Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Personajes > OBITUARIO

Abel Duarte, el hombre de apellido Musicalísimo

Además de ser una figura clave en la historia de la radio uruguaya, Duarte incursionó en política y buscó siempre asistir a sus oyentes, a veces incluso en momentos de quiebre en sus vidas
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06 de agosto de 2019 a las 08:47

Hay comunicadores que trascienden su tarea. Que van más allá de su trabajo al aire y se convierten en algo más para los que los siguen. Se convierten, incluso, en sus programas. Deja de ser posible separar a la persona del nombre del ciclo, tanto por la permanencia temporal como por el vínculo que generan con la audiencia. Un ejemplo de eso es el de Abel Amílcar Duarte Rodríguez, uno de los más influyentes conductores radiales y empresarios del entretenimiento uruguayo, que murió este lunes a los 60 años a causa de una neumonía –agravada por la gripe A– que desde hace algunos días lo tenía internado en cuidados intensivos. 

Al igual que otras figuras históricas de los medios uruguayos –de esas que casi no quedan–, como Omar Gutiérrez o Cacho de la Cruz, Duarte y Musicalísimo, el programa que lo hizo célebre y que llevó adelante durante 43 años, eran indistinguibles. Al punto que el nombre de su cuenta oficial de Facebook, en la que compartía noticias, chistes, anuncios de su programa e información, era ilustrativa de ese vínculo: Abel Duarte Musicalísimo. Como un apellido más. 

Nacido en Valle Edén, Tacuarembó, el 21 de agosto de 1958, Duarte –conocido como "el Negro"– se definía como "el típico uruguayo conservador". Así lo dijo en 2014 en una entrevista en El Observador TV. Su memoria prodigiosa, su gusto por el whisky de la marca J&B y su voluntad de ayudar a todo el que pudiera eran algunos de los rasgos por los que se lo conocía. 

Su gran creación radial, Musicalísimo, nació en 1976, en Radio Continente. Ocho años después dio el salto al que fue su hogar desde entonces, Radio Oriental, donde se terminó de masificar y convertir en un pilar del entretenimiento popular. Sus emisiones nocturnas fueron la compañía y la banda sonora de generaciones de jóvenes uruguayos –y unos cuantos argentinos que enganchaban la radio desde el otro lado del río Uruguay– y el programa fue también la plataforma de lanzamiento y difusión de fiestas masivas, que tenían su versión de mayor tamaño en el Palacio Peñarol. Allí se realizaron 17 fiestas anuales, cada una para 5.000 personas. 

Además, Duarte realizó las fiestas de Musicalísimo en decenas de puntos del interior del país, y también en el extranjero, para colectividades uruguayas en países como Estados Unidos, en fechas como la Noche de la Nostalgia. "Cuando tuve mi primer trabajo en la radio vi que ganabas muy poco", dijo en 2015 en el programa de Teledoce Desayunos Informales, "y yo estaba muy metido con la música". Así fue como nació su faceta de empresario de fiestas. "En 1978 hice el primer baile en el Club Tacuaermbó. Yo nunca fui DJ, siempre fui más animador. En ese primer baile llevamos a 12 parejas de bailarines, pero fui sin nada arreglado para el alojamiento y la comida, y perdimos lo que hoy serían $ 10.000. Perdí mi sueldo de ese mes, era empleado de una farmacia. Enseguida me profesionalicé y de ahí fue todo mejor", contaba Duarte en ese momento. 

Su política de trabajo en las fiestas era clara. Ni él, ni los disc-jockeys, ni los demás empleados de Musicalísimo podían beber alcohol durante las fiestas, irse sin pagar, ni bailar. Así evitaba desastres y mantenía la profesionalidad para asegurarse que lo contrataran de vuelta.

"La noche te enseña muchísimo", fue otra de las frases del conductor. Tanto con la radio –donde desde un primer momento violó de forma consciente el decreto del gobierno militar que impedía sacar llamadas de oyentes en vivo– como en los eventos, comenzó a generar una confianza y un vínculo de cercanía con los oyentes, que lo llevó a convertirse en el receptor de algunas confesiones que lo pusieron en apuros.

