Para muchos adultos fue duro tener que limitar su interacción social al terreno virtual. Los niños no entendieron por qué, de golpe, no pudieron juntarse a jugar con amigos o ir a la escuela. También hubo ancianos que se sintieron muy solos. Mientras tanto, toda una generación estaba mejor armada. Porque mientras la llegada del coronavirus obligó a casi todos a aferrarse a las pantallas para paliar el aislamiento, los adolescentes ya estaban ahí.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá