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"Nekonomics": el poder de los gatos en la economía japonesa

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03 de marzo de 2023 a las 07:36

Además de cautivar a un número récord de personas, los gatos ayudaron a calentar la economía japonesa durante la pandemia de covid-19.

Gatos
Getty Images
La popularidad de los gatos en Japón sigue creciendo.

Según Katsuhiro Miyamoto, profesor emérito de la Universidad de Kansai, el fenómeno que denominó "nekonomics" (efectos económicos de los gatos) movió unos US$14.600 millones (1,9 billones de yenes) solo en el período de 2021.

Para llegar a esa cifra elevada, la encuesta tuvo en cuenta los gastos en alimentación, productos de primera necesidad y atención veterinaria, además de proyectos generados por la pasión japonesa por los gatos. Incluso aquellos que no tienen una mascota en casa suelen ir a cafés temáticos y lugares turísticos, como islas conocidas por su concentración de felinos, solo para fotografiar y tocar a los gatos.

En Japón, la onomatopeya para maullar es "nyan nyan nyan", que suena como "ni" (dos en japonés). A partir de un juego de palabras y a sugerencia de la industria de comida para mascotas, en 1987 se estableció que el 22 de febrero sería el Día del Gato, creando así un motivo más para aumentar la "nekonomics".

Para muchos japoneses, ignorar la mirada penetrante y el ronroneo del gato es tan difícil como resistirse a la infinidad de artículos lindos con los que la industria de los gatos tiende a llenar las estanterías en esta época del año.

Según la Asociación Japonesa de Alimentos para Mascotas, la popularidad de los gatos ha ido en aumento durante más de dos décadas. La pandemia solo hizo que este interés aumentara aún más cuando las personas se vieron obligadas a permanecer aisladas en sus hogares.

La población de estos felinos registró un récord en 2021, al sumar unos 489.000 animales más en comparación con el periodo anterior, lo que llevó la cifra total de gatos en el país a unos 8,94 millones (frente a 7,10 millones de perros).

Yoichiro Matsushita con Kiki y Lara, los miembros felinos actuales de su familia.
Archivo personal
Yoichiro Matsushita con Kiki y Lara, los miembros felinos actuales de su familia.

El profesor Miyamoto multiplicó este número por el gasto promedio mensual de US$63 (unos 8.460 yenes) que se destina en el país a la alimentación y al cuidado básico de cada animal. La suma alcanza a US$ 6.758 millones anuales (unos 911.580 millones de yenes)

A esa cantidad le sumó el efecto dominó de toda la cadena y lo que generó el turismo doméstico felino: el total fue de unos US$14.600 millones (casi 2 billones de yenes).

A modo de comparación, la 'nekonomics' en 2021 son ligeramente superiores a lo gastado en la organización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020 (estimados en US$12.528 millones o 1,69 billones de yenes).

El profesor Miyamoto recuerda que el costo de cuidar a un gato pequeño es relativamente bajo para una familia, pero para Japón significa mucho. "En otras palabras, la acumulación de pequeñas cantidades por parte de cada familia contribuye a la economía japonesa, es el motor que mueve el conjunto", dice en entrevista con BBC News Brasil.

La Asociación Japonesa de Alimentos para Mascotas recuerda que las personas experimentaron ansiedad y situaciones estresantes cuando se vieron obligadas a dejar de salir y tuvieron quedarse en casa y trabajar desde allí durante mucho tiempo. Al convivir con mascotas buscan tranquilidad y mejoran la comunicación dentro de su familia.

Conrado Borelli y sus hijos con los tres animales adoptados después de ser recogidos en las calles.
Archivo personal
Conrado Borelli y sus hijos con los tres animales adoptados después de ser recogidos en las calles.

La flexibilización de las medidas para combatir el coronavirus y las recientes subidas de precios de una serie de productos y la tarifa energética en el país deberían impactar en 'nekonomics', pero es pronto para decir cuánto será.

Lo que no se puede ignorar es que siempre habrá un número creciente de amantes de las mascotas en Japón. Perro o gato, la elección dependerá mucho del espacio y tiempo disponible para su cuidado.

Gatos abandonados

En el estudio, Miyamoto enumera una serie de factores por los cuales los japoneses prefieren a los felinos.

Entre ellos, menciona que cada vez más personas se mudan a apartamentos urbanos que, además de estar hacinados, a menudo no permiten perros, pero pueden pasar por alto la presencia de gatos, que también son más fáciles de cuidar y requieren menos atención, como tener que sacarlos a caminar.

Sin embargo, no todos los felinos son bienvenidos. Según una encuesta realizada por el Ministerio de Medio Ambiente de Japón, en el año fiscal 2020, el número de gatos arrebatados a sus dueños para ser dados en adopción llegó a unos 10.000.

La ONG TNR Felinos Japón, creada por Elen Tanaka y Cássio Silva, en Iwata (provincia de Shizuoka), sirve como termómetro para valorar esta situación de abandono. La pareja brasileña ha notado un aumento en las colonias de felinos, incluida la presencia de animales domésticos junto a los tradicionales gatos callejeros.

