"Bolches y tupas", rivales históricos en la izquierda y socios ocasionales que vuelven a competir en las internas de 2024

El MPP, los "tupas", terminaron de blindar en marzo la cantada precandidatura de uno de los suyos: el intendente de Canelones, Yamandú Orsi. El Partido Comunista, los "bolches" patearon el tablero el domingo pasado, cuando su Comité Central prestó el respaldo decisivo para que la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, corra con chances serias en las internas frenteamplistas. 

"Como voy a hablar solamente 10 minutos, no me daría el tiempo para hablar de los temas en los que tenemos diferencias. Imagine uno, bolches y tupas...", bromeaba el senador comunista Óscar Andrade al exmandatario José Mujica el día que se despidió de su banca en el Senado, entre elogios varios al líder tupamaro, al que también ha cruzado en el pasado por promover a Luis Almagro e impulsar a Guido Manini Ríos. 

Esa dialéctica, típica de las tensiones ideológicas que administra el Frente Amplio, también ha llevado en los últimos años a que dos contrincantes se junten en la interna en un clamor compartido por "giros a la izquierda" en los gobiernos frentistas liderados por Tabaré Vázquez y la afinidad personal construida por una generación de dirigentes. 

"Cuando yo fui candidato, nos respaldaron y como premio sacaron a la intendenta de Montevideo", recuerda hoy Mujica en diálogo con El Observador.

Aquel acuerdo, fogoneado por el malestar comunista con la conducción económica del astorismo que "en líneas generales" replicaba "las mismas pautas del neoliberalismo", abonó el acercamiento electoral y programático, por más que Marina Arismendi, entonces ministra de Desarrollo Social y fiel a Tabaré Vázquez, se inclinaba por apuntalar a Danilo Astori. El apoyo del Comité Central al "Pepe" se impondría incluso por solo siete votos de diferencia, reconstruyó Ana Olivera para "La política de la fe", de Adolfo Garcé. 

La alianza MPP-Partido Comunista –sellada con unas cervezas compartidas entre Mujica y el comunista Daniel Marsiglia– distaría mucho de hacer que el gobierno fuera todo color de rosas, con choques varios como la anulación de la ley de Caducidad, el encuentro del presidente con disidentes cubanos, la ley de Asociación entre Públicos y Privados y la remoción de Ana Vignoli al frente del Mides. 

"Tupas" y "bolches" volvieron a juntar fuerzas en 2014 dentro del Grupo de los 8 –un acuerdo electoral compartido con la Vertiente Artiguista, la 711 de Raúl Sendic y otros–, que se alinearía tras la candidatura de Lucía Topolansky a la Intendencia de Montevideo (IM), aunque el socialista Daniel Martínez terminó imponiéndose en las urnas. 

En aquella campaña departamental del 2014 pero en Canelones, el entonces intendente Marcos Carámbula –allegado al Partido Comunista pero no orgánico– recorría los actos del Frente agradeciendo al MPP y en especial a Yamandú Orsi, su "mano derecha" desde la secretaría general de la Intendencia. El jerarca del MPP tomaría la posta en 2015 con el respaldo de Carámbula y los comunistas, y de nuevo como candidato único en 2020. 

Las principales fuerzas del Frente se pusieron de acuerdo para asegurar el salto de Fernando Pereira desde la presidencia del PIT-CNT hacia la de la coalición de izquierdas, privilegiando el consenso sobre las elecciones internas competitivas que al final terminaban invistiendo en el cargo a dirigentes con apoyos fragmentados. 

"Yo tengo muy buena relación personal, pero me consta que ha mejorado notoriamente el vínculo entre comunistas y tupamaros, o MPP, en la militancia", dice el secretario general del PCU, Juan Castillo. "Hay un rol destacado de dirigentes de la talla del 'Pepe', Lucía, el 'Pacha' (Sánchez) y Charles (Carrera) más contemporáneos, para que al lado de interlocutores como Óscar Andrade, Ana Olivera, Micaela Melgar, Daniel Marsiglia, y otros camaradas, comulgáramos bastante", resume a El Observador. 

