Entre el miedo y la esperanza de cambio: cómo viven los venezolanos la tensión militar con Estados Unidos
El temor a las consecuencias de una acción armada se mezcla con la expectativa de un desenlace político, mientras el aparato de represión impone el silencio.
En Las Minas de Baruta, uno de los barrios de bajo ingreso que bordean Caracas, Luisa tiene su bombona de gas llena, como si fuera un escudo contra la incertidumbre. “Ni Navidad vamos a tener”, cuenta que le dicen sus vecinas ante la posibilidad de un ataque militar de Estados Unidos en Venezuela.
A pocos kilómetros, en un apartamento frente a la base aérea de La Carlota, Adriana cambia el agua de su tanque de 500 litros y admite que le aterra la posibilidad de un bombardeo, pero insiste en que “tiene que pasar para mejorar”. En Margarita, Gustavo habla de la esperanza de ver a sus hijos crecer en democracia. Y en Pdvsa, la empresa petrolera del Estado, Rodrigo repite la consigna chavista: “Trump quiere apoderarse del petróleo”.
Donald Trump - 26-9-25 - AFP
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Es el reflejo de un país atrapado entre la incertidumbre, el temor y el deseo de cambio. Estados Unidos mantiene un despliegue militar en el Caribe, frente a Venezuela, que justifica como una operación antinarcóticos. Pero Donald Trump no ha despejado la duda de si está dispuesto a llevar adelante una acción destinada a derrocar a Nicolás Maduro, a quien acusa de liderar un cartel de narcotráfico. La tensión crece.
“Me da miedo, hay gente que dice que hay que mirar cómo quedan esos países que Estados Unidos ataca, pero si podemos salir de una sola vez de este gobierno, se sale. ¿Qué más tenemos que hacer”, dice Luisa a El Observador USA. Adriana cuenta que “cada mañana cuando me levanto digo, ay no fue anoche”, mientras Gustavo explica: “Todo lo que hemos pasado con este régimen nos ha preparado para lo que viene”. Rodrigo, quien forma parte de la Milicia Bolivariana, sostiene que “si nos atacan tenemos que defender al país, van a fracasar como ha pasado desde que el chavismo llegó al poder”.
Adriana, además de almacenar suficiente agua limpia en su tanque porque vive en un piso alto y teme quedarse sin servicio en caso de un enfrentamiento, cuenta: “Vivo sola, mis dos hijas están en México y mi esposo murió, así que tengo algunos enlatados”. Luisa, por su parte, resume la dificultad de abastecerse: “Todo está muy caro, quisiera comprar para más de tres días pero no puedo hacerlo, yo trabajo limpiando apartamentos”.
El consenso silencioso
La voz de Maduro se repite en las emisoras de radio y los canales de televisión,mientras el gobierno mantiene una censura férrea. Sin embargo, detrás de esa hegemonía comunicacional, las encuestas —como la realizada por el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello entre el 4 y el 10 de noviembre— muestran un país distinto: uno donde el chavismo acusa un desgaste profundo y una amplia proporción de ciudadanos expresa el deseo de un nuevo rumbo.
Maduro en un campo de entrenamiento militar en Caracas - AFP
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Benigno Alarcón, ex presidente del Centro, resume en un análisis que “la encuesta evidencia que el deseo de un cambio de gobierno es prácticamente unánime a lo largo del espectro político venezolano. Casi ocho de cada diez venezolanos (un 77,1%) consideran que un cambio de gobierno es necesario o muy necesario”.
En julio de 2024, Maduro fue reelecto en unas elecciones empañadas por evidentes indicios de fraude. Las actas recopiladas por la oposición apuntan a una victoria amplia de Edmundo González, el candidato que reemplazó a la principal líder opositora, María Corina Machado, tras su inhabilitación.
