La discusión de todos los años: ¿setiembre o septiembre?

Estilo de vida > URUGUAYOS SIN PE

¿Por qué en Uruguay se dice setiembre y no septiembre?

Es una eterna discusión que cada año se revitaliza; ¿qué dicen los especialistas?
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01 de septiembre de 2021 a las 05:00

*Esta nota fue publicada originalmente el 7 de setiembre de 2020

Es matemático: las últimas horas de agosto terminan, de una u otra manera, acaparadas por una duda universal. No importa que pasen los años, que cambien las plataformas, que se esté discutiendo cualquier otra cosa: cuando el mes número nueve del año aparece en el horizonte, la polémica de la letra pe se instala. ¿Se dice setiembre o septiembre? Mientras que en la mayor parte del mundo hispanoparlante se utiliza la segunda versión, en Uruguay prima el primer término, con una letra menos. Veamos lo que dicen las fuentes.

La Real Academia Española (RAE), por ejemplo, no especifica demasiado en su diccionario; solo establece que ambas palabras son correctas. El Diccionario panhispánico de dudas, de la misma institución, agrega que setiembre es una variante de septiembre "reflejo en la escritura de la relajación de la p en la articulación de esta voz". Sostiene, además, que "en el uso culto se prefiere decididamente la forma etimológica septiembre".

La Fundación del Español Urgente (Fundéu) sostiene la misma versión que la RAE.

En Uruguay lo más común es encontrarse con la versión sin pe de la palabra, incluso en publicaciones oficiales o académicas. Lo mismo sucede en Costa Rica. Y menos usual, pero utilizado de todas formas, es en Perú.

El nombre setiembre deriva de "séptimo", dado que ese era el lugar que tenía el mes en el calendario romano, que comenzaba en marzo. Originalmente venía del latín, de septembrem y septem (siete). De allí la existencia de la pe. Cuando el calendario gregoriano –el que usamos actualmente– tomó carácter oficial, el mes se corrió hacia el noveno lugar y su nombre perdió su referencia espacial. Lo mismo ocurre con los meses siguientes: octubre, noviembre y diciembre.

De acuerdo con el sitio especializado DelCastellano.com, "las grafías y pronunciaciones 'setiembre' y 'otubre' llevan aceptadas siglos: no es ninguna cosa nueva". Al pasar del latín al español, la nueva lengua simplificó algunos sonidos que contenían dos consonantes juntas. La conjunción pt, entonces, perdió la pe en la mayoría de las palabras. En la simplificación quedó setiembre, así como aptare pasó a ser atar. "Cuando a final de la Edad Media y, sobre todo, en el Siglo de Oro se empezaron a introducir muchos cultismos en el español, los grupos consonánticos que hasta entonces no estaban admitidos volvieron con más fuerza en unos casos y con menos en otros", añade. De esa forma, acetar pasó a ser aceptar, entre muchas otras.

Por otro lado, en dos lenguas similares al español, el noveno mes del año; en gallego, es setembro, y en catalán es setembre.

Según El castellano, web dirigida por el uruguayo experto en etimología Ricardo Soca, setiembre "aparece en los corpus (registros de textos) de la Academia española desde muy antiguo, aunque muchos piensen que esta grafía minoritaria es 'más moderna'. En el Corpus Diacrónico del Español (Corde) encontramos casos desde el siglo XIV. En 1495 es adoptada en el Diccionario latino español de Nebrija y, en 1611, Covarrubias registraba setiembre en su Tesoro de la lengua castellana o española".

Soca también explica en su artículo que es probable que el portugués, que utiliza la forma setembro, haya tenido algo que ver con la pérdida de la pe, aunque aún no hay estudios que lo demuestren.

En tanto, el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, recordó en diálogo con El Observador que el caso de setiembre y la pérdida de la pe no es el único que la lengua española ha sufrido en los últimos años.

"Hay algunas palabras que provienen del latín que tienen dos o tres consonantes juntas, y el léxico y la costumbre hacen que inevitablemente esos sonidos raros tiendan a simplificarse, como el caso de septiembre y setiembre o psicología y sicología, o cuando antes se decía obscuro y la costumbre hizo que la be desapareciera y se termine pronunciando y aceptando oscuro", explica Trujillo.

La solución a por qué los uruguayos oficializamos el nombre del mes sin la letra pe parece estar en las explicaciones de Cristina Píppolo, coordinadora académica del Departamento Nacional de Español y doctora en lingüistica histórica, que se pliega a lo mencionado anteriormente por otros expertos sobre las derivaciones del latín, pero que establece que la opción de "setiembre" tiene su raíz en la defensa que ha tenido dentro del circuito escolar.

"La forma asimilada «setiembre» se impuso fuertemente a través del magisterio –más o menos a partir de los sesenta– y se estabilizó en todos los usos de la comunicación escrita. Ha sido adoptada por la prensa, por la administración, por la escuela y colide con la opción de otras zonas del mundo hispanohablante. Es motivo de debate en nuestro medio, que adopta formas cultistas para tantos casos y que reniega de la /p/ en este. Hay que reconocer que la misma inseguridad la tiene la Academia (de Letras) cuando toma decisión –o no toma– sobre la variación regional de las pronunciaciones frente a lo etimológico –buen problema ha traído «sicólogo» frente a «psicólogo» y aun los cambios en algunos usos del tilde–", comenta Píppolo en su artículo Sobre la duplicidad gráfica del noveno mes.

La experta comenta que, paradójicamente, mientras que Uruguay adoptó como válido el no uso de la pe en la palabra, sigue utilizando las formas "óptimo", "aptitud", "actor", "irrestricto", "abstracción", palabras que tienen la misma complejidad de las consonantes que la que motiva este artículo.

"Tal vez, el volver a «septiembre» nos permita unificar un dato de la ortografía general y ganar en coherencia a la hora de escribir los grupos de consonantes que el español hereda y que la costumbre sella. Anoto, como curiosidad, que el escritor uruguayo Setembrino Pereda –historiador, periodista– no tuvo la /p/ en su nombre, pero sí la reminiscencia del mes séptimo –indudablemente escrito– del calendario romano. Las elecciones son válidas, y la coherencia también", concluye.

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