Opinión > Columna/ Luis Roux

Ajedrez en los tiempos de la máquina

Magnus Carlsen y Fabiano Caruana disputan la final del mundo de ajedrez pero la inteligencia artificial los supera a ambos
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25 de noviembre de 2018 a las 05:00

Hubo intentos audaces, a lo largo de los siglos, de inventar la máquina que ganara al ajedrez. Finalmente se inventó y se puso a disposición del público. Por US$ 100 se puede comprar un programa que le gana al campeón del mundo.


Fue un proceso difícil de digerir, para mí. Me acuerdo de que me la agarré con Kaspárov, cuando fue vapuleado por Deep Blue. Lo acusaba de haberse vendido a IBM. Pronto quedó claro que las máquinas eran mejores que los bípedos, de todas las maneras imaginables.


Escuchar ahora los comentarios durante las partidas del campeonato mundial entre el campeón Carlsen y el retador Caruana en el sitio chess.com es una experiencia extraña, con toques de humor absurdo. Un maestro internacional y un gran maestro muestran las jugadas en un tablero y discuten las posibles variantes. En un rincón de la pantalla aparece el análisis de la computadora, que es superior.


Y de todas maneras es muy interesante. Juegan dos bípedos y otros dos bípedos analizan el juego. Las jugadas que proponen son de inferior calidad que las que elige la computadora. Pero a los comentaristas no les importa; analizan de manera humana y sus predicciones sobre lo que harán los bípedos sentados frente a frente son mejores que las de la computadora.


Es como si Dios nos revelara los universos perfectos a partir de cada jugada y nosotros, por nuestro lado, siguiéramos regocijados en nuestros simulacros de cosmos. Nos dan a conocer las grandes verdades pero seguimos bebiendo el agua fresca de la incertidumbre.


En mayo de 1997 el campeón del mundo de ajedrez Garri Kaspárov (considerado uno de los jugadores más fuertes de todos los tiempos) perdió un match a seis partidas contra la computadora de IBM Deep Blue. Desde entonces, las computadoras no han hecho otra cosa que mejorar y hoy existen programas que poseen cientos de miles de ajedrecistas, capaces de derrotar al mejor de los humanos.

Las computadoras no han hecho otra cosa que mejorar y hoy existen programas que poseen cientos de miles de ajedrecistas, capaces de derrotar al mejor de los humanos



Las máquinas aplican métodos de cálculo que se conocen como “fuerza bruta” y que consisten en rastrillar millones de variantes posibles a cada jugada, con lo cual doblegan la capacidad del cerebro humano y son capaces de administrar variantes muy sólidas de forma instantánea ante cualquier partida que se juegue entre grandes maestros.


Ya no hay duda alguna de que las máquinas triunfaron pero entre ellas la lucha es despiadada. El programa preferido por los grandes maestros para mejorar su juego es Stockfish, una especie de Dios del tablero que revela la jugada exacta ante cada movimiento.


Pues en 2016 Stockfish perdió un match a 100 partidas contra Alphazero, un programa de inteligencia artificial de la compañía Deep Mind, perteneciente a Google. El resultado fue 28 partidas ganadas por Alphazero y 72 tablas (empate). 


El método de Alphazero es novedoso. Nunca tuvo una base de datos de millones de partidas y posiciones, como Stockfish y las demás. Tan solo se le explicaron las reglas del ajedrez y el programa jugó unos cuantos miles de partidas contra sí mismo y así aprendió a ganar.


Alphazero analiza decenas de miles de variantes por segundo, contra las decenas de millones que analiza Stockfish, pero usa una manera distinta, basada en “redes neurales”, un método basado en la forma en que se comporta el cerebro humano.


Es una máquina que “piensa por sí misma” y descarta una infinidad de variantes poco prometedoras, tal como lo hacen los jugadores humanos.


Todavía hay una gran cantidad de “expertos” que ponen en duda la capacidad de pensar de las máquinas, más allá de resolver problemas planteados por sus programadores, pero todo indica que se trata de nostalgia por el mundo en el que crecieron.


Si la complejidad del cerebro humano se puede replicar en una máquina con un poder de análisis de datos muy superior y sin las molestias de las emociones y el cansancio, pronto tendrán la última palabra sobre un juego mucho más vasto que el ajedrez. 

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