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15 de junio 2025 - 5:00hs

Juan José Calvo se hartó. Fue una de las piezas clave en las políticas que llevaron a que Uruguay redujera —como nunca antes— el embarazo en adolescentes. Hizo los cálculos más afinados que el país conoce en mortalidad infantil. Proyectó la marcha de la población local. Organizó parte de la ayuda humanitaria tras el terremoto de Haití. Coordinó parte de la logística e hizo los conteos poblacionales para los desplazados en la guerra en Siria. Pero a la edad en que la mayoría ni siquiera puede jubilarse, dejó todo, se llamó a silencio y se dedicó a viajar.

¿Cómo encuentra a Uruguay este economista y demógrafo a la vuelta de cada uno de sus viajes? ¿Cómo marcha la población? ¿Qué le depara a la sociedad? Sobre estas y otras cuestiones charló con El Observador.

Después del censo 2011, fuiste uno de los demógrafos que estimó (e imaginó) la población uruguaya del futuro. Más de una década después, ¿con qué nos encontramos que no estaba en tus planes?

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La velocidad y el nivel de la caída de la fecundidad en Uruguay. Las tendencias son claras: la fecundidad, más tarde o más temprano, iba a caer. Pero la rapidez y la intensidad con la que se dio ese descenso escapan a cualquier proyección que pudiéramos haber hecho o imaginado.

Uruguay no es una excepción y gran parte de los países de América Latina están en la misma, hayan o no despenalizado el aborto, hayan o no implementado una política de anticonceptivos de larga duración. ¿Podemos estar asistiendo a un cambio de comportamiento humano de fondo más que a la aplicación de políticas concretas?

Si bien precisamos ahondar un poco más para entender la velocidad y la intensidad que tuvo el cambio, lo más probable es que ha habido un cambio en las expectativas y la valoración del número de hijos deseado por parte de las personas. Todavía no estamos muy seguros de si esto es un cambio definitivo (en el sentido de que las personas han decidido tener realmente muchos menos hijos de los que pensaban tener) o si todavía estamos en la etapa de postergación del calendario (las personas van a tener esos hijos, solo que más tarde).

¿Pero las políticas concretas son las que llevaron a este cambio “cultural”?

Las políticas no son un calco de un país al otro, pero sí tienen grandes similitudes: la implementación de planes de educación sexual integral, el avance tecnológico de los métodos anticonceptivos y la mayor distribución de los mismos, la universalización de los implantes subdérmicos. Y casi todas estas políticas similares tienen un impacto, en especial, en la fecundidad adolescente.

Si la caída de la fecundidad es porque la gente quiere y puede tener menos hijos, es probable que la baja continúe. Si se trata de una postergación de la edad con la que se tienen los hijos, en cambio, en algún momento habrá un “efecto rebote”. ¿Por qué te posicionaste más a favor del primer escenario (la baja continua) que del segundo (rebote)?

Es una discusión que se da entre demógrafos en los últimos 15 años y, por ahora, es más intuición que evidencia. Mi visión, insisto que sin base científica, es que Uruguay viene siguiendo mucho los comportamientos demográficos de españoles e italianos. Y por lo que pasó allí, tiendo a pensar que no habrá un efecto rebote marcado. Pero es cierto que muchas de las generaciones que están marcando la baja de la fecundidad están aún en edad reproductiva, así que no sabemos si tendrán o no a esos hijos que no han tenido.

¿Cuán compatible es la organización de la sociedad uruguaya actual con los deseos y la planificación familiar?

No estamos tomando dimensión de la intensidad y velocidad del cambio demográfico al que asistimos. En 1950, hace casi nada en términos históricos, en el planeta habitaban unos 2.500 millones de seres humanos. En menos de un siglo, más que se triplicó la población mundial, se pasó a vivir muchos más años y cayó la fecundidad. Era un planeta joven y ahora, insisto en que menos de un siglo después, es un planeta que tiende a envejecer. La organización social y familiar no acompasó la velocidad de estos cambios demográficos.

¿En qué se nota?

No estamos organizados para hacer frente a los cuidados de una sociedad cada vez más envejecida. Intentamos algunos modelos sobre la marcha, muy costosos, muy duros y muy difíciles de aceptar por una parte de la población. La sobrecarga del trabajo en las mujeres sigue siendo otro ejemplo del desacople. El problema es que hay quienes piensan que la solución viene por el lado demográfico, por tener más hijos.

¿No se soluciona con más hijos?

Pensar que el problema de las jubilaciones y pensiones se soluciona teniendo más hijos es de un tremendo encajonamiento mental. Basta mirar 100 años para atrás y proyectar 100 años para adelante para darse cuenta que lo hay que reestructurar es la economía. Si no mejoramos la productividad, el sistema de jubilaciones estará en problemas aunque pensemos en el escenario más optimista de crecimiento de la fecundidad. No es teniendo más nacimientos, sino generando más riqueza.

El filósofo de moda, el surcoreano Byung-Chul Han, dijo: “Creemos que somos libres, pero somos los órganos sexuales del capital”. ¿Hay algo de eso?

