Cartas de los lectores > OPINIÓN

Aumentar la grieta (II)

Carta de Rodolfo Ángel Beccaría Pesce
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30 de noviembre de 2020 a las 05:00

Por Rodolfo Ángel Beccaría Pesce

Sí, eso mismo. Por un instante trato de ponerme en el pensamiento del lector y descubrir lo que piensa por aumentar la grieta. Hay grietas en las paredes, en los pisos, en el fondo marino, en la poesía, en el alma y también en la sociedad.

Las políticas empleadas para regir las conductas del hombre en sí mismo, el hombre y su comunidad y entre comunidades, pueden llevar a formar grietas tan variadas y palpables así como difíciles de vaticinar mientras se están gestando.

Antes de seguir hagamos un repaso de lo que es la grieta (podré estar  tremendamente equivocado). Para que exista necesitamos de un algo anterior, o sea ella no existe por sí misma. Me animo a decir que es un tercer elemento en la escala de acontecimientos, pues necesita de un fenómeno que actuando de tal o cual manera sobre lo ya existente permita el surgimiento de “la grieta”.

Es el resultado de acción o acciones sobre un algo. Este algo, donde se produce la grieta, es la cuna del nuevo ser que vino para romperlo y cambiarle el destino, pues un todo completo tiene una dinámica diferente a la de los pedazos que surgieron del antiguo todo aunque tenga los mismos genes.

La nueva identidad no siempre tiene por qué ser amigable y/o conciliadora con el antecesor. Aparece un híbrido que es la cosa rota que tendrá que aprender a andar. También tendrá que aprender a andar el llamado fenómeno en un nuevo terreno donde las suposiciones o teorías que lo animaron a provocar la grieta tendrán que probar su capacidad de sobrevivencia e inocuidad ante la complejidad de la vida real.

En nuestros días y entre nosotros socialmente, a la grieta le damos un sentido de separación, distanciamiento entre las partes, pero no pasa de una ruptura inicial.

Surgida la grieta debemos aceptar que existe, que es real y que guste o no guste está ahí produciendo efectos. Pasa a ser un elemento más del cotidiano y del futuro.

La cuatro grandes grietas madres

Nuestro país tiene un largo histórico en el tema de las grietas.

La primera

La que para mí ha sido fundamental en el trazado del destino del país fue la estatización temprana que tuvimos y que hasta el presente actúa incólume.

La estatización y monopolización de importantes sectores del país rompió el sentido de equidad donde todos los individuos podían aspirar a construir y trabajar según sus capacidades, vocaciones y formaciones técnicas.

Ahí se da formación a la mayor grieta separadora de hombres, destinos, futuros y frutos.

Un fenómeno político/filosófico externo es importado al país y se aplica con la fuerza e irresponsabilidad propia de seres afines al poder perpetuo, sin importar el método ni las consecuencias (igual de ruda a la fortaleza del ignorante).

La postergación de la capacidad del hombre libre es puesta en marcha para dar surgimiento a otro sistema de convivencia, creando un nuevo ser omnipotente, dominador de todo y todos y sin ningún sentido de autocontrol y menos autocrítica.

Este nuevo ser llamado empresa estatal, dotado de todos los poderes y desprovisto intrínsecamente de cualquier noción de equidad y respeto hasta de sí mismo, montó la máquina productora de burocracia sin límites, sin cordura y sin piedad por la sociedad.

La segunda

El centralismo capitalino (el interior de otro mundo).

Padecemos de un desequilibrio de distribución demográfica en el territorio.

El hecho de que una ciudad tenga la mitad de los pobladores del país, siendo principal puerto, albergando al poder político, al poder administrativo, al sistema diplomático, al poder comercial importador/exportador, al poder de las instituciones de la  enseñanza, y el mayor y nefasto poder burocrático, junto a otros más, todo este cóctel derivaría en un férreo e insensible centralismo totalmente inviable para un desarrollo equitativo generador de oportunidades para todos los pobladores del país.

La tercera

La ley de inamovilidad del empleo público.

La temprana y brutal estatización, el centralismo capitalino y la consecuente solidificada burocracia,  parieron y no por obra de alguna magia especial, la ley de Inamovilidad del empleo público.

En este momento se terminaba de armar la mayor y más eficiente “máquina para la fabricación de votos” a costo cero para los políticos y administradores que la irían a disfrutar.

Si bien todo este andamiaje dictatorial es de un resultado negativo sin parangón, sin dudas el mayor mal recayó sobre el espíritu de los ciudadanos y el quebranto de la personalidad.

La existencia de estas tres súper  grietas debilitó de forma superlativa la mentalidad del ser uruguayo al punto de creer que no se puede vivir sin la empresa del gobierno y/o del estado (debilidad, duda, temor, dependencia, acatamiento).

De este concepto se valió la prédica izquierdista, socialista y comunista para tomar cada día más posiciones dentro del aparato estatal físico y gubernamental (lo políticamente correcto).

También, y por consecuencia, sobrevino el crecimiento de la coexistencia pacífica con la corrupción y la hipocresía.

La cuarta

En Uruguay nos llenamos la boca hablando de nuestra democracia, pero a mi entender  nuestra democracia es medio falluta y nos ha regalado muchos pesares.

Se ha avanzado mucho en llegar a una democracia contemplativa y protectora de sus enemigos. ¿Es un acto normal proteger al enemigo y también proyectarlo para que alcance sus intereses?

¿Es esto democracia? Esta democracia que alberga monopolios, ¿será el producto de un milagro divino? Porque, ¿cómo pueden convivir?  Medio raro ¿no?

Cuando amnistiaron a todos los terroristas y criminales y les dejaron intactos los derechos civiles favoreciendo que todos ocuparan cargos de gobierno, inclusive la Presidencia del país, ¿era esto democracia?

Debo reconocer mi burrez, pero para mí esto fue un acto de debilidad mental extrema, donde quizás, y para ayudar, también algún interés electoral inmediatista primó sobre la cordura.

Después de estas grietas, ¡los cientos de otras menores son un poroto!

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