Pero el miedo silencia el descontento. En Margarita, Gustavo explica: “Como todavía aquí no hay libertad de expresión, en la calle muy poco se escucha a la gente comentando la situación o el tema de Estados Unidos; solo entre amigos, entre vecinos cercanos se hacen los comentarios”. Adriana añade: “A la gente no le gusta hablar en la calle porque temen”. Y Luisa resume: “Uno habla con las vecinas, con las que tiene confianza, no con los chavistas del Consejo Comunal”.
La estrategia de control del régimen se refleja no solo en las detenciones y el elevado número de presos políticos, sino también en el uso de herramientas tecnológicas como VenApp. Esta aplicación, creada originalmente para reportar fallas en los servicios públicos, hoy se perfila como un instrumento de vigilancia y monitoreo.
VenApp - EFE
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Nicolás Maduro explicó que VenApp será una aplicación digital “para que el pueblo, de manera segura, esté reportando las 24 horas del día todo lo que ve, todo lo que oye, para seguir ganando la paz y la tranquilidad. Es una idea maravillosa”.
El miedo se ha extendido. Gustavo cuenta: “Cuando salgo de casa borro todas las conversaciones de WhatsApp porque he escuchado de personas que han sido detenidas por tener chats en los que hablan de que quieren que caiga Maduro”.
La otra batalla
Aunque la presión de Estados Unidos y la posibilidad de un ataque militar forman parte del día a día de los venezolanos, Luisa destaca: “En el barrio, entre los vecinos también se habla de lo caro que está todo, por eso yo digo que si va a pasar algo, que pase de una vez, a ver si esto empieza a mejorar”. Adriana, quien es profesora universitaria, admite: “Mi sueldo es risible, yo sobrevivo por lo que me envían mis hijas”. Y Gustavo, técnico en refrigeración, resume la desigualdad: “En Margarita los enchufados viven de lo mejor, la mayoría nos estamos comiendo un cable”.
La moneda se ha desplomado frente al dólar y entre los economistas crece el temor de que el país se deslice hacia una nueva hiperinflación. En lo que va de año, la cotización oficial del dólar acumula un salto de 367% y los precios avanzan sin freno. El Banco Central oculta las cifras de inflación, pero una ONG que monitorea una canasta de bienes y servicios en las tres principales ciudades del país calcula que, en los últimos doce meses, los precios medidos en dólares aumentaron 76%.
Venezuela - inflación - AFP
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Alarcón señala que la encuesta del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello precisa que la percepción de que la realidad nacional es “mala” está extendida incluso entre ciudadanos que aún se autodefinen como chavistas. Además, destaca que “la población identifica de forma creciente a Nicolás Maduro como el principal responsable de la crisis, independientemente de su orientación política”.
La resistencia
Aunque Maduro ha perdido buena parte del respaldo popular que alguna vez acompañó al chavismo, el gobierno mueve sus piezas para proyectar la idea de que sigue siendo mayoría y de que existe un amplio consenso en torno a su liderazgo frente a lo que denomina “la amenaza imperial”.
Esta semana, en una demostración de la llamada unión militar, policial y popular, el gobierno movilizó a miles de sus partidarios —principalmente trabajadores públicos, policías y militares— en una marcha “antimperialista”. Rodrigo, quien estuvo en la concentración, sostiene: “Se empeñan en decir que el chavismo ya no existe, pero aquí estamos y dispuestos a ir a la lucha armada”.
Marcha chavista en Caracas - 25-11-25 - EFE
Marcha "antiimperialista" en Caracas
EFE
Analistas coinciden en que Maduro se esfuerza en mostrar que una eventual incursión armada de Estados Unidos en Venezuela toparía con una resistencia difícil de quebrar en el corto plazo y que, incluso si llegara a imponerse, el país terminaría hundido en el caos.
En Margarita, Gustavo mantiene la esperanza de un cambio y recuerda que la mayoría silenciosa no aparece en los canales de televisión controlados por el régimen, pero sigue a la expectativa: “Ese porcentaje grande que ganó las elecciones en julio de 2024 estamos esperando. Tenemos la certeza de que debe y va a pasar algo. La gente está con ganas de salir a la calle a celebrar cuando eso suceda”.