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La articulación productiva genera bienes públicos que mejoran la competitividad

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04 de noviembre de 2019 a las 09:32

La articulación productiva genera bienes públicos que mejoran la competitividad

Un dron sobrevuela un campo donde hay ovejas. El productor necesita saber cómo marcha la producción ovina en su establecimiento agropecuario. El dron lleva en su interior una tecnología informática desarrollada para el conteo de ovinos. Lo hace mediante una cámara que obtiene una imagen de los mismos. En un rubro productivo que tiene el robo de animales como una limitante, la información es vital para la toma de decisiones.

El conteo de ovinos con drones es uno de los proyectos que apoya el Programa de Bienes Públicos

Sectoriales para la Competitividad que impulsa la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) desde diciembre de 2017. No fue la única iniciativa de aquella primera convocatoria, que alcanzó a ocho proyectos seleccionados, de cuatro sectores productivos distintos y 23 instituciones participantes.

La programación del riego en cultivos de acuerdo al balance hídrico para mejorar la productividad de la agricultura; la elaboración de un manual de buenas prácticas en el transporte de carga automotor; y la creación de un ecosello en la industria del plástico también está entre los bienes públicos sectoriales de la primera convocatoria.

La Agencia tiene tres líneas de programas: uno refiere a financiamiento, es decir, garantizar el acceso a servicios financieros de calidad al sector productivo y mipymes en general. Se trabaja con las microfinanzas, las garantías, los créditos o microcréditos dirigidos; con el fortalecimiento de toda una red de instituciones de servicios financieros no bancarios, que sirven de brazo ejecutor de los apoyos de la ANDE en todo el país.

El segundo es el apoyo a la creación de nuevos emprendimientos. Nuevas empresas, los emprendedores y sus proyectos y, por añadidura, las instituciones que trabajan en el fortalecimiento del ecosistema de emprendedores.

La tercer área de trabajo de ANDE es la articulación productiva, donde se enmarca el programa de bienes públicos sectoriales (para todo un sector de actividad) y regionales (para una zona o territorio del país). En este camino se trata de apoyar el incremento de la competitividad de las empresas mediante proyectos para desarrollar bienes públicos que beneficien a todo un sector.

La idea del bien público

Pero, ¿qué es un bien público y cómo se construye? El mejor ejemplo es una plaza. Hay que hacerla y todo el vecindario la utiliza. Pero alguien tiene que hacerla y se generan problemas si la hacen los vecinos. ¿Cuánto pone cada uno? Después todos la pueden usar, aún los que no pusieron nada.

El caso de la plaza se puede trasladar al sector productivo en materia de competitividad. Hay cosas que se necesitan hacer, como investigar y generar información, que beneficiarán a todos.

Ahora, ¿quién las hace? Las grandes empresas tienen la capacidad de hacerlo para ellos, pero las medianas y pequeñas necesitan ponerse de acuerdo y coordinar. Así es que la lógica de un bien público supone generar algo que sirva para todos y que al usarlo uno de ellos no limite la capacidad de uso de otro.

Si se aplica a un sector productivo, el bien público por excelencia es la información. La información que permite hacer mejor el trabajo, ser más eficiente y competitivo, conocer los competidores regionales y otros mercados. Por ejemplo, la información es un bien público por excelencia cuando hace más competitiva a la ca-
dena de valor. La típica generación de información son los observatorios productivos, donde está sistematizada la producción sobre un sector (los precios en los diferentes mercados y las cosechas que se obtienen, entre otros).

Pero no es solo tener la información, sino también cómo hacer para que llegue a los actores. Generar la información, que llegue y que se haga uso de ella de la mejor forma. Por eso incluye revisión de normativas, buenas prácticas internacionales, estándares de producción. Eso también es un bien público: alguien lo tiene que hacer. Y beneficia a todos.

Otros ejemplos de bienes públicos sectoriales

+CIRCULAR es un proyecto interdisciplinario ejecutado por la Asociación Uruguaya de Industrias del Plástico (AUIP), a través del Centro Tecnológico del Plástico (CTplas), con el financiamiento de ANDE, a través de los Bienes Públicos Sectoriales.

El proyecto está orientado a generar herramientas que permitan mejorar la productividad de las empresas de la industria plástica y su red de valor, aseguró Paula Iharur, de CTplas. El proyecto “permitió la creación de la certificación +CIRCULAR que permitió sentar las bases para la incorporación de conceptos de economía circular en orden de transversalizar y adquirir nuevas herramientas para rediseñar procesos y productos en la cadena de valor del plástico”, agregó.

