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Canciones de verano: la historia detrás de Island in the sun

Los nerds y la playa no se llevan bien. Un mito que Weezer y su compositor, Rivers Cuomo, derribaron de una piña y arrastraron por la arena caliente al ritmo de Island in the Sun. ¿Es una perfecta canción pop? Sí. Y no es causalidad
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29 de diciembre de 2018 a las 05:00

[Por Javier Lyonnet]

Las canciones de verano se pegan a la memoria emotiva. Son alimentadas por la idealización. No son solo esos versos, ese estribillo, sino que configuran la banda de sonido de experiencias intransferibles. Island in the Sun, de Weezer, encaja en esta categoría. La letra es simple y amable. La melodía suena conocida, aun ante la primera escucha. Y el clima que genera es capaz de transportarte a Hawái. En unos pocos versos imagina las vacaciones perfectas. Haciendo nada. Contigo. Sin pensar. Pasando tan bien.

Azul y Verde

Alegres, creativos, simpáticos y desprejuiciados. Con esa imagen llegaron los Weezer a la escena musical en 1994. En The Blue Album (El Álbum Azul), su disco debut, se notaba la habilidad de Rivers Cuomo para componer, que maridaba con la mano experta del ícono new wave Ric Ocasek, exlíder de la banda The Cars, en la producción.

Buddy Holly, la canción que homenajeaba al más nerd de los pioneros del rock and roll, era la puerta de entrada. Fue irresistible, por ejemplo, para un Leo Lagos que a mediados de los noventa estaba muy dedicado a The Supersónicos. “Buddy Holly es uno de mis artistas favoritos de los años cincuenta, y esa canción era muy pop y con mucha guitarra; con ese tema sobre Buddy Holly se promocionaba a Weezer como una banda muy nerd. Y el clip es magistral”, cuenta Lagos a Seisgrados.

El video lo dirigió el realizador que empezaba a estar de moda, un tal Spike Jonze, que pronto se haría famoso. Mostraba a la banda actuando en una típica “fuente de soda” estadounidense que parecía sacada de una viñeta de Archie y en realidad recrea la serie de televisión Días felices. Todo muy vintage. Fue el video del año en los premios MTV. Después de una infinita lista de clips brillantes, Jonze se consolidaría como director y guionista de cine, ganando el Oscar, el Globo de Oro y hasta el corazón de Sofía Coppola.

Lagos se identificó con ese abordaje “nerd, como uno” que el resto de El Álbum Azul confirmaba. Había mucha cosa de su agrado en esa mezcla: algo de la banda Devo, armonías vocales a lo Beach Boys, guitarras enérgicas. Sin embargo, el segundo disco de Weezer, Pinkerton (1996), fue una decepción general, dejando atrás ese sonido fresco y original que habían insinuado como propio.

Para volver a sus raíces, Cuomo estudió obsesivamente. Intentando encontrar la fórmula para la canción perfecta se sumergió en el análisis de la estructura de cientos de canciones pop compuestas por algunos de sus autores contemporáneos favoritos como Kurt Cobain (Nirvana), Noel Gallagher (Oasis) y Billie Joe Armstrong (Green Day).

También estudió filosofía e historia, incluyendo las biografías de grandes estrategas como Julio César y Napoleón. A la hora de entrar a grabar El Álbum Verde (que en realidad se llama Weezer), tenía como 75 canciones y el productor Ric Ocasek —otra vez— colaboró en la selección final de los 10 temas del disco. Entre ellos, Island in the Sun.

De rebote, un hit

“El Álbum Verde lleva más allá lo del disco Azul; no es tan experimental y es muy contundente a nivel de canciones pop, perfectas”, sostiene Lagos sobre una banda a la que describe como “sin solemnidad, celebrando la música y riéndose de sí misma”.

Rivers Cuomo dice que en este período compositivo buscó desprenderse de su yo, de sus experiencias personales, al menos en forma deliberada. Y que no pensaba que Island in the Sun fuera un hit. Los primeros sencillos fueron Hash Pipe y Don’t let go. “Supongo que como el sonido de la guitarra es más limpio, la acerca más a los gustos radiales”, le dijo el frontman de Weezer a la revista Billboard.

