Fue una batalla psicológica. Una guerra de desgaste.
La primera oferta hostil en la banca española en décadas y una pugna encarnizada de 17 meses. La pelea financiera más recia que se recuerda desde el asalto a Endesa en 2007.
Por la convergencia de las cotizaciones, el BBVA lograría más del 50%. Si el mercado apostara a una segunda OPA, hubiera penalizado la acción del banco. Por qué Sabadell cree que sería lo mejor para sus accionistas.
La primera oferta hostil en la banca española en décadas y una pugna encarnizada de 17 meses. La pelea financiera más recia que se recuerda desde el asalto a Endesa en 2007.
Y la saga BBVA-Sabadell quizás ni siquiera termine todavía.
Este viernes a la medianoche se cerró una etapa. El período de aceptación por parte de los accionistas del banco catalán de la oferta de los vascos. Pero aún no sabemos si clausurará la operación.
Eso ocurriría si BBVA consigue más del 50% del capital social y se hace con el control del Sabadell.
Si nos guiamos por las señales del mercado, en estas ofertas hostiles cuando los precios de las entidades tienden a converger suele ser un indicio de que la operación será exitosa.
Hoy el BBVA cotiza a 15,79 euros, mientras que el Sabadell vale 15,32 euros. Están prácticamente solapados.
Pero nada es seguro.
Con una base minorista del 42%, que está alineada con el consejo del Sabadell, aún cuando el BBVA tenga a los grandes fondos, deberá captar al menos al 15% de esos inversores para llegar tranquilo.
De quedar entre el 30% y el 50%, que es el escenario que manejan los bancos de inversión en sus informes, se abre la posibilidad de una segunda oferta.
Y acá, una vez más, si nos remitimos al mercado, todo indica que los inversores descartan que BBVA recorra ese camino.
Es que si atribuyeran una alta probabilidad a una segunda OPA la acción del banco hubiera sentido el castigo.
Para el BBVA, en la medida en que la operación es en efectivo por el 100% del capital, implicaría un costo de entre 10.000 y 12.000 millones de euros.
El banco cuenta con unos 6.000 millones de euros por encima de los requisitos de solvencia, de modo que debería recurrir a una ampliación de capital.
Una ampliación de capital penaliza a la acción porque se realiza a un precio inferior a la cotización del momento y porque se entiende que afecta las espaldas de la entidad para repartir dividendos.
Podríamos decir que así como el mercado nunca le creyó a Carlos Torres, el presidente del BBVA, que no mejoraría el precio de la oferta a pesar de que lo negó hasta último momento, esta vez sí compra su mensaje.
En rigor de verdad, Torres no se cierra por completo a una segunda OPA pero se ataja ante las jugadas del oficialismo, que ya hizo todo lo posible por hacerlo desistir.
Por eso insiste en que sólo accedería si es al mismo precio que la primera. Porque sabe que el regulador del mercado, el responsable final de fijar el precio, puede jugar sucio.
Se habló poco de cómo funcionaría una “segunda vuelta” más allá de que es en efectivo y por todo el capital del Sabadell.
Pero hay varias cuestiones que ayudan a entender por qué los minoristas catalanes pueden haberse convencido de que esperar era mejor estrategia.
Al ser en efectivo, se debe pagar impuestos.
Pero es importante tener en cuenta que también habrá que pagar por la plusvalía acumulada si el BBVA no llega al 50%.
Cuando la entidad mejoró la oferta, pasó a ser enteramente en acciones, de modo que era fiscalmente neutra. Pero sólo si obtiene más de la mitad del capital.
Por tanto, a los efectos fiscales, ir a la primera oferta o a la segunda no hace diferencia.
Por otro lado, está la apuesta a que el regulador del mercado, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), más allá de la presión que está ejerciendo el BBVA y en vista de lo confusa que es la ley, termine interpretando que un precio “equitativo” es un precio más alto que el de la primera oferta.
En ese caso, el BBVA seguramente se baje.
Con algo más de un 30% puede intentar tomar el control del consejo atomizado del Sabadell o comprar acciones en el mercado e ir ganando peso. En 2028, todas las condiciones que impuso el Gobierno para disuadirlo de la operación se caen.
Pero un precio idéntico al de la primera oferta está asegurado y en ese caso, el BBVA podría avanzar.
En la segunda OPA existe una suerte de paraguas contra las caídas de las acciones del Sabadell. La oferta se lanza al precio que se fije, que actúa como un piso para el papel.
Esto quiere decir que no va a bajar hasta que concluya la operación, que puede demorar 3-5 meses. Si el mercado cae, el accionista puede vender por encima de la cotización del momento y le darán el efectivo.
En cambio, si el mercado sube y Sabadell vale más que el precio fijado en la segunda OPA, el nivel de aceptación sería muy bajo.
Pero según la lógica que el Sabadell transmite a sus accionistas, siempre saldrán ganando.
Empezará a comprar acciones en el mercado para hacerse de a poco con el control de los catalanes.
Y esa continua presión compradora alimentará la cotización del Sabadell.
Eventualmente terminará en manos de los vascos. Pero para entonces, vencedores y vencidos ya no tendrán contornos tan claros.