En los dos últimos años, ANDE apoyó el Observatorio de Oleaginosos, un servicio creado por la Mesa Tecnológica de Oleaginosos (MTO) que incorporó el uso de imágenes satelitales para determinar en tiempo real las hectáreas cosechadas.

El Observatorio se ha convertido en una verdadera fábrica de información de la producción sojera al servicio de todo el sector y ya es tradicional la jornada técnica anual en la que se difunden los datos más relevantes.

ANDE está apoyando 15 proyectos de bienes públicos sectoriales, de dos años de duración cada uno, luego de dos convocatorias, una en 2017 y la otra en 2018. Todos ellos con características distintas, pero en todos se busca que sirvan para mejorar la productividad y la competitividad del sector, que no sean excluyentes y estén a disposición de todos los componentes de la cadena de valor. Y que se garantice que ese bien público será accesible a todo el que le interese.

Otro ejemplo que apunta a mejorar la competitividad de un sector es el proyecto de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA) para emparejar los rendimientos de producción por hectárea. Por lo general, los que tienen rendimientos más altos son los grandes o los que tienen mejor tecnología, pero los productores más chicos bajan el promedio.

Para que todo el sector arrocero mejore hay que generar información para que los productores chicos sepan qué deben hacer para estar igual que los grandes, y así emparejar para arriba. Es un tema vital porque, si bien Uruguay tiene uno de los rendimientos más altos del mundo, con más de 8.000 kilos por hectárea, los problemas de costos altos que tienen en la actualidad obligan a incrementar la productividad para no perder competitividad.

La lógica del área de Articulación productiva de ANDE es trabajar en la coordinación de estas redes sectoriales o con algún criterio transversal.

La idea es lograr que coordinen los diferentes actores públicos y privados, la academia y otras instituciones. Y que a través de esa coordinación mejore la competitividad de las empresas que participan. Por eso se trabaja mucho con cadenas de valor, con sectores de actividad.

El salto del sector al territorio

En los bienes públicos sectoriales solo puede postularse el sector privado porque lo que buscan estos programas es que el propio sector privado se ponga de acuerdo e identifique qué necesidades tiene para mejorar su competitividad. Después ANDE apoya con fondos públicos.

Por lo general, se postulan a través de cámaras, que son las que tienen la representatividad del sector, aunque también hay casos de empresas muy grandes que asumen el papel de generar algo que sirva a todos. En el caso de los bienes públicos regionales, si bien se asume que las necesidades deben ser identificadas por el sector privado y los programas anclados en los sectores productivos y empresas, las capacidades que tienen las diferentes cadenas y sectores productivos no están desarrolladas por igual.

No siempre una cámara o cadena productiva tiene la capacidad de identificar, armar, presentar y ejecutar un programa. Pueden faltar recursos económicos o humanos, o conocimientos. Así que para generar bienes públicos regionales para la competitividad ANDE habilita que las postulaciones sean presentadas tanto por el sector privado como por el público.

Las postulaciones son más abiertas porque se entiende que las diferentes realidades del país muestran que en algunos departamentos sin el apoyo de los gobiernos locales sería difícil contar con proyectos. Igualmente el sector privado tiene que estar y ser socio. Luego de la primera convocatoria de ANDE para proyectos de Bienes Públicos Sectoriales para la competitividad en 2017, se realizó en 2018 la segunda convocatoria y se concretó la primera para Bienes Públicos Regionales. La iniciativa surgió de la experiencia del primer año, donde habían aparecido muchos proyectos de corte territorial.

Un ejemplo claro de esa realidad es el turismo, donde es difícil hacer un proyecto que sea para todo el sector porque la realidad varía según se trate de sol y playa, de las termas en el litoral o del turismo rural. Entonces los proyectos tienen sentido si son para una región.

Cuando ANDE aprueba una propuesta, que será ejecutada por la institución que la presenta, en los proyectos sectoriales cofinancia un máximo de 80%, en tanto el esfuerzo de la contraparte es un mínimo de 20%. En el caso de los bienes públicos regionales, la parte del sector privado puede componerse con gobiernos departamentales o instituciones, pero siempre el sector privado debe aportar esfuerzo, apropiarse del proyecto y acompañarlo.

