Javier Conde

Javier Conde

Es periodista de la sección Mundo de El Observador

Mundo > Estados Unidos

"Salvar América": ¿acabará el impeachment con el futuro político de Donald Trump?

El presidente de los Estados Unidos llega al final de su mandato con todos los frentes abiertos
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17 de enero de 2021 a las 05:00

“La violencia política va en contra de todo lo que creo, todo lo que nuestro movimiento representa, ningún verdadero partidario mío podría respaldar la violencia política. Ningún verdadero partidario mío podría faltar al respeto a la ley y a nuestra gran bandera americana. Ningún verdadero partidario mío podría acosar a sus compatriotas. Si hacen cualquiera de estas cosas, no están apoyando nuestro movimiento, lo están atacando y están atacando a nuestro país. No podemos tolerarlo”.

De la misma boca, por increíble que parezca, de la que el 6 de enero salió la arenga que incitó a marchar sobre el Congreso para “luchar como demonios” porque “ya no van a tener país”, se escuchó una semana después estas palabras con las que condenó –“inequívocamente”, dijo– la violencia desatada durante la sesión conjunta de las cámaras del Congreso de Estados Unidos que se disponía a certificar la victoria electoral de Joe Biden.

Donald Trump, por una vez dio marcha atrás, aunque sin mea culpa de por medio. Lo hizo en un video en Youtube horas después de que la Cámara de Representantes aprobara el miércoles de esta semana someterlo a un segundo juicio político, un hecho inédito en la larga vida democrática de Estados Unidos.

Medios estadounidenses, citando diversas fuentes, indicaron que el mandatario se vio forzado a grabar el mensaje presionado por su hija Ivanka y su cuñado Jared Kushner, así como su jefe de gabinete, Dan Scavino. Lo convencieron con la idea de que el mensaje ayudaría a levantar la moral de los republicanos que lo ven como el héroe que puede salvar América, según apunta El País de Madrid. No hubo, como le indicaron, ni una sola mención al impeachment.

A horas de dejar la Casa Blanca, que simboliza el inmenso poder de la primera potencia del mundo, Donald Trump está acorralado.

Por sus rivales demócratas, que recuperan la presidencia después de un solo período y con la guinda de la mayoría en ambas cámaras del Congreso; por las instituciones de esta longeva democracia que han resistido su permanente embate y en cuyo sistema judicial cursan procesos contra el mandatario; por corporaciones dispuestas a cortar su apoyo económico, como anunció, y no solo, el Deutsche Bank.

Incluso dentro de las filas republicanas, como el propio líder de la aún mayoría en el Senado, Mitch McConnell que duda sobre el destino de su voto cuando el juicio político se inicie en la cámara alta y quien ha sido su gran aval durante los cuatro años de presidencia. Y colaboradores tan próximos como Kellyanne Conway, consejera y admiradora, quien lamentó que “en lugar de celebrar los cuatro años de logros, hemos visto con horror como se asaltaba el Capitolio”.

Más solo y silenciado por esas redes sociales, Twitter y Facebook, por donde su mensaje retador y de quiebre se ha expandido y encontrado tanto eco. Una medida, sin embargo, que ha suscitado las críticas de la canciller alemana Angela Merkel, para nada una trumpista.

Acorralado pero no derrotado.

Trump, descartada de plano su renuncia a la presidencia, que se pidió desde varios frentes tras los sucesos del 6 de enero; y también la aplicación de la 25 enmienda a la que se negó el vicepresidente Mike Pence, llegará al final de su polémico e iracundo mandato, para unos, y exitoso y transformador, para otros, el miércoles 20 de enero.

Comenzará entonces a hablarse del futuro político de Donald Trump. Si podrá volver a la contienda electoral en 2024 o si el trumpismo tendrá vida más allá de la impronta personal de Donald Trump.

Bob Woodward, el afamado periodista que junto a Carl Bernstein realizó la investigación del caso Watergate que llevó a la renuncia de Richard Nixon a la presidencia en 1974, dos veces ganador del Pulitzer, espera que el impacto mediático de Trump decaiga después de la toma de posesión de Joe Biden.

