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27 de julio 2025 - 5:05hs
Embed - Entre caricias y cachetadas, la relación del Frente Amplio con la oposición es un subibaja emocional

El cardiograma de la relación entre el gobierno y sus opositores no está siendo fácil de descifrar en estos días en los que el ánimo escasamente confrontativo del presidente Yamandú Orsi se vio opacado por el tono a veces desmedido de algunos de sus allegados, y por el previsible rechazo con el que blancos y colorados le respondieron a polémicas decisiones de su administración.

Ni el diplomático canciller Mario Lubetkin quedó fuera de la contienda verbal e incluso el expresidente Luis Lacalle Pou abandonó su casi silencio para cuestionar directamente al actual mandatario.

Este subibaja de manos tendidas y gestos crispados, comenzó a moverse el 9 de julio luego de que las embajadas de Alemania y Francia, después se sumó la de Japón, anunciaran que le negarían el ingreso a esos países a los uruguayos que hubieran recibido los nuevos pasaportes expedidos por la actual administración, en los que se incluye el país de ciudadanía y no el de nacimiento.

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El cambio en la documentación benefició a los ciudadanos legales pero, al decir del exministro del Interior nacionalista Nicolás Martinelli, también constituyó “un paso en falso”, en tanto que el diputado colorado Felipe Schipani ironizó comentando que el gobierno había logrado “un nuevo récord” al adoptar una decisión que, por primera vez, dificulta el ingreso de uruguayos en aquellos países.

Una semana después, en una entrevista con El Observador, el canciller Lubetkin contraatacó aludiendo al pasaporte otorgado al narcotraficante Sebastián Marset y a la participación del excustodia de Lacalle Pou, Alejandro Astesiano, en la falsificación de documentos de ciudadanos rusos.

“Ya tuvimos dos golpes en los últimos años. Esos sí eran por corrupción, a un narcotraficante y a la venta de pasaportes rusos. Esto puede ser quizá por error, pero no es por corrupción, y no tenemos registrado el error. Ojo con que se empiece a devaluar el pasaporte uruguayo (…), cuidemos ciertos aspectos que nos afectan a todos”, dijo un Lubetkin nada diplomático.

De la cancillería, el punto de fricción se había trasladó al Ministerio de Ganadería el lunes 14 cuando desde esa cartera se informó que quedaba suspendida la exportación de ganado en pie para faena inmediata. El ministro del ramo, Alfredo Fratti, justificó la decisión en la necesidad de preservar las fuentes de trabajo de la industria frigorífica, puesto que hay más de mil trabajadores en el seguro de paro y seis empresas del sector cerradas. La medida repercutió incluso en la interna del gobierno ya que el ministro de Economía, Gabriel Oddone, se mostró sorprendido por la decisión a la que calificó de “inconveniente”, en tanto que desde la oposición y las gremiales del agro los cuestionamientos fueron casi unánimes. Es así que, por ejemplo, el senador colorado Pedro Bordaberry dijo que el ministro Fratti “está defendiendo a los grandes capitales de la industria”.

Si la crítica de Bordaberry fue dura, la respuesta de Fratti fue especialmente desubicada. “Yo no vengo de familia que tenga vinculación con la interrupción de la democracia”, dijo en alusión al padre de Pedro, Juan María Bordaberry, quien dio el golpe de Estado junto a los militares en junio de 1973.

La verborrea encendida de Fratti, equiparando a padres con hijos como si alguno tuviera culpa de lo que hace el otro –exceso que fue criticado por el presidente del FA, Fernando Pereira- no fue la más oportuna si se tiene en cuenta que impactó contra uno de los dirigentes de la oposición más proclives a dialogar con el gobierno.

Un diálogo que anda a los tumbos y que el presidente Orsi está tratando de encausar pese a que la oposición se ha negado a integrar la mesa de diálogo propuesta por el oficialismo para analizar la marcha del sistema de seguridad social. Blancos, colorados e independientes argumentaron que están “subrepresentados” en dicha comisión ya que los partidos políticos solo tendrían ocho de los 22 representantes.

Sin embargo, tras esa negativa, el presidente Orsi invitó el jueves 17 a los líderes de los partidos políticos de la oposición a concurrir por separado a la Torre Ejecutiva para dialogar sobre temas surtidos. El gesto fue bien valorado e incluso Orsi transmitió que los convocaría para elaborar el plan nacional de seguridad del gobierno, un asunto que ha sido la debilidad de las últimas administraciones.

Pero el clima de concordia duró lo que un lirio. Un día después, el gobierno de Orsi oficializó su decisión de no continuar con el Plan Neptuno, impulsado durante el gobierno de Lacalle Pou con el fin de potabilizar agua del Río de la Plata. En cambio, la administración de izquierda avanzará en un emprendimiento en Aguas Corrientes y una planta en Casupá para asegurar el abastecimiento de agua al área metropolitana.

El sábado 19 el expresidente Lacalle Pou salió de su casi silencio para defender por Twitter lo hecho por su gobierno. “Esperemos no tener que vivir otra sequía como la de hace un par de años. Como siempre las malas decisiones las pagan los uruguayos. La responsabilidad del presidente Orsi y su equipo”, escribió Lacalle.

El lunes 21 la espuma volvió a bajar cuando Orsi mandó un mensaje de buena voluntad a la otra parte al proponer al dirigente del Partido Independiente, Daniel Radío, como director del Inisa, el instituto para la inclusión social de los adolescentes.

Y el miércoles 23 el ministro del Interior, Carlos Negro, se reunió con la dirigencia opositora para buscar medidas de consenso contra la delincuencia. “Hay total voluntad de diálogo”, aseguró el senador colorado Andrés Ojeda.

Como se ve, la relación entre las partes se muestra cambiante y episódica. Por eso, cuando usted lea la Pincelada, no es improbable que se haya producido un nuevo bandazo que esta crónica no llegó a registrar.

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Frente Amplio Gobierno oposición Yamandú Orsi

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