El gas lacrimógeno ya no asfixia los rascacielos de Hong Kong, y se desmantelaron las tiendas de acampar de los manifestantes en el centro de Beirut. En Delhi, uno que otro tenedor de plástico y algunas sábanas destrozadas son todo lo que queda de la manifestación pacífica que alguna vez bloqueó una de las autopistas más concurridas de la ciudad.
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