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"El lugar que dejamos en su momento no lo llenó nadie"

Hoy La Trampa comienza el primero de sus cinco conciertos de regreso; en entrevista con El Observador, los cuatro miembros de la banda narraron su reunión y la creación de dos nuevos temas
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24 de marzo de 2017 a las 05:00
Garo Arakelian levantó el teléfono y llamó a Alejandro Spuntone. Después de ocho años sin compartir el escenario lado a lado, el guitarrista y compositor de La Trampa le ofreció al vocalista volver. Pero bajo sus propios términos: volver con canciones. Luego fue el turno de la llamada a bajista Carlos Ráfols, que estuvo en la banda durante 14 años y al baterista Irvin Carballo, responsable del ritmo en los últimos años del grupo. El paso siguiente fue juntarse, no a ensayar, sino a cenar. El banquete de reunión fue en una parrillada, donde se selló a fuego el regreso. "Queríamos comer, celebrar", cuenta Arakelian.

Desde entonces ensayaron todas las semanas, y a principios de setiembre anunciaron su regreso con dos shows en el Teatro de Verano. Pronto se transformaron en tres presentaciones, luego en cuatro y finalmente cinco funciones agotadas. El recuerdo de la gran banda convocante se revivió una vez más, gracias a un público que los estuvo esperando.

Una semana antes de enfrentarse a las gradas repletas del Teatro, los cuatro miembros de La Trampa se reunieron de nuevo entorno a una mesa, esta vez para hablar del periplo que los trajo a revivir sus canciones y crear nuevos temas con la firma de La Trampa.

¿Qué tuvo que pasar para que La Trampa volviera?
Alejandro Spuntone. Fue la llamada de Garo. Fue una conversación muy sencilla: hay ganas, vamos a hacer canciones, vamos a tocar. Después fue pensar con quién queríamos hacerlo, con qué compañeros. No fue una cosa muy premeditada de mucho tiempo. Los llamamos a ellos.

Irvin Carballo. Lo que nos enganchó fue el trabajar en canciones, hacer cosas nuevas. Eso es lo que teníamos para hacer, porque todos, sin ser Carlos, tenemos nuestros proyectos artísticos. Todos estábamos tocando y haciendo cosas. Esa fue la razón para volver a juntarnos.

Volvieron en un panorama musical muy diferente al que se fueron. ¿Cómo se sienten al respecto?
Garo Arakelian. Es una pregunta interesante porque en realidad es una manera de preguntar si tenés derecho a volver. Y nos sentimos con propiedad. Primero por la primera respuesta con respecto a cómo fue la vuelta. Y por la certeza de tener como argumento cosas para decir. Eso es, tener cosas para decir que luego las transformás en canciones. Son en primera persona porque es la banda la que vuelve, que es una entidad en sí misma. Pero también volvemos porque hay un permiso tácito de volver. Había una posibilidad de que nosotros no tuviéramos lugar para volver, que las voces generacionales, ya sean desde la nuestra para adelante, hasta los chiquilines de 15 años, fueran más potentes. Pero había un agujero. Hay más de un agujero en el terreno del rock uruguayo. Si ese terreno no fuera así quizás nosotros no tendríamos oportunidad de volver y seríamos unos advenedizos subidos al carro, y todas las terminologías que se puedan utilizar para describir eso.

AS. En definitiva el lugar que dejamos en su momento no lo llenó nadie. Porque quizás la movida no llegó a ser tan potente como lo que habíamos generado durante muchos años. Eso nos permite hoy llegar y como dice la canción (Hoy vengo a ver) "vengo a ver que hay". Nos pararnos a decir cosas y cantar otra vez.

Carlos Ráfols. Me da la impresión que La Trampa está volviendo de una forma que no volvieron bandas en Uruguay en los últimos años. Yo estuve bastante alejado, pero de lo que me enteré fue de bandas que volvieron sin propuesta. Eso es diferente a lo que está planteando la banda hoy.

¿Cómo fue volver a los roles de la banda?
AS. Los roles estaban definidos y estaba clarísimo. Quizás lo único que se modificó en esta última parte, positivamente, es que en estas dos canciones Garo fue el productor artístico. Fue muy caro, (risas). Cada uno sabe lo que tiene que hacer en esta banda y sabe el papel que cumple. Es parte del por qué estamos hoy así, por qué vendemos cinco Teatros de Verano, por qué la gente nos sigue escuchando. Porque todas estas cosas estaban claras.

GA. En la charla original con Alejandro, cuando hablamos de con quién queríamos volver, era excluyentemente con ellos dos. Porque cada uno de nosotros tiene el ego resuelto de una forma. No tenemos cosas para demostrar acá adentro, usando a nuestros compañeros como excusa, como herramienta. Y por otro lado ya conocemos los vectores de cada uno, cómo articula su energía. Yo soy un tipo complicado y siento que ellos me articulan de una manera que en otro lugar me agarrarían a las trompadas.

¿Hay un ejercicio de equilibrio entre cada parte?
GA. Claro, y la pérdida de la idea romántica e idílica de "la banda". Una banda donde somos todos amigos y nos sacamos fotos. No, la banda es un mar de problemas.

La Trampa
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¿El tiempo ayudó para que los vínculos mejoraran?
GA. Capaz que Carlos es el que puede contestar esto. Fue el que se fue a la mierda.

CR. Yo no me encontré con una banda muy diferente a la que dejé. Musicalmente es obvio que yo no estoy acá porque soy un crá tocando el bajo. Creo que cumplo otra función, no solamente tocar el bajo.

