Aunque la crisis se supere, quedarán heridas expuestas

Ni por el presupuesto de la educación con el 6% del PIB, ni por la reforma de la Caja Militar, ni por el TLC con Chile: la crisis fue por los cincuentones. Ni por fondos para innovación y desarrollo, ni por la dimensión de los planes sociales, ni por la mega inversión de infraestructura, ni por incentivos a la inversión, ni por recursos para mejorar la seguridad y la Justicia; la crisis fue por los cincuentones.

Ni por fomento del empleo juvenil, ni por programas de asistencia a la primera infancia, ni por UPM, ni por nada de eso; la crisis fue por los cincuentones. El Frente Amplio se zambulló en una crisis política de proporciones relevantes, por una ley que busca atender el reclamo de unas decenas de miles de trabajadores con sueldos altos, que se ven perjudicados por el sistema jubilatorio para el caso de que se retiren a los 60 años o poco más.

Para los afectados, el tema no es menor, pero para el Frente Amplio el caso era un asunto ajeno a su agenda. Para una parte de la izquierda era una buena oportunidad para atacar al régimen de ahorro individual con AFAP, pero a la hora de pesar costos y beneficios, este caso no aparecía como razonable para una disputa parte aguas.

En la interna de la izquierda volvió a escucharse la clásica frase que hace alarde de una cultura de unidad: "parecerá que es imposible que nos pongamos de acuerdo, pero lo cierto es que siempre sabemos negociar, hacer una síntesis y encontrar la fórmula de consenso".

El diputado que lo repetía en el mediodía del viernes, a la espera de una reunión formal de bancada para discutir el asunto, desconocía que compañeros suyos estaban zurciendo un texto que pudiera atender la preocupación fiscal del ministro de Economía,Danilo Astori. Ese diputado, que había participado en varias negociaciones, tampoco entendía la gravedad fiscal que preocupaba al Ministerio de Economía.

El flujo de fondos para 2018, muestra que habrá que pagar unos USD 1.672 millones de intereses y amortizaciones de deuda por USD 1.523 millones. Como el resultado primario del gobierno puede dar positivo debido a transferencia de aportes del fondo de estabilización energética), el total de financiamiento que se precisa obtener es de USD 3.055 millones.

Eso es mucho, muchísimo dinero, que como no se fabrica ni se inventa, hay que ir a buscarlo a los mercados. Los que ironizan sobre Astori y sus muchachos (en referencia al equipo económico) con lo que ven como preocupación exagerada por "las calificadoras" y "los fondos", es porque nunca tuvieron que transpirar para conseguir un financiamiento de esa naturaleza.

Los que prestan lo hacen como negocio, para obtener una renta, la que depende de la voluntad y capacidad de pago del gobierno al que le han prestado, y eso no es para el día de mañana o para el año próximo, sino a largo plazo. Por lo que si compromete alta deuda hacia adelante, es claro que complica sus proyecciones, y que demuestra que está de mano larga para aumentar gasto y deuda.

El caso tiene consecuencias económicas y políticas. El Frente Amplio ha logrado convertirse en el principal partido del país y en gobierno de tres períodos seguidos, no por ser una "coalición de izquierda", sino "de centro izquierda". La conquista de electorado, el crecimiento y la consolidación, ha sido posibles por la habilidad de contar con contra-pesos que dieran garantías a ciudadanos del centro del espectro ideológico.

La mayoría del Frente tiene una definición socialista, pero el Frente como tal nunca la imprimió. ¿Por qué? Porque desde su creación en 1971, a diferencia de frentes populares de otros países, el de Uruguay se llamó "Amplio" porque abarcaba desde el comunismo hasta la democracia cristiana y todos sus matices entre los extremos.

En 1971, el "ancla" para no correrse a la izquierda era el PDC con Juan Pablo Terra y otros.

De 1982 a 1989, ese rol fue para el movimiento o partido Por el Gobierno del Pueblo (PGP-99) de Hugo Batalla, junto al PDC-808.

A partir de la ruptura del '89, el "ancla" fue Seregni, que impulsó la creación de corrientes moderadas y que él mismo dejó de hacer equilibrio entre todos los grupos, para ubicarse en la contención del centro.

A partir de 1994, ese rol fue para Astori y su "Asamblea Uruguay" y desde el invierno de 2004, el contrapeso a lo "más de izquierda" fue de una dupla fuerte: Tabaré Vázquez-Danilo Astori.

Los frentistas que se disgustaban con propuestas de comunistas, tupamaros (MPP) o de otros grupos de izquierda dura (PVP, PST, socialistas ortodoxos, entre otros), encontraban un dique de contención en Vázquez-Astori, que daban garantías de una izquierda moderada, y que no rechazaba ni el capitalismo ni la democracia liberal.

Estas dos semanas marcaron una separación entre ambos líderes lo que golpeó fuerte en la imagen del gobierno. El semanario "Brecha" ironizó en su tapa con el titular "En trámite de divorcio", con la foto de ambos. Si no hay acuerdo y Astori deja el Ministerio, el ancla de la centro izquierda habrá desaparecido (al menos hasta que otro ocupe ese lugar, lo que no es fácil tan pronto).

Si la bancada logra acuerdo, esta crisis se habrá superado, pero las heridas quedaran expuestas y marcarán el futuro. Y la confianza perdida determina una nueva relación, distinta a la que se dio entre 2004 y hoy. Todo eso hace que el Frente Amplio no tenga forma de salir de esta insólita crisis sin daños, y la diferencia estará en la capacidad para minimizarla o amplificarla.