Mientras Marcelo Saralegui, uruguayo de 21 años, alcanzaba la gloria futbolística al ganar la Copa Italia 1993, jugando como volante en Torino Football Club, Roco Morabito lideraba una de las bandas más importantes de la mafia italiana y un año después escapaba para no ser atrapado por Interpol, que había emitido una orden de arresto en su contra.
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