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Carreño: de andar en aviones privados a arrear ovejas en Illescas y volver a su primer amor

Después de siete años en el mundo árabe, donde se iba a tomar mate en el desierto, el DT decidió que era hora de pegar la vuelta al pago
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24 de octubre de 2020 a las 05:02

Illescas. Su lugar en el mundo. Son las siete de la mañana en medio de la nada. El pasto levanta vapor. El hombre se pone las botas, ensilla el caballo, y sale al descampado. La señal del celular se pierde. Por unas horas se baja del mundo.

Parece mentira, pero hace unos meses atrás este hombre que ahora anda a caballo acompañado por los perros, se codeaba con príncipes y jeques. Se subía a aviones privados que adentro estaban diseñados como una casa. Y trataba con gente con mucho poder.

Sin embargo, por nada del mundo cambia ese instante de placer que le genera andar acarreando ovejas a cielo descubierto en Illescas, en Florida, en el límite con Lavalleja.

Daniel Carreño volvió a su lugar en el mundo. Luego de ser un ciudadano del mundo y trabajar permanecer siete años en actividad en el mundo árabe, volvió a las fuentes. Wanderers, el club de su formación, en el que se transformó en profesional, el que lo vio nacer como entrenador, lo llamó. Y Daniel obedeció al llamado del corazón.

Lo necesitaba. Después de tantos años en Arabia Saudita y Catar, entendió que era hora de pegar la vuelta al pago. Atrás quedaron infinidad de anécdotas y vivencias en un mundo diametralmente opuesto al que encuentra en Illescas.

“Allá es todo a lo grande. Fui un privilegiado de ver todo aquello y tener la oportunidad de dirigir a equipos importantes y a la selección de Catar, que me permitieron ver, no digo que lo máximo, pero si fue un oportunidad de estar con gente muy poderosa a nivel económico”, comenzó diciendo Carreño en la charla con Referí.

Era tal el poder de las personas con las que trataba el entrenador que vivió particularidades que son impensadas en el fútbol uruguayo.

Para el recuerdo quedó una imagen del Mundial de España 1982, cuando un jeque de Kuwait paró un partido de su selección contra Francia por no estar de acuerdo con una decisión del árbitro.

Carreño reveló que vivió experiencias similares. “Los príncipes entraban a la cancha, se te sentaban en el banco de suplentes y hasta los árbitros temían”, explica.

Aviones privados

Y en ese mundo de fantasía, donde no existen la pobreza, lo que más sorprendió a Carreño fueron los aviones privados.

“Los aviones privados se utilizan mucho. Y entrar a un avión privado es como entrar a una casa. Parece una casa. Mucha gente tiene aviones privados, inclusive se alquilan. Es muy común entre ellos”.

El actual entrenador de Wanderers acotó: “Dubái es una ciudad donde se ven muchos lujos. Cualquier árabe tiene todo lo material. A mí, con el paso del tiempo no me llamaba tanto la atención pero en Arabia y en ciudades como Dubái, hay palacios y estadios de fútbol a construir que llaman la atención”.

El poder económico generó contratiempos. Es que, dirigir, y sobre todo motivar, a muchachos que lo tienen todo en la vida no es tarea sencilla.

Tomar mate en el desierto

A pesar de toda es majestuosidad, Carreño extrañaba el campo. El silencio y la tranquilidad que experimenta en cada atardecer. El mate. Un compañero que no lo abandonó.

“Para no extrañar tanto el campo, me iba a tomar mate al desierto. A veces iba solo y en otras oportunidades con uno de mis hijos, cuando me iban a visitar. Es como salir de Montevideo a Tala, en 20 minutos estás afuera de la ciudad y así como acá es todo campo verde, allá son todos médanos”, comenzó diciendo en la charla.

Carreño agregó: “En el desierto hay algunos lugares donde se puede transitar. Para ello tenés que quitarle el aire a las ruedas porque de lo contrario te hundís en la arena y no avanzás. Hay gente que tiene camionetas preparadas, pero podés ir con cualquier auto porque hay lugares en los que se puede entrar. La única obligación es bajarle el aire a la mitad. Y cuando salís del lugar para volver a la ciudad hay unas camionetas con unos tanques que brindan servicio a voluntad para inflarte las gomas nuevamente”, explicó.

Religión y vivir de noche

En los países árabes se convive con un tema al que todos los técnicos deben habituarse: la religión. Son cincos rezos al día.

Carreño reveló que lo primero que se aprende es justamente a entender la religión.

Es que hay que tener especial cuidado con el horario del entrenamiento para que no coincida con el del rezo. Ni hablar previo a un partido. Si se está con toda la adrenalina del juego, la arenga, y todas las cosas a las que apelan los sudamericano, después de rezar disminuye la adrenalina.

A la hora de entrenar buscan los horarios nocturnos. “En realidad, se vive de noche, y cuando te toca el Ramadán ni hablar porque no se pueden alimentar entonces por ahí entrenábamos a las 1 de la mañana y llegaba a casa como a las 3”.

Carreño señaló que debido a la barrera idiomática, no tuvo mucha vida social. "Cuando estoy allá me dedico 100% al fútbol, que es una pasión”.

Volver a las fuentes

Justamente esa pasión a la que Carreño hace referencia es la que determina que deje de lado los lujos para volver a su viejo amor: Wanderers.

