimentaban mi molestia.

Algo de eso, de la identidad, recordaba esta semana cuando visité la exposición Rostros del arte en el Museo Nacional de Artes Visuales. La muestra es un agradable encuentro con algunos de los artistas nacionales más destacados de las últimas décadas.

Para algunos puede ser el fin de un anonimato involuntario. Finalmente, los asistentes del museo podrán ver a la cara a los creadores que desconocían.

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Las fotos de Panta Astiazarán, quien supo retratar a grandes pintores, escultores y escritores del medio local como pocas personas han logrado, se exhiben en la sala principal del museo junto a las piezas de los artistas. La obra y la foto, lado a lado, construyen un diálogo sensible.

La mirada de Astiazarán sobre los artistas parece diáfana, honesta, genuina. Un registro histórico que observado en conjunto se vuelve contundente. Una visita a los talleres de los pintores y el mundo que habilita su creación. ¿Cómo se ve José Cúneo? ¿Y Eduardo Amézaga? ¿Cómo era el taller de Américo Spozito? ¿Y el de Águeda Dicancro? Ella, una de las pocas mujeres artistas en el recorrido.

La exposición, curada por el fotógrafo Leo Barizzoni, el director de la Biblioteca Nacional Valentín Trujillo y el director del museo Enrique Aguerre; estará disponible hasta el 13 de julio en la Sala 2 del Museo Nacional de Artes Visuales.

Un bocado

Ya no está ahí.

El cine, ubicado en la playa de Malvín, fue inaugurado en 1927 y se había convertido en un emblema del barrio con el pasar de los años. Sin embargo, las ruinas de la pantalla de cine fueron demolidas en 2017, y ahora ya no queda nada.

Hace unos meses, 100 años después, abrió en la esquina de Orinoco y Michigan una propuesta gastronómica que homenajea aquel centro cultural.

La Pantalla, una cafetería/restaurante que se acompasó al ritmo relajado del barrio costero con una propuesta de cafetería, almuerzos y coctelería que se afianzó durante el verano.

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En los últimos tiempo ajustó su carta, con platos elaborados pero tradicionales desde un gazpacho de tomate hasta un milanesa con bucatini, crema de quesos y eneldo, pasando por ensaladas de estación con higos y avellanas o una galette de ratatouille.

Los dulces también son una opción: torta húmeda de chocolate con queso crema y frutos rojos, crumble de manzana o torta vasca, son algunas de las opciones para diferentes momentos del día.

Recomiendo seguirlos en sus redes para estar al tanto de lo que sucede en las noches de La Pantalla, que se prenden cada tanto con una propuesta cultural al aire libre. Martín Buscaglia pinchó vinilos en la noche de verano, DeTour llevó una muestra de cortos y músicos del barrio han tocado en vivo.

Piano bar

Cazzu, Julieta Cazzuchelli, es la dueña de uno de los mejores lanzamientos de la semana. Latinaje es un disco que demuestra la evolución de la artista desde su último disco, Nena trampa (2022).

Cazzu se entrega a su etapa más melódica y bebe de géneros musicales que hasta el momento no habíamos escuchado en su voz como una oda a su origen latino: tango, cumbia, corridos tumbados, folklore, merengue. “Aquí les traigo una copla, desde el norte de Argentina, aunque usted no me conoce, soy de América Latina”, canta Cazzu.

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Conocida por su faceta trap, en la que se convirtió en una pionera en la escena argentina, La Jefa sacó un LP que contiene 14 canciones con la producción de Nico Cotton. Un disco que gira en torno a su latinidad, pero también a su propia historia como madre, mujer y artista. Un trabajo que lleva moldeando desde hace tres décadas y es la apuesta más grande de su carrera.

"A los amantes de la música, a los soñadores, a las soñadoras, a las mujeres que nacieron en lugares donde parece que los sueños no caben ahí, como yo, que vengo de un pueblo muy chico y muy lejos de la gran ciudad, muy lejos del gran Buenos Aires donde pasan las grandes cosas. Se la dedico a todas esas mujeres que están en algún rincón del mundo, sintiendo que sus sueños son muy grandes para donde nacieron. No hay ningún sueño tan grande como para que no pueda ser cumplido", dijo Cazzu antes de la presentación del disco.

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La infidelidad, el dolor y la traición se encuentran con la plenitud de su nueva maternidad, la madurez de su sonido y la vulnerabilidad que había detrás de La Jefa. Una historia de desventura pero también de reconstrucción. Un viaje por los sonidos de América Latina, como una grata sorpresa.

Me atormenta que conozco el encanto de las mujeres
La belleza 'e los placere', porque también yo fui carnada
De inútiles, en cantinas, limpiándose las narices
Escondiendo cicatrices, bajando de limusinas

He visto amor más de lo que debería
He dicho cosas que nunca te diría
Dame tu calor, que traigo el alma fría
Y no confía en nadie más

*

Esto fue todo. Una vez más, gracias por leer esta newsletter.

En dos semanas volverás a recibir nuestra carta virtual, esta vez con la firma de Nicolás Tabárez.

Hasta la vuelta.

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