En la actualidad, además de los 15 proyectos de Bienes Públicos Sectoriales, están en marcha nueve proyectos de Bienes Públicos Regionales. Todos ellos de las convocatorias de 2017, que empezaron a ejecutarse en 2018, y de 2018, que iniciaron en 2019. Ahora se están evaluando para su aprobación los proyectos presentados en 2019 para comenzar a ejecutarse en marzo de 2020. Una “gran batería de líneas de trabajo y mejoras”

El presidente de ANDE, Martín Dibarboure, recordó que el objetivo de los Bienes Públicos Sectoriales, a los que se sumaron en el segundo año los Regionales, es mejorar la competitividad trabajando en la solución de determinadas fallas del mercado, de la coordinación de una cadena de valor o de temáticas que afecten la productividad. Además mostró su satisfacción porque, “hemos mantenido un ritmo de llamados en estos pocos años, son varios los sectores productivos que han participado y hoy ya estamos en la tercera edición”.

Dibarboure valoró que los Bienes Públicos Sectoriales y los Territoriales “generan insumos que alertan o identifican la raíz de los problemas para mejorar en las condiciones competitivas de un sector, su articulación fortaleciendo los vínculos y su inserción internacional”.

En la marcha de los proyectos cofinanciados con el sector privado, “hemos identificado una gran batería de lineas de trabajo y mejora” para cumplir los objetivos propuestos, que abarcan desde planes estratégicos, análisis de marcos regulatorios y metodologías para llegar a la información, su generación y el acceso a ella, así como el desarrollo de tecnologías aplicadas a la productividad y otros bienes que abordan fallas del mercado.

Otra característica importante del programa de Bienes Públicos es que cada proyecto cuenta con el patrocinio de una entidad que lo ejecuta, como puede ser una gremial de un sector, y un ministerio “que sirva de referencia y avale la conveniencia” de su ejecución. Y, por último, Dibarboure aseguró que “incide mucho” el aval de otros organismos e instituciones interesadas en ser usuarios de la información que genera un proyecto. Por eso ANDE reconoce gastos de consultoría, capacitaciones y publicaciones; de infraestructura o equipamientos.

Además, la información que genera “es base para la investigación de la academia y de integrantes del propio Poder Ejecutivo, a partir de acciones que dan continuidad a otras intervenciones en el mismo sector, en otro momento y en otro contexto”.

El objetivo es mejorar la competitividad

Precisamente el trabajo del área de Articulación productiva de ANDE es generar instrumentos y herramientas para mejorar la competitividad de las empresas, en especial las Mipymes, pero con un concepto de competitividad más amplio, que tiene que ver con el desarrollo sostenible, mejorar prácticas de la competitividad.

No es reducir todo a vender más barato. Es entrar a mejores mercados, de forma más eficiente. Se trata de ver cómo producir, de la eficiencia en el uso de los recursos; de cómo un sector puede acceder a mercados de nicho. El énfasis del programa de Bienes Públicos pasa por producir, recopilar, procesar y compartir información que potencia la capacidad de ser más competitivos, beneficiando a todo el sector productivo y a cada productor en particular.

Por otra parte, en el área de Articulación productiva se apunta a fortalecer el vínculo existente entre los ámbitos donde se estudia, se genera investigación e innovación, y la parte productiva del país. Y cómo hacer para que ese trabajo conjunto se traduzca en cosas concretas al servicio de las empresas y de la competitividad.

Para ANDE los proyectos interesantes son los que incluyen muchas instituciones porque una parte de lo que se busca es que haya coordinación. Un ejemplo es el proyecto de riego, que sienta alrededor de la misma mesa a los productores regantes, al Instituto Nacional de Investigación Agropecuria (INIA), a la Facultad de Agronomía (Fagro) y a una universidad extranjera. Muchos actores con visiones diferentes trabajando juntos en mejorar la productividad del sector.

Después hay proyectos que no tienen muchas instituciones, pero son relevantes porque tienen mucho impacto. Es el caso de los drones para contar ovejas, que ejecuta Central Lanera Uruguaya (CLU) en asociación con el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y con Cooperativas Agrarias Federadas (CAF), pero que en realidad tiene un potencial de 17.000 productores de ovinos.

Quizás, al fin de cuentas, lo más importante sea que todos los proyectos reflejan las necesidades o prioridades del sector del que provienen. Cada sector sabe dónde le aprieta el zapato y tiene una estrategia para superar sus limitantes y mejorar su competitividad. Es la demanda que cubre ANDE, generando un espacio para el desarrollo productivo, con programas que tienden a un trabajo en redes. Al mismo tiempo, al presentar un proyecto y ser aceptado, el sector privado debe compro-
meterse a definir una estrategia para que estos bienes públicos se mantengan y sigan siendo de utilidad para las empresas, la academia y demás interesados.

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