Economía y Empresas > Liderazgo en debate

Mark Zuckerberg ¿debe abandonar Facebook?

En Estados Unidos, no es poco usual que los ejecutivos no reciban castigo alguno por cómo dirigen sus corporaciones
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06 de noviembre de 2018 a las 14:16

Por Farhad Manjoo, New York Times News Service

Hace unas semanas, después de que Facebook reveló que decenas de millones de cuentas de sus usuarios habían estado expuestas a causa de una falla de seguridad, comencé a preguntarle a la gente dentro y fuera de la industria de la tecnología: ¿Mark Zuckerberg debería seguir al frente de Facebook?

Les ahorraré el suspenso. Casi todos dijeron que Zuckerberg aún era el hombre adecuado para ese trabajo, quizá el único. Entre quienes respondieron se incluyen a personas que trabajan en Facebook, exempleados de la empresa, analistas financieros, inversionistas de capital de riesgo, activistas escépticos de la tecnología, críticos fervientes de la compañía y sus simpatizantes más enérgicos.

Según el consenso: aunque Zuckerberg —como fundador, director ejecutivo, presidente y accionista más poderoso de la red social— cargue con gran parte de la responsabilidad por los catastróficos sucesos recientes de la empresa, solo él tiene el nivel para solucionarlos.

Más de uno de sus simpatizantes me dijo que incluso era malicioso abordar el tema: que Zuckerberg era tan evidentemente indispensable que la única razón que podría tener para preguntar si debería seguir a la cabeza de la compañía eran los clics que obtendría con este artículo. No obstante, incluso sus críticos se opusieron a la idea de que Zuckerberg deje su puesto. Barry Lynn, director ejecutivo del Open Markets Institute, una organización que combate el poder monopólico, argumentó que los problemas de Facebook se originaron en su modelo de negocio y el vacío legal y regulatorio en el que ha operado, no en el hombre que dirige la empresa.

“Para ser franco, si quitáramos a Mark Zuckerberg y lo remplazáramos con Mahatma Gandhi, no creo que la corporación cambiaría de ninguna manera significativa”, comentó Lynn.

Que pocos puedan imaginar un Facebook sin Zuckerberg, de 34 años, enfatiza a qué nivel nuestras compañías tecnológicas más grandes ya no están obligadas a rendir cuentas. Gracias a su propio ímpetu y genialidad, Zuckerberg se ha convertido en uno de los líderes no electos más poderosos del mundo. Como una petrolera errante o una empresa de alimentos que abusa del azúcar, Facebook toma decisiones que provocan consecuencias enormes en la sociedad y ha lucrado enormemente con el caos.

Sin embargo, debido a la estructura de titularidad de la red social —en la que las acciones de Zuckerberg tienen diez veces más poder de votación que las acciones ordinarias— es omnipotente y casi no le rinde cuentas a nadie.

Esto se ajusta a un patrón. A lo largo de las últimas dos décadas, las empresas tecnológicas más grandes han creado un sistema en el que los ejecutivos sufren pocas consecuencias personales o financieras por sus errores. Las grandes compañías del sector tecnológico han convertido a los fundadores en elementos fijos: cuando sus corporaciones funcionan bien, se quedan con todo el crédito, y cuando les va mal son los únicos héroes que pueden arreglarlo todo.

Hay otra manera de decirlo: para bien o para mal, Zuckerberg se ha vuelto demasiado grande para fallar.

En Estados Unidos, no es poco usual que los ejecutivos no reciban castigo alguno por cómo dirigen sus corporaciones (por ejemplo, Wall Street después de la crisis financiera de 2008).

Incluso en Silicon Valley, donde los fundadores de las empresas son venerados como unicornios fantásticos que son generadores de dinero, la paciencia corporativa tiene sus límites. En la década de los ochenta, Apple despidió a Steve Jobs. El año pasado, Uber hizo lo mismo con Travis Kalanick, que estaba tan alineado con la cultura de su compañía como Zuckerberg lo está con la suya.

Los problemas de Facebook no han llegado al nivel de anarquía que vimos en Uber, pero han tenido muchas más consecuencias. Además de la filtración, Facebook ha estado involucrado en la desintegración mundial de la democracia, entre otros casos, por su papel como portador de la desinformación rusa durante la elección presidencial estadounidense en 2016.

Los investigadores de las Naciones Unidas han dicho que Facebook fue fundamental para el genocidio en Birmania; también se ha vinculado con la violencia en India, Sudán del Sur y Sri Lanka. Ha habido escándalos de privacidad (el más reciente de Cambridge Analytica), escándalos publicitarios (anuncios discriminatorios, parámetros sospechosos), varias investigaciones federales en curso y el reconocimiento de que usar Facebook puede afectar tu salud mental.

Aunque Zuckerberg se ha disculpado y ha prometido una y otra vez solucionar los problemas de Facebook, los arreglos de la compañía a menudo necesitan soluciones también. Durante la semana pasada, los reporteros mostraron que la decisión reciente de la empresa de ir tras los anuncios políticos no ha funcionado (Vice News compró anuncios en Facebook que declaró falsamente que “los había pagado” el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y el Estado Islámico).

