Y en ese segundo bando suelen estar varios periodistas, que en base a información –a la que hoy en día puede acceder casi todo el público futbolero- analizan el antes, el encuentro en sí y el post-partido.
Pensando en lo que era el partido ante Arabia, en lo previo era inadmisible que Uruguay no fuera notoriamente superior al equipo de Pizzi: un conjunto con varias estrellas mundiales que brillan en Europa y que llegó al mundial tras una gran Eliminatoria, ante uno con futbolistas desconocidos, que en gran parte fueron a intentar conseguir mejor nivel de fútbol en clubes de España y que casi no jugaron, y que venía de perder 5-0 ante Rusia en su debut.
Y así, hay muchos más argumentos a favor de la celeste: experiencia mundialista, trayectoria del entrenador, historia, "carpeta" de los jugadores y, si usted cree en el ranking FIFA, también ese indicador.
En la cancha, a la hora de la verdad, se vio otra cosa. Un Uruguay que ganó con lo justo, sin pasar riesgos ante un rival ofensivamente ingenuo, es cierto, y, si también cree en la posesión, cediéndole la pelota al rival.
Son válidos los argumentos de que el fútbol se ha emparejado y que en este mundial de resultados cortos los grandes favoritos no la han pasado bien. La llevo. Que partidos son partidos o que el calor de Rostov afectó a la selección. También.
Pero era Arabia. ¡Arabia! Uno de los peores equipos de los 32 que están en Rusia.
Los defensores del proceso dirán que se logró la clasificación histórica a octavos luego de 64 años y muchas marcas más en ese partido. Es cierto y lo aplaudimos, nadie quiere que a Uruguay le vaya mal. También afirmarán que lo importante es ganar y que en los mundiales es lo único que sirve. Sin dudas que es así, más en una Copa del Mundo.
Quizás a algunos hinchas les cueste sacarse la camiseta y quizás los que tenemos que analizar nos hayamos olvidado de la época pre-proceso del Maestro, cuando veíamos los mundiales por TV.
Pero, reitero, centrándonos exclusivamente en el partido de este miércoles, era para ver mucho más juego de Uruguay y no terminar de la forma en que se terminó, con el goleador histórico de la selección aguantando la pelota en el banderín. ¿Qué quieren que digamos? Era Arabia.
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