Juan José Díaz
El utilero de Rentistas le enseñó a tomar mate a Cabaco<br>
Las cábalas y creencias están a la orden del día en el vestuario de Rentistas<br>
La sala de aparatos del Complejo de los rojos<br>
Cascarudo arreglando el regador de la canchita donde tiene la escuelita de fútbol<br>
El vestuario de los rojos en su complejo Rentistas<br>

Fútbol > UN VIAJE AL CORAZÓN DEL FÚTBOL

Cascarudo, una historia de vida

Juan José Díaz fue criado por sus tíos, que perdieron dos hijos ahogados y se quisieron matar, jugó 15 años al fútbol y cuando volvió de Colombia pidió trabajo en Rentistas y arrancó de utilero, donde lleva nueve años
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16 de octubre de 2017 a las 05:00
"¿Historia de vida? La mía...", dispara Cascarudo, metiendo una pausa y mirando al periodista. Por un instante esa furia que parece transmitir en su mirada se transforma para revelar una historia desgarradora. "A mis padres no los tengo. Mi mamá me iba a dar... Vaya a saber dónde estaría yo ahora...

Mis tíos habían perdido dos hijos de 13 años ahogados. El mismo día. Ahogados en la playa Carrasco. Imaginen lo que es eso. Se les vino el mundo encima. Y ellos se transformaron en mis padres. No les gustaba mucho hablar, eran callados, pero un día mi madre me contó que habían hablado con papá de la idea de matarse. Estuvieron sentados frente a frente, en una mesa, con el revólver en la mano. Se me eriza la piel de contarlo", dice Juan José Díaz, el utilero de Rentistas que en el ambiente es conocido por el sobrenombre de Cascarudo en charla con Referí.

"Ellos me criaron a mí y a tres hermanos más. No conozco otra historia que sea así. Alguien que pierda dos hijos y cría a cuatro más. Habla de una fortaleza increíble. Eran muy queridos en el barrio, en el Bella Italia. ¿Pero saben lo que es bancar eso? Y peleando el peso todos los días porque dejaban de comprarse ropa ellos para darnos todo a nosotros".

Díaz como todo niño jugó al fútbol. Llegó a la escuelita de Defensor Sporting donde tuvo como compañero, entre otros, a Pablo Hernández y el Pelado Fernando Fajardo.
Cascarudo jugó 15 años al fútbol profesional. Dejó con 30 años, cuando volvió de Colombia, donde vivió historias increíbles en el mundo narco. Es que fue a jugar a Envigado, club donde mandaba Gustavo Upegui, uno de los herederos del legado de Pablo Escobar Gaviria. Cómo será la cosa que el hombre lo amenazó y le mandó decir que le quedaban "10 días para salir del país".

Solucionado el problema, Envigado no le renovó el contrato a ninguno de los uruguayos. "Me vine y dije no juego más al fútbol. Me dediqué a laburar. Nunca había tocado una pala en mi vida. Hice de todo, laburé en supermercados de reponedor. Luego trabajé muchos años en la noche de seguridad. Había dejado el fútbol y no quería nada. Un día me llama Nannini, cuando agarró Durazno y me quería llevar de capitán. Y le dije que había dejado. Tenía 7 kilos arriba. Pero insistió y volví. Un día, jugando en Porongos, armé terrible lío, le pegué a dos canarios. Me dieron un año de pena. Y no jugué más".
Al poco tiempo nació mi hijo y fui a hablar con Pablo Hernández para pedirle laburo. '¿Te animás a ser utilero?', me preguntó el Chucky. Como no. Y agarré de utilero. Pero a los seis meses echan a Pablo y le dije, me voy contigo, vos me trajiste. Código, yo soy criado a la antigua. Pero me dijo que yo no era del cuerpo técnico, que yo era empleado. Y me quedé. Ya llevo 9 años acá".