IC. Barre (risas).

CR. Si bien es cierto que la banda en algunos puntos maduró, yo no la veo tan diferente. Las cosas que encontré, por ejemplo Garo haciendo la producción de los temas, era hasta obvio que eso podía pasar. No me encontré con ninguna sorpresa.

Después que se juntaron a comer asado y decidieron volver, ¿cómo fue el primer ensayo?
GA. Fue un desastre.

CR. No sé si fue un desastre.

IC. Tocamos 16 temas. Parábamos, charlábamos. Estar los cuatro en una sala ya era algo diferente.

AS. Porque también había que recordar un poco. Todos nos acordábamos de partes de otros. Incluso nos ayudamos mutuamente. Los primeros ensayos fueron una especie de ejercicio. Después sí ya nos metimos a ensayar profundamente. Hicimos una lista con Garo de 36 temas, con canciones que tenían que estar. Irvin y Carlos se quedaron en el verano ensayando juntos la base de los temas. Hubo un laburo. No volvimos de taquito a tocar lo que ya sabíamos. No. Rearreglamos muchos temas.

GA. Hay temas que están compuestos hace 25 años y que están arreglados no solamente con el sonido al que nosotros teníamos acceso, sino lo que tocábamos hace 25 años. No se cambió la identidad de la versión original pero otras cosas sí.

CR. Tuvimos casi 170 ensayos. No hubo nunca una semana entera que no hubiésemos ensayado.


¿Cómo surgieron las canciones?
GA. Yo tenía acumuladas bastantes carpetas con algunas cosas para mi segundo disco, algunas cosas para El Astillero, otras cosas que no eran para La Trampa porque no me había propuesto volver. Nos juntamos dos veces, hicimos una preselección, acotamos y me puse a escribir y a trabajar con ellos. Eran ideas de melodías, riffs. Yo siempre digo que es como el alma de la canción, puede ser un leitmotiv, una intención, lo que fuera.

IC: En cualquiera de los dos casos encontramos un gancho para desarrollar: un estribillo o un riff. La razón del tema.

CR. Las escuchamos no pensando si eran buenas o malas ideas, sino pensando si eran temas para La Trampa. Si dijera que elegimos las mejores sería un sorete porque no tenían nada que ver. Habían que escucharlas pensando qué iba a pasar con esas canciones cuando las agarrara La Trampa.

Tanto El retador como Hoy vengo a ver son canciones que según definieron son muy interpelantes. ¿Hubo una intención de no hacérsela fácil al escucha?
GA. La Trampa tiene canciones de amor, canciones que son relativamente tangenciales, pero ahora no podíamos empezar con eso. No podíamos empezar contándole a nuestro público un fracaso amoroso o un dolor desgarrador, ni la celebración de nuestro reencuentro. No era lo que teníamos que hacer ahora. Lo que queríamos era hacer eran dos canciones sobre lo que ha pasado acá y el presente que tenemos, y cantarlo en dos canciones diferentes entre sí. Es eso, nada más.

AS. Cualquiera de esas dos actitudes cumplen el fin de generar una discusión, generar que alguien piense y se ponga un segundo a ver qué dice la letra y a cuestionarla aunque sea, o que le rompa las bolas. Ya con eso está bien, es parte de lo que hay que hacer.

IC. Ya que los cuatro estemos de acuerdo con una letra es algo muy complicado, pero sucede. Hablamos sobre la letra varias veces y encontramos diferentes sentidos y todos coincidíamos.

GA. Eso es importante. Si todos no estuvieran de acuerdo no lo estaría diciendo la banda.


¿Como manejaron la noticia de que se iban agotando los shows y que cada vez era más gente la que iba a participar del regreso?
AS. Vamos a ser sinceros, en realidad nosotros no lo celebramos. Nos parece genial y está muy bien, pero no fue una cosa que haya cambiado lo que veníamos hablando antes. Hay un laburo de la productora que trabajó en pila para que pudiera darse, porque había demanda de entradas. Y hasta el día de hoy nos siguen preguntando si vamos a hacer más. No, vamos hasta acá. Nadie puede decir que no está orgulloso de hacer algo con esta repercusión que tuvo, pero no es el motor principal. Lo que sí hace es generar otra responsabilidad. Hay que dar el mejor show para todo el mundo y nosotros tenemos que disfrutarlo. Quieras o no es un tema menos para la banda preocuparse si vendés entradas o no. Eso nos permitió concentrarnos directamente en la música, en el show y armar un buen setlist. Disfrutar de las pequeñas cosas, ver como se arma la planta de luces, los afiches. Empezás a disfrutar de eso sin preocuparte si irá la gente.

IC. Hemos tenido un montón de trabajo. Cada ensayo fuimos con placer. Todo el trabajo que hemos hecho, tanto arreglar canciones como terminar de componer y armar el set ha sido todo el trabajo de una banda.

GA. O sea, tenemos una banda. Que ha podido resolver sus anhelos, proyectos inmediatos, que no pasan de este momento. Todos los planes que nosotros tenemos terminan el 31 de marzo. Hasta ahora es una acumulación de certezas y la confirmación de la intuición como una forma de inteligencia. Nos hemos manejado mas por la intuición que por otra cosa, en el manejo de tiempos, las ideas de temas que queríamos profundizar, en elegir el teatro y no un lugar masivo, que era una de las cosas que nos reclamaban y algo en lo que no hicimos agua por ningún lado. Es el lugar donde nosotros teníamos que estar. Intuitivamente funcionó todo. Es volver a tener una banda con ese argumento. No es un proyecto con contrato firmado, que estar corriendo por complacer la demanda del contrato. Es entre nosotros. Y por eso fue tan importante ese asado que comimos.

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