Opinión > OPINIÓN / NELSON FERNÁNDEZ

"Hoy lo más fácil es robar"

Las protestas vecinales ponen rostro al malestar por el aumento de delitos
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28 de julio de 2018 a las 05:00
El mismo día en que en las redes sociales alguien divulgara un video sobre una vacía comisaría de Montevideo, una pareja fue a denunciar un robo a otra seccional. Fueron por la noche y les extrañó que no hubiera guardia en la puerta y que no se viera algún agente uniformado.

Una funcionaria los atendió cordialmente, pidió documentos y a los segundos, con una vista rápida en la pantalla de su computadora, le dijo el número de teléfono móvil y les advirtió que lo que correspondía era que hubieran llamado al 911, para que un equipo fuera al lugar del robo a tomar huellas y revisar lo pasado. Y pasó a tomar la denuncia.

La pareja comenzó a preguntar si el robo, un poco extraño por sus características, era algo habitual en la zona. La funcionaria dijo que sí, que no daban abasto con las denuncias, que la mayoría de los casos no se resolvían, que los delincuentes estaban pasados de rosca, que había muchos robos en apartamentos, en casas, en la calle, en todos lados.

"Con todos esos detalles, me dejás un poco nerviosa", dijo la denunciante.

La funcionaria levantó la vista, tomó su cartera con la mano izquierda, la levantó mostrándola y dijo: "Yo también estoy nerviosa. Mire esta cartera; no debería tenerla conmigo acá, porque así, estoy nerviosa".
El denunciante le preguntó: "¿Por qué?".

Y la funcionaria respondió con naturalidad: "Y, porque tengo miedo que entre alguno y me la quiera manotear para robármela".

La denunciante preguntó con asombro: "¿Tenés miedo? ¿Adentro de la comisaría tenés miedo?".

La funcionaria respondió afirmativamente: "Sí, claro", y cuando la consultaron respecto a si tenía arma, dijo que no correspondía debido a su grado. Y siguió con detalles de robos que le habían asombrado.

Comentó que con "la entrada del nuevo código" de Proceso Penal, la Policía ha quedado "atada de manos" porque "no puede actuar" como antes, y los fiscales "no dan abasto" y entonces no se aclaran los delitos y los asaltantes siguen sueltos. Dijo que hay jóvenes que roban hasta por gusto.

Culminado el trámite, y cuando la denunciante le saludaba despidiéndose, y diciéndole que se iba más intranquila que como había llegado, la funcionaria le aconsejó cuidarse mucho, porque esa era la realidad. Y remató con la frase del título de esta columna: "¿Sabe lo que pasa? Hoy lo más fácil es robar".

El relato es casi una versión taquigráfica de lo ocurrido una noche de julio.

El gobierno enfrenta un doble problema con el aumento de los delitos: por un lado se incrementa la sensación de inseguridad entre la gente; y por otra parte, los uruguayos perciben que las autoridades no reaccionan.

Eso se da porque la gente percibe que no hay un plan que actualice el combate al delito para un momento muy duro, y a que las autoridades cruzan críticas y trasladan responsabilidades.

El Ejecutivo y el Judicial son dos poderes diferentes, y la Fiscalía es un servicio descentralizado, pero todos son parte de "el Estado"; la gente visualiza a "la autoridad" como un conjunto y no divide responsabilidades entre actores.

De la misma manera que "los autoconvocados" lograron en verano ponerle rostro a la protesta por cuestiones económicas, presión impositiva y baja o nula rentabilidad, ahora vecinos de barrios de capital y otras ciudades, personifican la protesta por la inseguridad, y reclaman "que el gobierno haga algo".

Comenzó con algo improvisado y se fue extendiendo. Está claro que no es promovido por un partido de oposición, que no es por manija de gente interesada en desestabilizar al gobierno; se nota en las expresiones de los que se quejan, lamentan y piden ayuda del Estado, que se mueven por la preocupación que sufren en la vida cotidiana.

La protesta no tiene grifa y no solo es una presión para el gobierno actual sino también para las autoridades futuras.

Cada día se ve una movilización en un barrio diferente, y aparecen carteles pintados, pancartas con reclamos, familias aplaudiendo y cortando calles. El gobierno, y el partido de gobierno, subestiman el alcance de estas movilizaciones improvisadas.

No se trata de "un movimiento" y es improbable que eso tenga proyección en organización alguna, pero el fenómeno se repite, y en las protestas hay votantes del Frente Amplio, que esperan que haya una reacción.

Lo que dijo la funcionaria del Ministerio del Interior a los denunciantes de un robo, refleja ni más ni menos que lo que la gente piensa: que robar se ha hecho fácil.

La Policía ha incrementado la cantidad de personal, la tecnología y se han diseñado planes específicos para adecuar la represión al delito, y hasta la primavera pasada sentían que los resultados se estaban dando. Como el rebrote delictivo coincide con la entrada en vigencia del nuevo sistema de proceso penal, las culpas cayeron sobre el nuevo código.

Muchos fiscales dicen que están desbordados de trabajo y no pueden cumplir su nuevo rol activo con eficacia, la policía dice que los fiscales le dan tarde las instrucciones o que los jueces no valoran ciertas pruebas, los jueces dicen que no pueden imputar delitos sin pruebas y que muchos casos se los llevan sin elementos de contundencia.

Y en el medio, con la culpa al nuevo código, la responsabilidad se transfiere al Poder Legislativo que votó la ley y al Poder Ejecutivo que la promulgó. ¿Nadie advirtió sobre la posibilidad de este efecto negativo?

La gente se siente como frente a una mesa de "la mosqueta" tratando de adivinar si la pelotita está cubierta por un cubilete o escondida en la manga del que conduce el juego.

El ministro de la Suprema Corte, Jorge Chediak, dijo que "la Liga de la Justicia solamente triunfa cuando está unida", y eso es lo que la opinión pública espera: que no se pasen la culpa, sino que –respetando separación de poderes y autonomía de organismo– actúen de forma armónica para frenar a la delincuencia.

Es que más allá de la conveniencia de los dichos de la funcionaria policial a los denunciantes, más allá de que debiera transmitir calma y confianza en las autoridades en lugar de inquietud e incertidumbre, en su mensaje final dijo algo que sintoniza con un sentimiento popular: hoy lo más fácil es robar.

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