Aunque los usos consuetudinarios —diría un abogado— refuerzan que el nerd y la playa no se llevan bien, “uno de los aciertos de Island in the Sun es que proponía el imaginario nerd en ese tono de isla paradisíaca”, dice el guitarrista de The Supersónicos. Pegadiza desde el principio, con un coro inocente, la canción es atmosférica y muy agradable al oído. Es bailable, cantable. Dentro de su sencillez, “tiene grandes arreglos y el cuidado de las voces te lleva a los Beach Boys”, asume Lagos. Y hasta las guitarras distorsionadas suenan “como un Nirvana amable” lo que le da “un empuje extra a una canción muy pop”.

Casualidad o no, en YouTube circula un mashup titulado Smells Like an Island in the Sun, que fusiona a Kurt Cobain cantando Smells Like Teen Spirit sobre la música de Island in the Sun. ¿El resultado? Sorprendente. Lo que pasó con Island in the Sun fue previsible. La unanimidad la convirtió en favorita de la publicidad y los musicalizadores de programas de televisión, desfiles de moda, escenas de películas. Hasta llegó a aparecer en Los Simpson. Saturación. “No es por una cosa elitista, pero el tema empieza a no gustarte tanto cuando lo escuchás demasiado y se asocia a cosas que no están tan buenas”, describe Lagos.

El amor, esa droga

A pesar de su simpleza para describir las sensaciones de unos días imaginados en la playa, en pareja, pensando en nada, las interpretaciones están a la orden del día. En la revista británica especializada en música NME la describen como melancólica y siniestra. Hallan un pacto suicida detrás del verso que dice: Vamos a correr juntos / Pasar tiempo juntos para siempre / Nunca más nos sentiremos mal.

Para otros, eso de que estar al sol en una isla me hace sentir tan bien que no puedo controlar el cerebro o que cuando estás en un mar dorado no necesitás memoria, son puras alusiones a las drogas. Quedémonos con la lectura de Leo Lagos: “Es una canción de amor; estar enamorado o con el corazón roto provoca estados de privación, desorientación y trastornos de la conducta superiores al hecho de consumir una droga”.

Con Ric Ocasek al volante

Al filo de sus 70 años, Ric Ocasek acaba de ingresar en 2018 al Salón de la Fama del Rock and Roll junto con su banda The Cars. La icónica banda new wave dejó un puñado de canciones entretenidas y desprejuiciadas que, aun hoy, siguen sonando actuales. The Cars era una banda simpática, bailable, con toda la onda. Y el cerebro detrás de (casi) todo eso fue Ric Ocasek. No solo compuso y cantó la mayoría de los temas, sino que trabajaba en la producción de sus discos.

Cuando se disuelve el grupo, en 1988, el cantante tenía qué hacer. En 1993 el sello Geffen contrata a Weezer para grabar su primer disco —El Álbum Azul—, pero rechaza la idea de la banda de autoproducirse. Alguien vinculado al sello le hizo llegar un demo al ex Cars. “Lo escuché mientras manejaba y las canciones me parecieron buenísimas, medio metaleras pero con letras demasiado inteligentes. Pensé que eran unos peludos, pero cuando fui al primer ensayo con ellos me encuentro con estos tipos tímidos…”, recuerda Ocasek en Rolling Stone.

Era la primera vez que los Weezer estaban ante “alguien famoso” y admirado. Ocasek compartía con Rivers Cuomo, además, la afición por Buddy Holly. Según el compositor de la banda, el productor obtuvo de ellos su lado más luminoso, sobre todo, en el sonido de las guitarras. Además, los sacó de la comodidad de Los Ángeles para llevarlos a grabar a Nueva York. “Su primer disco tiene que ser toda una experiencia”, los convenció. Así fue.

En Pinkerton, el segundo álbum, no contaron con él. Y para recuperar el yeito, lo trajeron de vuelta para El Álbum Verde, con todo éxito. Los de Weezer son algunos de los mejores —o más conocidos— discos en que Ocasek trabajó como productor, junto a otros de No Doubt, Guided By Voices, Hole y Bad Religion.

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