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27 de julio 2025 - 5:05hs

Han pasado 27 años y Valeria no olvida las palabras que le dijo una médica cuando apenas era una adolescente: “Nunca serás mamá”. Pero a las 08.31 horas del 7 de julio de 2025, el sonido de un llanto, de esos que dan los bebés cuando empiezan a respirar fuera del útero, silenció aquella frase lapidaria. Valeria Meneses se convirtió en mamá.

La escena la tiene guardada en su mente y en un video que registró con su celular. Sofía, una de las hermanas menores de Valeria, estaba acostada y adormecida por la anestesia en una cama del hospital de Tacuarembó. La cesárea había sido programada. La partera extrajo los 3,610 kilos de un cuerpito al que —por decisión de los padres legales— llamarían Valentino. Lo apañó en las sábanas y se lo entregó directo a los brazos de Valeria.

Más de diez años después de haberse aprobado la ley que permite la gestación subrogada en Uruguay, Valentino se convirtió en el primer bebé nacido en territorio uruguayo mediante esta práctica.

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Antes de adentrarse en la historia, vale la pena un repaso por los personajes protagónicos. Luis Martínez y Valeria Meneses son los nóveles padres. Así lo reconoce la ley, así consta en el certificado de su hijo Valentino Martínez Meneses y en sus derechos de licencias paternales. Sofía Meneses es la hermana de Valeria y, por decantación, la tía de Valentino. Fue ella quien prestó el vientre. En la historia clínica figura como la “gestante” solo a efectos de que los médicos sepan que tuvo un embarazo. Pero Sofía no es la madre de Valentino, ni lleva sus apellidos, ni siquiera sus genes.

Valeria nunca menstruó. Tiene una malformación en el útero asociada a un síndrome cuyo nombre técnico apenas alcanza a pronunciar: Rokitansky. Desde que inició las primeras relaciones sexuales supo que algún día quería ser madre. Pero la fisiología —su fisiología— no se lo permitían: “Nunca serás mamá”.

Luis, la pareja de Valeria, compartía el mismo sueño de armar una familia “propia”. Las comillas en este adjetivo no son casuales. Valeria lo cuenta:

— Hay muchos niños que requieren de cariño y necesitan una familia adoptiva, pero, antes de ir por esa opción, queríamos intentar un hijo propio.

La psicóloga Liliana Grattarola, especialista en Psicología de la Reproducción, lo explica desde la evidencia de su disciplina: “El deseo de tener un hijo con el material genético propio es un deseo común y muy profundo en muchas personas. Es una forma de imaginar la familia, de sentir continuidad. Y las técnicas de reproducción asistida refuerzan este deseo por el alcance que tienen. El hijo que nace es su hijo biológico, aunque lo haya gestado otra persona”.

Grattarola prefiere hablar de gestación por “sustitución” en lugar de “subrogación”, porque este último es un término acompañado de la frialdad de lo jurídico. Y dice que esa “gestación por sustitución permite vivir el embarazo desde el primer momento, elegir el nombre, estar en el nacimiento, (lo que) tiene un valor emocional muy fuerte”.

El pequeño Valentino es el resultado de un embrión que fue fecundado con un espermatozoide de Luis (que además de padre a secas es su padre biológico) y el óvulo de una donante.

Amor de hermana, amor de madre

La normativa uruguaya es una de las más estrictas entre los países que permiten la gestación subrogada. No puede haber una recompensa económica de por medio. La que por ley será la madre tiene que padecer una enfermedad que le impida gestar. El embrión que se fecunda tiene que tener el gameto de alguno de los que serán los futuros padres. Y el vientre “prestado” tiene que ser de un “familiar suyo (o de la pareja) de segundo grado de consanguinidad”.

Son tantas las condiciones que, según las estadísticas del Ministerio de Salud Pública, desde la aprobación de la ley solo se recibieron ocho solicitudes de subrogación de vientre. Tres fueron rechazadas porque no cumplían los requisitos. Un cuarto caso nunca entregó una información complementaria. Y de los restantes cuatro, tres cayeron en el camino y solo prosperó el caso que se narra en esta historia.

Valeria tuvo suerte. Es la mayor de un familión en que hay cuatro hermanas mujeres. Es tal la unión que, cuando surgió la posibilidad técnica y legal de la gestación subrogada, más de una hermana se ofreció para cumplirle el sueño a Valeria.

Sofía —que con sus jóvenes 26 años estaba en la edad “ideal” y además ya había sido madre propia sin complicaciones— fue la voluntaria final. ¿Por qué lo hizo? Lo define en cuatro letras: “amor”.

—Era el sueño de Valeria de toda la vida, ella no lo podía conseguir por su malformación, y yo sentía que podía ayudar a quien me dio amor durante todos mis años. Ojo: como lo he tratado con la psicóloga (que acompaña el proceso antes, durante y después), siempre tuve claro que en mi panza llevaba un sobrino y no un hijo.

