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Calores de abril

Mientras unos descansan, el mundo camina hacia un destino incierto
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22 de abril de 2019 a las 05:00

Una semana en la que muchos descansan. Esta semana de Pascuas ha sido particularmente tardía, casi nunca sucede en la segunda quincena de abril. Y sin embargo con un calor de verano. Gente que pudo bañarse en las aguas del océano. Mientras ellos descansaban había gente cosechando, el buen resultado de un verano lluvioso. Al mismo tiempo otros se angustiaban: en varios lugares no llueve desde comienzos de marzo y eso ya diezma las siembras tardías de verano. O está el caso de los otros, que sembraron praderas, pero las semillas permanecen inmutables en el suelo, a la espera de que el agua llegue.

Mientras, en el parlamento europeo Greta Thunberg reitera su llamado a que sintamos pánico.

Habló este martes en el Parlamento Europeo, que está en vísperas de elecciones y volvió a reclamar que todos nos alarmemos. A que sintamos que nuestra casa está en llamas. “Los políticos me dicen que nada bueno surge de actuar en estado de pánico y estoy de acuerdo, pero ¿cómo actuar cuando nuestra casa está en llamas?” se pregunta la sueca que está movilizando a cientos de miles en el mundo. Proponía, al día siguiente del incendio de Notre Damme, que actuásemos como si nuestra casa estuviera en llamas, la veloz actuación de los bomberos franceses permitía salvar la estructura de Notre Damme, en llamas. Estamos en la carrera de salvar la estructura de los ecosistemas, actualmente en llamas. “Si Notre Damme se salva es porque sus cimientos son sólidos, temo que los cimientos de nuestra civilización no lo sean”, dijo.

Estamos a once años de disparar una serie de reacciones en cadena irreversibles que terminarán con nuestra civilización tal como la conocemos. La niña alecciona a los políticos europeos sobre las cantidades “astronómicas” de CO2 que hay que sacar de la atmósfera y de los poderosos efectos del metano que sale del permafrost fruto del derretimiento de la superficie de Groenlandia. Les recuerda las advertencias que hizo el año pasado el panel internacional del Cambio Climático, la sexta extinción masiva en curso, la drástica caída de los insectos polinizadores, la acidificación de los océanos y pucherea, casi no contiene el llanto, pero sí lo contiene y logra seguir con su discurso y sigue hablando de “nuestra casa”. Nuestra casa se cae a pedazos y nuestros líderes no están actuando en consecuencia. “Si actuaran como si nuestra casa se estuviera derrumbando no harían tres encuentros para discutir el quiebre que genera el brexit y ni uno solo para discutir el quiebre que la crisis climática está causando”, dice y los parlamentarios europeos irrumpen en aplausos. Si actuaran como si la casa se estuviera cayendo no dedicarían todo el tiempo a hablar de impuestos y brexit y se pondrían a hablar del clima. Si actuaran como si la casa se estuviera cayendo, dejarían de lado sus diferencias y buscarían acuerdos. Y es verdad, nuestra casa se está cayendo a pedazos y básicamente nada está pasando, todo y todos debemos cambiar ya. 

Greta los convoca a unirse detrás de la ciencia y a usar lo mejor de la ciencia en la política. “pueden no escucharme a mi, que soy apenas una niña de 16 años, pero por favor escuchen a los científicos, actúen en consecuencia, no nos fallen en esto”. Greta cierra su discurso, el parlamento europeo aplaude de pie, ella no logra contener las lágrimas, muchos parlamentarios y parlamentarias que peinan canas también pucherean.

Mientras eso sucedía el grupo Extinction Now paralizaba Londres interrumpiendo el tráfico reclamando acciones concretas del gobierno en el mismo sentido. Más movilizaciones vendrán. Más y más. Al menos en los países democráticos donde manifestar es permitido y tolerado.
Más pacíficamente, el mayor divulgador de ciencia de Gran Bretaña, Sir David Attenborough, lanza en la BBC la serie Cambio climático: Los hechos, y advierte que la catástrofe se avecina. “Puede sonar aterrador, pero la evidencia científica es que si no tomamos medidas dramáticas en la próxima década, podríamos enfrentar un daño irreversible al mundo natural y al colapso de nuestras sociedades”.

Mientras las nuevas generaciones ven con pánico la llegada del fatídico 2030 cuando el cambio climático se vuelva tal vez irreversible, las viejas generaciones siguen jugando al ajedrez de la geopolítica. Y Rusia revive las ambiciones que ha mantenido tanto en su etapa zarista como comunista como en su nuevo petro capitalismo: expandirse lo más que pueda. Mueve sus influencias para que un comediante afín a sus intereses gane el ballotage de la próxima semana en Ucrania. Un recurso que al lector le puede parecer conocido: un joven novato en política, buen mozo, gracioso, que no parece saber ni entender nada pero que tiene muchísimo dinero para hacer campaña contra la “vieja política”, sin proponer nada serio pero que a fuerza de dinero ruso avanza en las encuestas. Mientras los rusos ya tienen sus tropas en Venezuela y los que reclamaban respetar la “autordeterminación” y la “no intervención” guardan un estruendoso silencio. ¿Qué era el mecanismo de Montevideo?

Los europeos deben bancar de un lado la presión de Rusia ocupando el este de Ucrania. Por otro lado la presión de Donald Trump buscando renegociar los acuerdos comerciales. Y también aquí el factor clima muestra como algo en la política está cambiando. Mientras la Unión Europea aceptó empezar negociaciones con EEUU Francia se opuso hasta que EEUU no reconozca el cambio climático, mientras que Bélgica se abstuvo. ¿Qué pasará con el Brasil de Bolsonaro tan propenso a talar la Amazonia? ¿Nos quitará la Unión Europea cupos de carne para dárselos a EEUU? Los posicionamientos en torno al cambio climático van a incidir de maneras que hoy tal vez no sospechamos.

El calor de abril nos sigue diciendo que algo está muy mal. Las nuevas generaciones perciben que es el conjunto de la civilización lo que está en juego, reclaman una nueva política que priorice frenar el desastre que entienden se avecina. Mientras, la vieja geopolítica de expandir las zonas de influencia y acaparar poder siguen siendo la regla de juego predominante. El poder del amor que despliega la joven Thumberg y cientos de miles de jóvenes en el mundo de un lado,  el amor al poder que despliegan los servicios secretos herederos de la guerra fría por otro. Difícil ser optimista. El calor de abril, es agradable a la piel del que descansa, preocupante para el que ha sembrado y una señal más del siglo en el que nos toca vivir, donde una política basada en ciencias y que supere la lógica de los enfrentamientos del siglo pasado se hace cada vez más urgente. 

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