“Hay indicaciones de que puede presentarse en 2024, pero el énfasis va a estar ahora en Biden, porque va a ser presidente, asumir un poder extraordinario y tener que lidiar con problemas extraordinariamente difíciles. Trump siempre será una historia, pero espero que esto remita y se convierta en una secundaria, no la principal historia de EEUU”, declaró.

¿Podrá Biden convencer a su propia y nutrida fuerza parlamentaria a evitar que Trump se convierta en “la principal historia”? ¿A quien ayudará finalmente este segundo intento de juicio político a Trump? ¿Asumen los demócratas un riesgo político al resultar improbable que reúnan los dos tercios del Senado para condenar al presidente saliente?

El presidente electo pidió al Congreso que se “centre” en los temas de su agenda política, el combate a la pandemia y la recuperación económica y consultó además al líder de la mayoría republicana en el Senado si es posible realizar en simultáneo el juicio político y dar curso a las propuestas inmediatas de su agenda.

De esa respuesta depende cuando se enviará la acusación contra Trump al Senado, la cámara señalada para realizar los juicios políticos a los mandatarios estadounidenses.

Biden, que proviene de un hogar de clase media no ajeno a las dificultades económicas, sabe que requiere atender a amplios sectores de la población de Estados Unidos, desencantados con administraciones demócratas que en 2016 llevaron a la presidencia a Trump y donde se asienta una buena parte, quizás la más ruidosa, de su base de apoyo.

Priorizar el impeachment, además del eco sobre Trump, pondría en debate la intención anunciada de Biden de la “reconciliación política” de su país, un argumento que los republicanos usaron para oponerse a este nuevo enjuiciamiento de Trump. "La extensión de la reconciliación que necesita Estados Unidos es un proyecto que podría resultar abrumador para cualquier presidente sin un consenso bipartidista más amplio", advierte desde las páginas del New York Times Peter Baker, quien ha cubierto las gestiones de los últimos cuatro presidentes para el Times y el Washington Post.

Pero, ¿tienen otra opción los demócratas? ¿Pueden dejar “sin sanción política” los terribles sucesos del 6 de enero que son “un momento insólito, sin paralelo en la historia”, según Jay Winik, cronista destacado de la Guerra de Secesión, citado por The New York Times?

El riesgo, además de perder el impeachment, es que la buscada inhabilitación de Trump se perciba a la vez como venganza y temor. Lo que el magnate inmobiliario sabrá arrimar para su molino.

Una votación adicional que pudiera plantearse en el Senado, para la cual bastaría la mayoría simple, que los demócratas tendrán después del 20 de enero, sería para excluir a Trump de optar a cualquier cargo político. Lo que incluso puede interesar a republicanos con aspiraciones para las primarias de 2024. Es un proceso sin precedentes y cuya aplicación pudiera exigir la intervención de la Suprema Corte. 

En cualquier caso, Trump no va a desaparecer de la agenda pública, ni tampoco sus millones de seguidores, que dudosamente serán una "herencia" para otros republicanos mientras él sea parte del juego político.

Ciudadano Trump

El futuro político de Trump se dirime también fuera del Congreso y de los ámbitos estrictamente políticos. 

Un fiscal de Manhattan, Cyrus Vance jr, hijo de quien fuera Secretario de Estado en la presidencia del demócrata Jimmy Carter, persigue sin desmayo las declaraciones de Hacienda de Trump, bajo la presunción de que hay "una extensa y protegida conducta criminal en la Trump Organization".

Trump ha denunciado que esas acusaciones son parte de la "caza de brujas" de que ha sido objeto: el primer impeachment en 2020 y el denominado rusiangate. Ahora también incluye este segundo impeachment como parte de la pesecución contra él.

Una investigación del New York Times dio cuenta, en plena campaña electoral, del estado de sus finanzas, acosadas por las pérdidas y cientos de millones de dólares en deudas con vencimientos próximos que Trump ha garantizado personalmente, así como tiene encima una auditoría de una década con el Servicio de Impuestos Internos (IRS) sobre la legitimidad de reembolsos, después de declarar enormes pérdidas. No habría pagado impuestos en 10 de los 15 años anteriores a su presidencia porque reportó haber perdido más de lo que ganó.

Una carrera con obstáculos. A eso se enfrenta Trump para mantener su liderazgo político durante cuatro años fuera de la Casa Blanca. En 2024 tendrá 78 años, la misma edad con la que Biden asumirá la presidencia.

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