Los experimentos latinoamericanos de reformar las constituciones por medio de asambleas constituyentes no han sido felices. Más bien todo lo contrario: tremendamente negativos para la salud institucional de esos países. Venezuela, Bolivia y Ecuador reformaron por completo sus constituciones partiendo de cero y terminaron con constituciones de tinte netamente populista que no defienden correctamente los derechos y garantías individuales que forman parte inalienable e irrenunciable de un país llamado a regirse por el estado de derecho.