CON GESTANTE

Los roles son clave. Luis y Valeria acompañaron la gestación de Sofía durante las 39 semanas en que Valentino estuvo en su vientre. Fueron a los controles ginecológicos y las ecografías. Se turnaban para cuidar a la hija de Sofía si tenía algún malestar. Y respetaron que no podían meterse en el detalle de los hábitos de la gestante: qué come o no come, andar tocándole la panza todo el tiempo…

Sofía tenía un miedo que la acompañaba. No le importaba el qué dirán y contaba con el apoyo de su entorno, pero no sabía cómo decirle (y si decirle) a su pequeña hija de cuatro años que en la panza llevaba al que sería su futuro primo.

Como estaba con sobrepeso —de hecho parte del tratamiento de reproducción asistida se dilató hasta que ella se acercase al umbral de kilos aconsejable—, siempre pudo disimular que estaba embarazada. Su opción fue, por ahora, no contarle demasiado a la hijita hasta que ella misma pregunte.

Los niños entienden más de lo que parece, insiste la psicóloga Grattarola: “Lo mejor es decir la verdad, de manera sencilla, o evitar dar versiones que luego hay que desmentir”.

Suena fácil, pero es desafiante. Por eso la licenciada aconseja el uso de cuentos o de dibujos que acompañen palabras de este estilo:

— ¿Te acordás que te contamos que vas a tener un primito? Ese bebé está creciendo en la panza de mamá. Mamá lo está cuidando en su panza porque la tía no puede tener un bebé en su panza. Cuando ese bebé nazca va a vivir con los tíos, la tía va a ser su mamá. Mamá lo está cuidando sólo mientras está en la panza. Yo te quiero mucho y tú seguís siendo mi única hija.

El apego: no tomárselo a pecho

Valentino es un nombre que, en su origen latino, se traduce como “fuerte” o “sano”. Y para que esa fortaleza que carga su etimología coincida con su desarrollo, faltaba responder una pregunta clave: ¿quién iría a amamantar al bebé?

Sofía puso pocos requisitos antes de aceptar la gestación, pero uno fue contundente: “No quería darle pecho para no generar una relación de dependencia y apego”. Su postura coincide con lo que recomiendan los manuales para estos casos.

El pequeño Valentino se está alimentando con suplementos nutricionales. A Sofía le dieron fármacos inhibidores de la lactancia, para intentar que siga produciendo leche. Y a Valeria le recetaron estimuladores que, aunque suelen tener baja probabilidad de que genere una lactancia exclusiva, ayudan al vínculo madre-hijo y a la transferencia de anticuerpos.

El pecho exclusivo luego del alta de una maternidad y hasta los seis meses de vida del bebé “es muy bajo en Uruguay en comparación con otros países”, explica el neonatólogo Daniel Borbonet, quien antes de convertirse en senador alcanzó el máximo grado en esa disciplina médica. En algunas poblaciones siquiera llega al 40%. “Es un problema porque no hay como la leche materna que, además de los nutrientes que sí aportan los suplementos, fortalece el sistema inmune del bebé por los anticuerpos que la madre le transfiere”. Pero, aclara con énfasis, “no es el fin del mundo si no se puede lograr esa lactancia exclusiva y en casos como la gestación subrogada deben pesar otras consideraciones que son igualmente importantes”.

Amamantar

Valeria está intentando darle algo de pecho y, a sus 43 años, aprovecha estas semanas de dedicación total al hijo antes de regresar a las labores como empleada doméstica en una casa de Tacuarembó.

Tacuarembó es el departamento más extenso de Uruguay, pero uno de los menos densamente poblados. Nacen unos 1.000 bebés por año. En su capital homónima, donde vive la familia de Valentino, el Instituto Nacional de Estadísticas dice que habitan unas 60.500 personas. ¿Pueblo chico, infierno grande?

Las hermanas Meneses no sienten esa carga. Al contrario. Para Sofía “la sociedad está cada vez más avanzada y puede entender la belleza de una nueva vida —sea por el método que sea— en este mundo”.

Valeria es todavía más optimista y hasta siente la necesidad de contar su historia para que “otras mujeres o parejas sepan que hay una chance, que la ciencia ahora permite lo que antes no se podía, que el equipo sanitario te atiende espectacular y que el Fondo Nacional de Recursos da una mano tremenda para financiar todo esto”.

Hecha la ley y las trabas

“Que haya un solo caso en diez años muestra que, si bien la ley da un montón de oportunidades a los pacientes para la reproducción asistida, el tema de subrogación uterina sigue siendo algo difícil de ejecutar. Se tienen que dar demasiadas condiciones para que prospere, y eso es un punto a revisar”. La que habla es la ginecóloga Lucía Abulafia, especialista en medicina reproductiva y una de las piezas claves en que hoy Valeria y Luis sean papás.

Las dificultades a las que refiere la médica no son tanto técnicas, “porque en eso no se diferencia demasiado de otras reproducciones asistidas”. Sino a los requerimientos para que se aprueben los casos, la burocracia (pasa por una comisión especial además del Fondo Nacional de Recursos) y el hecho de que no contempla a parejas homosexuales varones en las que, perfectamente, uno de los padres podría ser quien aporte el gameto.

Esas no son las preocupaciones de Valeria en este momento. Toma el celular y repasa el video de la cesárea y aquel primer llanto de Valentino. Y concluye: “Me dijeron que nunca sería mamá, pero lo soy”.

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bebé vientre subrogado Uruguay Tacuarembó Reproducción Humana Asistida fertilidad

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