Espectáculos y Cultura > Entrevista - Eduardo Sacheri

"No me gusta cuando siento que el autor me está queriendo imponer un mensaje"

Ante el reciente estreno de La Odisea de los Giles, El Observador conversó con Eduardo Sacheri, el reconocido novelista autor de La noche de la usina, libro en que se basa la película
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30 de agosto de 2019 a las 05:03

Tanto en La noche de la Usina como en La pregunta de sus ojos hay momentos históricos muy puntuales para la Argentina, como la crisis del 2001 en el primero y la dictadura en el segundo. ¿Tu trabajo es en cierta medida una forma de crónica de la historia reciente de tu país?

Yo creo que el hecho de ser Licenciado en Historia le da forma a mi manera de pensar las historias y de escribirlas en el sentido de que no puedo evitar pensar a las personas y a los personajes en su contexto. Y si bien lo que yo hago es ficción, me parece interesante cuando el arte se hace preguntas sobre la realidad. Por supuesto que no son preguntas científicas. Pero las respuestas suman de todas maneras. Me parece que preguntarnos sobre el país que construimos siempre es útil más allá de que las respuestas no sean unívocas. Y es otro modo de visitar nuestro pasado colectivo.

El policial está muy presente en mucha de tu obra, al igual que el fútbol (y escribir sobre fútbol es ya un género en sí mismo). ¿Te sentís un "autor de género"?

No sé si me siento un autor de género. Creo que si tengo que buscarle algo en común a lo que escribo, sería más una literatura de lo próximo, de lo cotidiano. Por el tipo de personajes, de horizontes y de conflictos que atraviesan a mis personajes. En general, creo que vienen más bien mezcladitos. Más allá de que haya una predominancia determinada, de una u otra cuestión, me parece que, al menos la intención, es mezclar los géneros porque vienen mezclados en la realidad. La realidad no actúa por género y cuando construyo un libro intento que la cosa venga mezcladita como viene en la vida.

En particular en La noche de la Usina está representado un subgénero muy específico del policial como lo es el robo. En cine incluso se conoce como "caper movies" y es marcada la referencia cinematográfica al menos en la adaptación de Borenztein, un subgénero con mucha presencia a lo largo del tiempo. ¿Sos cinéfilo? ¿Hay referentes cinematográficos puntuales para tu obra en general?

Es verdad que es una historia "de robo" pero que, al menos desde mi mirada, busca romper con una cuestión esencial del género que es la pericia de los involucrados. Si hay algo que los protagonistas de mi libro, o de la película, no son es ser expertos ladrones. Son gente común y corriente puesta en una situación de excepcionalidad delictiva. Ahí está la ruptura del género a la que aludía antes. Y no sé si me atrevo a decir cinéfilo. Así como te digo que me encanta leer y no sé si soy un bibliófilo, me encanta ver películas. Pero no soy un tipo que sepa demasiado historia del cine o que pueda hacer un racconto muy específico de numerosos directores. Sí es verdad que cuando voy por la vida echo mano a las películas que he visto para entender el mundo. Lo que le pasa al personaje de Perlazzi, que ve una película con Peter O´Toole y Audrey Hepburn para pensar su manera de desactivar la batería de una alarma, bueno, es lo que me pasó a mí cuando estaba pensando el libro. O sea, cuando mis personajes se enfrentaron a ese problema la solución que se me ocurrió fue acordándome de Cómo robar un Millón de Dólares, que es esa película.

El balance entre drama y comedia está perfectamente medido en La noche de la Usina y, sin embargo, el momento que viven los personajes –y que vivió el país– es singularmente duro. ¿Reconstruirlo en comedia es sanar de alguna manera?

No sé si "sanar". Yo no me atrevo a buscarle a lo que escribo objetivos determinados, intenciones determinadas. Si algún lector, o algún espectador, siente reparador el acto de leer o de ver, buenísimo. Porque me parece que el arte puede tener una misión eventualmente reparadora en nuestra vida. Pero no hay una búsqueda concreta porque no me gusta a mí como lector cuando siento que el autor me está queriendo imponer un mensaje, una mirada, una liturgia de lo que escribió, de lo que dijo, de lo que creó. Entonces intento no hacerlo con mis personajes. De todas maneras, a lo mejor sí es una reacción mía, personal, aproximarme con cierto nivel de ironía, de sarcasmo, de burla, sobre cosas muy duras de la vida. De la vida personal o de la vida social. Me parece que el humor nos endereza un poco frente al agobio de las circunstancias.

¿Cómo te llevás con los cambios de tu obra cuando los ves en pantalla?

Participo profundamente de la escritura de guion. De hecho, con Campanella en El Secreto de sus Ojos, con Juan Taratuto en Papeles en el Viento y con Borenztein ahora en La Odisea de los Giles, el guion está totalmente colaborado, hecho a cuatro manos. Y obviamente en ese laburo a cuatro manos hay un montón de cosas que se hacen a tu gusto y otras que no. Hay cosas que se adaptan a lo que vos querés, hay situaciones en las que llegás a una tercera posición con el director y decís "bueno, está bueno" y hay situaciones en las que no se hace lo que vos querés. Es parte del trabajo. Y parte del resultado inevitable. La única manera de evitarlo sería vender los derechos y desentenderme del asunto, y hasta ahora no lo he hecho y no me veo haciéndolo en el futuro.

Considerando el éxito de tus novelas y el equivalente logrado en sus adaptaciones cinematográficas ¿Afecta esto de alguna manera tu escritura? ¿Te encontrás imaginando personajes pensando especificamente en cómo se verán en la pantalla o interpretados por algún actor en particular?

Conscientemente, yo no siento que afecte mi manera de escribir la cuestión del cine. Porque, de hecho, cuando estoy empezando un proyecto nuevo en mi cabeza lo que me imagino es un libro. No me imagino una película. Y los personajes que imagino tienen los rostros anónimos de cualquier persona. No se me ocurre llevar mis libros a los directores de cine. Uno podría decir, bueno, "capaz que el tipo ya tiene cierto recorrido", podría golpear algunas puertas con mis novelas nuevas o con lo que yo tengo publicado, y sin embargo no lo hago. Me parece que ese impulso tiene que salir del director, que es el que realmente sabe de cine. Que lea un libro mío y diga "Upa, acá puede haber una película" y que ese director venga y me lo proponga y empecemos a partir de ahí a pensar. Pero mi mundo original y principal, siento que es el de los libros y estoy cómodo con eso.

Y hablando de lo que vendrá, ¿estás trabajando en algo nuevo? ¿Vas a publicar material nuevo en breve?

En noviembre sale una novela nueva, que se va a llamar Lo mucho que te amé. La vuelvo a publicar por Alfaguara y calculo que en Argentina, Uruguay y Chile estará muy en simultáneo la edición. Es una novela de amor, me atrevería a caracterizarla así. Ambientada en la Argentina de los años 50 y los años 60 del Siglo XX. Narrada en una primera persona femenina. Me parece que se plantea un cambio bastante rotundo respecto a mi novela anterior pero es lo que suele pasarme a mí, de novela a novela. Siempre busco en el libro que sigue hacer algo bien distinto a lo que acabo de hacer, sobre todo para evitar la comodidad de seguir en la misma, de hacer una jugadita que sentí que me salió bien y entonces la repetimos para que al público le guste. Eso es una tentación grande que en la medida de lo posible está bueno evitar. De ahí es que vayamos para otro lado.

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