"Me metí en cada lío por ayudar a la gente", contaba en El Observador TV. Algunas de las situaciones más habituales eran las de las adolescentes que venían a buscarlo en los eventos. Cuando eso pasaba, sabía que las razones eran dos: o habían roto con sus novios, o estaban embarazadas. 

Cada vez que lo contaba aclaraba su postura: "Yo soy antiaborto, siempre lo fui". Las jóvenes iban primero ante a Abel antes que a sus padres o sus parejas. "Las llevaba a mi casa a las gurisas de 15 años, yo vivía con mi madre, y ella les hacía milanesas con arroz o el café con leche, y se quedaban a dormir en el cuarto con ella, podés pensar cualquier cosa si te digo que llevaba adolescentes a casa, pero mi madre era la que despejaba las dudas porque estaban con ellas". Entretanto, Duarte intercedía ante los padres para evitar las debacles familiares. "Este conductor salvó bastante vidas", se jactaba. 

A partir de la década del 2000, con la toma de protagonismo de las FM y la migración juvenil provocada por la crisis de 2002 –que también afectó al conductor–, Duarte tuvo que adaptarse a una nueva audiencia: de adolescentes pasó a apuntar a personas de 40 años para arriba. Por esos mismos años también inició una carrera paralela como político. Primero fue convencional del Partido Colorado, al que votó toda su vida, en las filas del exministro y candidato presidencial Guillermo Stirling. 

En las elecciones de 2009 figuró como diputado suplente, y llegó a ocupar la banca en reemplazo de Guillermo Facello. En 2014 pasó a filas de José Amorín Batlle y se postuló como diputado titular por Montevideo con su propia lista, la 2092, aunque finalmente no ocupó el escaño. Para las elecciones actuales apoyaba al mismo precandidato y tenía pensado candidatearse de nuevo a la Cámara de Representantes. “Bajar a la cancha es ir a visitar a la gente puerta por puerta, salir a buscar el voto y explicar qué haré como diputado. Quiero estar en la política para dedicarme a lo social, a la familia, los jubilados y la gente con adicciones. Quiero meterle el diente con todo”, dijo a Telemundo en ese momento. Porque su carrera política también se adscribía a su intención de ayudar a todo el que pudiera. 

La carrera de Duarte dejó también algunas historias curiosas. Una vez, mientras grababa el programa en vivo en San Ramón, Canelones, presenció un fenómeno extraño en el cielo que relató en vivo a sus oyentes. "Las estrellas estaban bailando", contó en ese momento, y desde entonces creyó en los ovnis, según recordó en 2013 en el programa La noche menos pensada, en Canal 4. 

Musicalísimo también salió desde el exterior y también cosechó anécdotas. Durante el Mundial de fútbol de Italia, en 1990, simuló una entrevista con el músico italiano Edoardo Bennato, uno de los autores de la canción oficial del torneo, Un estate italiana. Solo que "Bennato" era en realidad un portero de hotel que se sumó al chiste, como contó una vez en el programa Las cosas en su sitio de Radio Sarandí. 

En otra oportunidad fue invitado a una misa de periodistas y comunicadores con el papa Juan Pablo II. Confiado en que solo iban a ser unos 100 invitados, Duarte quedó de piedra cuando vio que la cifra real de asistentes era de 5.000, lo que complicó los planes de uno de sus acompañantes, Jorge "Toto" Da Silveira, de sacarse una foto con el pontífice. El plan B que aplicaron los dos uruguayos fue el de hacerse pasar por "rengos", porque el papa saluda primero a las personas con discapacidades. Así llegaron rápido hasta Juan Pablo II y el periodista deportivo pudo irse con la foto. 

La última aparición televisiva de Duarte fue en julio, en el programa de debates de Canal 4 Todas las voces. Dos días después se engripó y eso derivó en la neumonía que acabó matándolo. Hasta el último día siguió conduciendo Musicalísimo junto con Jorge Marfetán, porque su postura era la de no retirarse hasta que estuviera totalmente seguro. Decía que no quería ser como los jugadores de fútbol que se van y vuelven al tiempo. El 17 de julio fue su última emisión al aire. Antes de cerrar el programa avisó que estaba por engriparse. Y se despidió, como cada programa, con su frase de siempre: "No te olvides de algo que para mí es muy importante, te quiero muchísimo. Doble beso, seguí adelante que si vos querés podés, cuidate mucho y nunca dejes de existir".

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