Así que dadas esas fallas, otra pregunta podría ser: ¿por qué nadie ha resultado castigado en Facebook? Aunque ha habido algunas deserciones de alto perfil —los cofundadores de WhatsApp, Instagram y Oculus, compañías que compró la red social, se fueron en el último par de meses—, los ejecutivos más leales a Zuckerberg han estado con él en las buenas y en las malas, muchos durante más de una década.

Si Facebook admite ahora que sus problemas fueron causados por una cultura que se movió con demasiada velocidad y era demasiado idealista, y si ahora concede que su cultura debe cambiar, ¿cómo podemos estar seguros de que eso sucederá si la mayoría de las personas que dirigen la plataforma siguen siendo las mismas?

Cuando le pregunté a Facebook sobre esto, la empresa argumentó que las cosas estaban cambiando. Acaba de contratar a Nick Clegg, un ex vice primer ministro del Reino Unido, como director de Asuntos Globales —una decisión que, según la empresa, aportaba la perspectiva seria de alguien externo a la compañía—.

La red social también me puso al teléfono con un alto ejecutivo que argumentó enfurecido a favor del liderazgo de Zuckerberg, pero rechazó hacerlo oficialmente. El ejecutivo explicó que solucionar los problemas de Facebook implicaría grandes costos. La empresa está contratando a más personas para revisar contenido, por ejemplo, y quizá tenga que lentificar algunos de sus proyectos más ambiciosos con el fin de abordar su impacto en el mundo. El ejecutivo argumentó que el dominio total que Zuckerberg tiene del capital de Facebook, además de la reverencia que le guardan sus empleados, le permitía soportar las consecuencias financieras de estos cambios mejor que cualquier otro líder.

El desplome de sus acciones

El precio de las acciones de Facebook se desplomó casi un 20% en un solo día este verano después de que reportó un crecimiento más bajo de sus ingresos y un aumento en los costos de operación. Esta semana, la red social repitió su advertencia sobre el crecimiento más lento. Un “director ejecutivo profesional”, uno que no tenga una participación tan grande en la empresa, se vería tentado a tratar de elegir la solución más fácil, sugirió el ejecutivo. Sin embargo, Zuckerberg era libre de hacer lo correcto.

Los simpatizantes de Zuckerberg argumentaron que ha mostrado una gran capacidad para entender y abordar los problemas de Facebook. Después de que la empresa comenzó a cotizar en la bolsa en 2012, el precio de sus acciones languideció durante meses porque no planeaba generar dinero con el cambio de los consumidores a los dispositivos móviles.

“Mark diría que se tardó demasiado en entender la importancia de lo móvil, pero, cuando eso se volvió aparente, entendió su seriedad y comprendió cómo solucionarlo”, dijo Don Graham, un exintegrante del consejo de administración de Facebook y exeditor de The Washington Post. “Cambió la dirección de esa empresa de manera increíblemente veloz, en detalle, no solo con una medida, sino con veinte… y si se observan las cifras trimestre por trimestre del porcentaje de ingresos provenientes del sector móvil, no podríamos creer lo rápido que se transformó”.

La pregunta en Facebook ahora es si Zuckerberg de igual manera ha ideado la solución para sus problemas actuales. Ha dicho que hacerlo era su desafío personal para 2018. Sin embargo, hay señales de que su cultura sigue siendo la misma.

Veamos, por ejemplo, su promesa de que un nuevo dispositivo doméstico central, Portal, que develó el mes pasado, no recolectaría información sobre los usuarios que pueda usarse en anuncios. Rápidamente tuvo que echarse para atrás porque el sistema de recolección de datos de Facebook es tan extendido que incluso algunos de sus empleados no parecen entenderlo.

“Creo que ha fallado de manera evidente a lo largo de los últimos dos años, y la razón de su fracaso es que no rinde cuentas”, comentó Sandy Parakilas, una exempleada de Facebook que ahora trabaja como directora estratégica en el Centro para una Tecnología Humana, una organización de activistas. “Dado un contexto en el que los accionistas y los miembros del consejo de administración tuvieran más influencia, es difícil imaginar que no pudiera haber cambios más rápidos”.

Una solución para Facebook podría ser darle al consejo más poder sobre la compañía. Trillium Asset Management, una firma de inversiones, hace poco emitió una resolución de accionistas apoyada por varios fondos estatales que requeriría que Zuckerberg deje su puesto como presidente de Facebook, aunque aún mantendría la mayoría del control de votación de la empresa.

“Creo que dar el paso de renunciar al puesto de presidente del consejo de administración es un cambio estructural muy importante para que no tenga libertad total en cuanto a hacer válidas sus decisiones”, dijo Jonas Kron, vicepresidente sénior de Trillium.

Un portavoz de Facebook dijo que la empresa todavía no había adoptado una postura respecto a la resolución. En el pasado, Zuckerberg y sus aliados han vetado medidas similares.

Lo cual nos deja aquí: o Zuckerberg arregla Facebook o nadie lo hará. Esa es la alternativa que enfrentamos, nos guste o no.

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