La afinidad entre la cúpula comunista, Carámbula y la chacra de Mujica y Topolansky es tal que durante meses una parte de la dirigencia frentista especuló con un eventual pacto para consolidar a Orsi como candidato único, mientras Cosse no daba luz verde a su postulación. Pero no. 

MPP y PCU, dos polos en la interna

Ahora los caminos se bifurcan. MPP y comunistas encabezarán una interna que dirigentes y analistas no dudan en calificar de "polarizada" entre Cosse y Orsi, con diferencias que ya comenzaron a esbozarse desde la gestión municipal. 

"Nosotros aspirábamos a tener una presencia mayor (en el gabinete de Cosse), porque somos la lista más votada desde hace mucho tiempo (...). No somos la lista más votada por un capricho", propinaba Lucía Topolansky a fines del 2020 en radio Universal a Cosse, quien tan solo un año y medio antes era la candidata de su espacio en las elecciones internas. Luego, la exministra aceptaría el ofrecimiento de la lista 1001 encabezada por Andrade al Senado. 

El MPP tampoco se quedó callado cuando la Intendencia de Montevideo (IM) se hizo cargo de repartir a ollas populares las donaciones que el FA había recolectado en su 50° aniversario. El hecho –que le terminó valiendo a Cosse un llamado a sala– supuso "un error de concepto político", según dijo en febrero del 2021 el senador Alejandro Sánchez a Doble Click, mientras algunos reprochaban puertas adentro por el "fuego amigo". 

Desde Canelones, Orsi acumula el malestar comunista por cómo se manejó hacia afuera el episodio de las deudas de Andrade por su casa en San Luis, al tiempo que los comunistas –cuyo dirigente Marcelo Metediera deberá asumir cuando el emepepista renuncie por la campaña– ha quedado fuera de la "mesa chica" del gobierno canario.

Los comunistas también miran con recelo las contrataciones de Orsi en la intendencia, a tal punto que altos dirigentes de la cúpula del Partido han hablado de "clientelismo político" en reuniones políticas privadas.  

Para Mujica, más que "diferencias de animosidad, hay diferencias de mirar la historia". "El país necesita la colaboración de muchos para saltar a ser un país desarrollado. No lo vamos a hacer solos, necesitamos la colaboración de varias clases sociales", dice para esta nota, y reflexiona que "por tener un mundo más justo resulta que terminamos condenando a la gente al hambre". 

El exguerrillero reconoce no siempre haber pensado así: "Yo sinceramente creía en la teoría de la dictadura del proletariado, pero terminó siendo un mamarracho. Porque a la amargura de la dictadura no era del proletariado, era de una burocracia. (...) Puedo pensar en un mundo mejor pero no puedo decir: 'Esperá 50 años, porque me vas a decir: 'tengo que pagar la luz el mes que viene'".

Castillo plantea por su parte que no niega "concepciones distintas": "Pero aspiramos a lo mismo, a dirigir el gobierno, las bases sociales, y en nuestro punto de vista, tener una mejora sustancial de la distribución de la riqueza". 

"Está claro que nadie juega gratis. Yo quisiera ganar, y estoy colocando una precandidata que creo la mejor apuesta para el gobierno; ellos al suyo. Ahora, ¿Vamos a dirimir esto en una discusión con caras enojadas? ¿O lo construimos con el reconocimiento de que solo es posible el cambio si sumamos para la unidad? Otra forma no hay. Por más que muchos le den vueltas y varios hayan probado alternativas fuera del FA, es muy difícil. La masa electoral y militante es por sobre todas las cosas frenteamplista", asegura el titular del PCU.

"Tupas" y "bolches", viejos protagonistas de la dicotomía entre la "acción directa" tupamara y la cautela al "guerrillerismo" pregonada por Rodney Arismendi, se disputará ahora por dos candidatos y dos maneras de encarar la campaña. Después junio de 2024, como enseña la historia, la izquierda tendrá que cerrar filas.