Elen Tanaka y Cássio da Silva cuidan actualmente de 100 gatos en un apartamento que alquilaron para albergar a los animales.
Archivo personal
Elen Tanaka y Cássio da Silva cuidan actualmente de 100 gatos en un apartamento que alquilaron para albergar a los animales.

Después del entusiasmo inicial, muchas personas renuncian al gatito al darse cuenta de que cuidar a un animal, incluso un gato pequeño, requiere trabajo y cuesta dinero. Así, terminan abandonando a los animales y la cuenta termina siendo transferida a quienes se dedican a darle albergue a estos animales.

Cássio dice que los gastos de esa organización han aumentado mucho. Actualmente, él y su esposa pagan unos US$963 (130.000 yenes) para alquilar dos propiedades: una sirve como casa para la pareja y la otra alberga 100 gatos que fueron rescatados, castrados y cuidados por ambos mientras esperan la adopción.

El alquiler es la parte más pequeña de los gastos para mantener a tantos felinos. Además de absorber el salario de Cássio como trabajador en una fábrica de autopartes, la ONG consume todo el tiempo de cuidado de su esposa Elen, ya que muchos animales llegan debilitados de la calle.

Al final, son casi unos US$5.000 (680.000 yenes) de gastos mensuales que deben ser cubiertos con malabares, campañas y la buena voluntad de amigos y simpatizantes de la causa. "Cuando me fui de Brasil, hace 22 años, dije que era para trabajar y ganar dinero en Japón. ¡Pero recogemos gatos! Hoy, son ellos quienes dan sentido a nuestras vidas", dice Cássio.

Para aquellos que pretenden compartir el mismo sentimiento, no basta con que le gusten los animales para poder quedarse con los que han sido recogidos por la ONG. Si el lugar donde vives no permite la presencia de gatos, se niega la adopción.

También existe un periodo de compromiso y numerosos procedimientos implementados como forma de evitar que el animal sea devuelto o caiga en el abandono nuevamente.

Conrado Areco Borelli pasó la selección y logró adoptar a Tigrão y Pompom. Actualmente, su familia cuida a tres felinos, con los que gastan una media de US$148 (unos 20.000 yenes) en comida, arena y productos de limpieza. Cuando necesita llevar a los gatitos al veterinario, el monto se duplica.

Más que los gastos extras por atención médica, el alquiler es lo que más molesta a los brasileños. Muchos propietarios se han vuelto flexibles con la presencia de animales, pero cobran un poco más por ello. "Pero vale la pena cada centavo para tener a nuestros gatos con nosotros, viviendo en paz", señala.

Toda una industria

La firma financiera R&C Co. entrevistó a 3.000 dueños de gatos a fines de diciembre de 2022 y concluyó que el costo promedio de cuidar a un animal es de US$19.572 (2,64 millones de yenes) durante 15,6 años de vida (promedio estimado por la Asociación de Alimentos para Mascotas de Japón).

"Con esta investigación, queremos ayudar a reducir la cantidad de gatos abandonados por razones económicas. Al conocer de antemano los gastos futuros, las personas podrán decidir conscientemente si tienen o no el animal", apuntan.

En opinión de Sumirê Shimizu, lo que más impacta los "nekonomics" no es tanto la propiedad del animal. La brasileña cree que hay una industria que se aprovecha de esta pasión incondicional y se lucra con ella.

A Sumirê le gustaban los perros grandes, pero como era imposible tenerlos en su departamento en Tokio, terminó adoptando a Harumaki y Dorayaki, dos gatos a los que dio nombres basados en estos alimentos japoneses.

Se cree que los primeros gatos llegaron a Japón desde China durante el período Nara (siglo VIII) para cazar ratones. A partir del período Heian (siglos VIII al XII) comenzaron a ser considerados mascotas, siendo retratados en obras de Ukiyo-e y clásicos de la literatura japonesa, como la novela "Soy un gato", del escritor Natsume Soseki.

Al mismo tiempo llegaron los perros, siendo los primeros de la raza chin, traídos como regalo de los gobernantes de Corea. Debido a su pequeño tamaño y temperamento amistoso, pronto se convirtieron en mascotas domésticas.

Aunque han ido perdiendo espacio físico en los hogares para gatos, los perros siguen siendo venerados por su glorioso pasado (como se ve en la estatua junto al último samurái Saigo Takamori) o por la notable lealtad demostrada por Hachiko, el perro inmortalizado en el cine y esculpido en bronce en la estación de tren de Shibuya en Tokio. En ese mismo lugar, el animal esperó más de nueve años tras la muerte de su dueño.

Al japonés Yoichiro Matsushita no le impresionan estas características caninas. Su pasión son los gatos, con su carácter rebelde e independiente. "Tampoco tengo la carga de caminar con ellos", agrega.

El primero que llegó a la casa de Matsushita fue un gato abandonado que su esposa encontró frente a la tienda de un conocido hace 40 años. Después de eso, cada vez que uno moría, alguien traía un reemplazo.

Actualmente cuida a Lara y Kiki, quienes llegaron siendo cachorros y son reconocidos como miembros de la familia. "Y no piden ropa y ni siquiera tengo que llevarlos a la escuela". Matsushita suele dormir y hablar con sus gatos, aunque reconoce que no siempre se llevan tan bien.


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