Hay mucho de eso. El sistema capitalista sobrevive sobre la base de consumir más y más, y eso supone también que haya más y más personas. Pero asistimos a restricciones. No es un asunto teórico. Ya mismo muchos países, entre ellos Uruguay, empiezan su fase de decrecimiento poblacional. ¡Ojo! No hay que ser dramáticos, no es una catástrofe. Son las personas las que deciden qué hacer. Por eso es un delirio hablar de mortalidad selectiva (para reducir el envejecimiento a la fuerza) como obligar a las personas a reproducirse cuando no lo desean. Lo que hay que haces es reestructurar el modelo, con cirugías mayores, porque asistimos a uno de los cambios demográficos más vertiginosos de la historia contemporánea.

Montevideo se vacía. Cada vez hay más hogares unipersonales y de viejos. ¿Es el comienzo de una nueva organización territorial?

No es un fenómeno tan nuevo, ya se veía desde antes, en aquella expansión de la mancha urbana hacia la costa de Canelones y luego Maldonado. César Aguiar lo vaticinaba hace 30 años: íbamos camino a tener una ciudad costera situada desde el oeste de Montevideo hasta Punta del Este. Entonces no es tanto un vacío de Montevideo, sino una nueva forma en que se organiza la ciudad y que escapa a los límites administrativos que conocemos.

¿Es el momento de impulsar políticas más activas para atraer inmigrantes a este país que se despobla?

Estoy muy a favor de una política así, pero no por la necesidad de que seamos más personas. Los países no son mejores o peores según la cantidad de personas que tienen. Son mejores o peores según el bienestar y la garantía del ejercicio de derechos que gozan las personas que lo habitan. La política pro-inmigración es necesaria hasta por una razón de mejorar la diversidad de la sociedad. La inmigración tiene desafíos, los recién llegados tiene que adaptarse. Pero también es relevante que la sociedad uruguaya se adapte a la llegada de inmigrantes. Eso es lo que enriquece a una sociedad y le potencia sus capacidades.

¿Uruguay es un país conservador?

Es una sociedad demográficamente pequeña, y las sociedades demográficamente pequeñas a veces son reacias a los cambios. En Uruguay los cambios son lentos, demasiado lentos. Uruguay lleva unos 10 años estancado.

¿Eso lo notás cada vez que vuelve de uno de sus viajes por los países más diversos?

En Uruguay, en general, tenemos una visión muy acotada de lo que ocurre en el mundo, No sabemos casi nada sobre lo que está ocurriendo en África y en Asia. Y gran parte de las transformaciones que están ocurriendo hoy en el plano económico, en el plano tecnológico, están en Asia. A veces ni siquiera manejamos la geografía básica de la zona, muchísimo menos el conocimiento de lo que está ocurriendo. El mundo se está transformando y Uruguay está lento. Y, para peor, los uruguayos estamos como desinteresados en lo que está ocurriendo en el resto del mundo.

Sus excompañeros de clase, muchos de ellos han ocupado u ocupan cargos de gobierno, ¿son conscientes de ese mundo que Uruguay no ve?

En varias reuniones informales intenté decirles que miren más allá, que abran oficinas comerciales allá. Lo que noto es que muchos piensan que aquello que veo en el exterior es algo exótico, son ciudades exóticas, costumbres exóticas, cuando en realidad es por donde está yendo el mundo.

¿Qué falta discutir en Uruguay?

En Uruguay la discusión política es anecdótica, está centrada en asuntos menores. El foco está en la aldea, en saber quién cerró o abrió el gallinero, y no en que se nos viene un temporal y hay que estar preparados. En la gestión pública de Uruguay están faltando personas distintas.

¿Quiénes faltan? ¿Los técnicos?

Las personas con mayor conocimiento técnico se alejan de la gestión pública por falta de incentivos. No es solo una cuestión salarial. No es solo cuestión de falta de competencia ante el sector privado. ¿Qué estímulo tiene alguien que sea muy capaz, muy formado, si luego de estar 10 años en la gestión pública tiene que estar más preocupado por hacerse de un buen abogado penalista que lo defienda de las acusaciones de los políticos que de estar cambiando realmente la realidad del país? En Uruguay los políticos se pelan por un puñado de votos, judicializan hasta las discrepancias, mientras los cambios, los cambios de fondo, no se hacen y el país lleva 10 años estancado. No puede ser que el mínimo gesto sea llevado a la Justicia para generar una mezquina ganancia política momentánea. ¿Quién con alta capacitación va a querer asumir responsabilidades dentro de este Estado uruguayo? Y encima las discusiones que se dan son menores, a puro Twitter e insulto.

Uruguay no tendría que preocuparse tanto por el estado de su economía o la productividad, porque la solución vendrá de afuera, del avance tecnológico, de la inteligencia artificial. ¿Cuán cierta es esta frase?

Uruguay no puede amputarse la mano del timón. Navega en un mar complicado y no gobierna el mar, lo navega. Pero dejar de remar o soltar el timón es peligroso. Hay mucho que se puede hacer. El país tiene que plantearse un proyecto de desarrollo que implique discutir qué se quiere incentivar, qué no, qué políticas fomentar, qué facilidades dar.

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Juan José Calvo Políticos Uruguay población demografía en uruguay Tasa de fecundidad

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