“Wanderers me tira por el barrio, por todo lo que ha significado en mi vida. Me dio la posibilidad de iniciarme como jugador, como profesional y ahora como entrenador. Se sumaron otras cosas. El tema de la pandemia al final influyó en las decisiones propias y de mucha gente. Nunca me había pasado estar fuera del país y no poder volver o no poder ver a mi familia, y eso me hizo ver las cosas de otra manera. Me sentí un poco preso de la situación y era momento para pegar la vuelta”, contó a Referí.

Cuando Carreño retornó a Uruguay se encontró con una dificultad: todos los clubes estaban entrenando y el mercado estaba invadido de entrenadores esperando una oportunidad.

Entonces se refugió en el campo, lo que definió como su lugar en el mundo.

“Es un campo familiar, donde nacieron mi padre, mis abuelo, mis tíos, lo considero que es como mi lugar. Allí es el lugar que elegí para vivir. Cuando no estoy en el fútbol y no tengo ningún compromiso es donde vivo”, expresó.

Y agregó: “Un campo históricamente ovejero que de a poco lo fuimos mezclando con el vacuno, criamos Hereford. Y ahora la mitad del campo la estamos plantando con árboles de todo tipo, nogales, robles, frutales, nativos, mucho monte nativo”.

Carreño contó que allí realiza todas las tareas. “Me pongo botas, salgo campo adentro, a cumplir un horario, es como un plan de vida. Me dedico a eso. Me levanto temprano. Mi primera tarea generalmente es organizar, y si hay que salir al campo con el tema del ganado, ensillo el caballo y arranco. Y si arranco para el lado de los árboles, hay que podar o regar”.

Nueve años después

Un mes y medio después de estar en Uruguay, a Carreño le llegó el llamado de Wanderers. Asume que el arreglo se hizo sin mucho protocolo.

“Wandereres me convence con poco", resume. "Y cuando digo poco no lo digo por lo económico sino por los pocos minutos en que nos pusimos de acuerdo. No puse muchas trabas, ni duración de contrato, ni cláusula de salida, ni premio”, reveló el entrenador a Referí.

Cuando se le pregunta si resolvió más con el corazón que con la razón, respondió: “Wanderers me ofreció un contrato muy bueno para el lugar, hizo un gran esfuerzo, y yo sentí la satisfacción de la vibración y creo que para que la emoción dure, para que ese sentimiento dure siempre, hay que dejar las cosas claras y esto del contrato se habla una vez sola en el año. Por eso fue rápido el arreglo”.

Carreño dijo haberse encontrado con un parque Viera renovado, al igual que el Complejo Devoto.

Daniel reconoce que llegó al club en un momento complejo desde el punto de vista deportivo.

“Estamos cosechando pocos puntos de Séptima a Primera. Estamos lejos en las tablas y es una preocupación general. Pero en estos momentos es justamente cuando no hay que perder las otras cosas buenas que logró el club como los valores de las personas, tener un club organizado. Cuando estás creciendo y tenés tantos frentes que en alguno podés fallar, y hay que apuntar a los resultados”, indicó.

Carreño no tienen dudas que Wanderers tiene un estilo propio, “que el hincha y el socio lo valoran”. Y agregó: “De un tiempo a esta parte, acá trabajó mucha gente vinculada al club como Bebe Castelnoble, Chifle Barrio, el Loco Acosta, Alfredo Arias, Cuello. Por eso tenemos estilo propio”.

Y vaya paradoja del destino. Justamente uno de sus excompañeros que terminó recomendando en su momento para la Quinta división, le dejó la vara alta.

“Me acuerdo que el club se había quedado sin entrenador en Quinta división. Yo era el técnico de Primera y hablé con el presidente Guillermo Raggio al que le dije que veía con buenos ojos que viniera Alfredo Arias. Y Alfredo llevó al club a una final del Uruguayo. Dejó la vara alta porque desde hace años se está buscando ganar un torneo. Ahora le veo difícil, pero lo vamos a intentar”.

El manejo con las estrellas
Carreño reveló que a lo largo de los años aprendió a convivir y tratar a los jugadores desnivelantes, esos que tienen estrella propia. En su pasaje por Nacional, el técnico se había topado con un verdadero demonio como Horacio Peralta. El Chino era un desparpajo total. Al grado tal que un día prefirió pagar una multa interna y quedarse durmiendo.
Aquella vez Peralta le dio $ 1.000. Carreño le fue a devolver $ 500 y el delantero lo sorprendió diciéndole: “No, no me des nada, dejalos a cuenta porque voy a volver a llegar tarde”.
Lo cierto es que fue el Peta Ubiña, vieja gloria de Nacional el que le enseñó a Carreño a tratar a las estrellas como lo contó en Derechos Exclusivos de 1050AM.
“El Peta me lo enseñó y me contó que se lo dijo el Pulpa Etchamendy (extécnico). El Peta hablaba poco y un día me llama y me dice: ‘Daniel, podemos conversar un rato’. Sí, claro, le dije. ‘¿Sabe lo que decía el Pulpa de la disciplina? Él entraba a la una de la mañana a la concentración vieja de Los Céspedes y un día encontró a Juan Duarte y Ruben Bareño que eran suplentes en el Nacional del 71 charlando. Y el Pulpa los mandó dormir de inmediato. Y en la otra habitación estaban Cubilla, Manga, el Peta y Mugica jugando al truco. Manga se adelantó y le dijo, ya terminamos. A lo que Etchamendy respondió: “Terminen tranquilos, si hay revancha jueguen y luego se acuestan que mañana tenemos partido importante”. Y ahí vino la enseñanza que me transmitió el Peta: “Hay algunos que hay que dejarlos y otros que hay que exigirles”.

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