Sacrificio, a puro pulmón

Poca gente sabe los sacrificios que vivió Cascarudo como utilero. Hoy lo ven viviendo en la casa que está en el Complejo y piensan que está cómodo. Sin embargo, Juanjo Díaz reveló a Referí algo que jamás había contado.

"Antes alquilaba. Vivía en 8 de Octubre y Piccioli y me iba todos los días con dos bolsones enormes con toda la ropa. Pasé las de Caín. Imaginen los días de lluvia a este gorila parando el ómnibus ahí, que pasa uno cada muerte de obispo. El 75 viene hasta las manos. No me paraban. Estaba una hora esperando. Hasta que uno paraba, me abría atrás y viajaba apretado. Y los días de lluvia eso pesaba tres veces más. Llevaba a lavar a mi casa con un lavarropas de cinco kilos. Una animalada lo que hacía".

Cascarudo agrega: "Un día acá en el Complejo se me prendió la luz. Estaba esa casa que, hablando mal y pronto, daba asco. Nadie la quería, pero hablando con los dirigentes la pedí. Traje un albañil y yo lo ayudaba. Todo el verano acá haciendo mezcla. Pasé mil cosas ahí, las pasé de verdad. Antes no la quería nadie la casa, ahora me tiran puñaladas pero como son nuevos no saben la verdadera historia. No tienen idea. Eso de que me tomaba dos ómnibus con las bolsas muchos se van a enterar ahora. Nunca lo conté".

El utilero de los rojos no olvida los tiempos de crisis. Cuando no se cobraba. Y dice que jamás tuvo vergüenza en pedir un vale a los dirigentes o 200 pesos a un jugador para comer. "Como siempre les decía, mi familia tiene que comer. Me pasó dos veces de pararme de mano y arriesgar el laburo pero mis principios de vida no los negocio. Pero conmigo Rentistas se ha portado espectacular. Soy agradecido", expresó.

La escuela del Cascarudo

Díaz está terminando el curso de entrenador. Mientras estudia, comparte la tarea de la utilería con la escuelita que abrió en el propio Complejo en una canchita que él mismo acondicionó. La escuela se llama Mundo Fútbol y recibe niños de 4 a 13 años. "Primero le inculcamos los valores y luego darle todo lo que tiene que aprender el niño".

La escuela no es el único lugar donde Díaz deja sus enseñanzas. También trasmite cosas desde la utilería.
"Cuando sube un pibe le hago pagar el derecho de piso. Vení y decime buen día. Yo digo buen día. Cuando vienen les doy el canastito con la ropa y me ha pasado que cuando lo devuelven lo lanzan. Y les digo, la próxima vez que me tires el canasto te cago a trompadas. Dame el canasto en la mano".
Cascarudo contó que algunos reclaman cuando les da medias rotas. Su respuesta: "Bueno, mi amor, las lleva y las arregla. Con todo respeto, estamos en Rentistas no en el Manchester. Yo les marco las reglas y que sepan valorar. Hoy suben y se piensan que son Ronaldinho. No. Estamos en Rentistas acá en el medio del campo, como yo les digo no pasan ni los aviones por acá y vos venís y te pensás que es el Manchester United. Hay que valorar".

Y concluyó diciendo: "La gente no sabe ni valora a un utilero. Cuando yo sea técnico voy a reclamar que a los que hay que tener bien son al canchero y al utilero. A mí me han tomado por ignorante. En el curso de técnico me decían: 'Casca no podés venir con dos hojitas'. ¿Por qué? Vos te escribís todo y te queda. A mí no me queda. Entonces yo en dos hojas voy a marcar lo que me sirve. Yo sé lo que soy yo. No tengo plata pero tengo unos valores envidiables y soy orgulloso de mis valores. Lo inculco en la escuelita y a mi hijo. Pida permiso y diga gracias".

El día que el narco Upegui lo amenazó

"'Dígale a Díaz que acá lo respetamos mucho pero que disfrute los últimos 10 días que le quedan en Colombia", fue el mensaje. Aquella tarde Juan José no pudo dormir. No era para menos. El mensaje era de un capo narco. Corría el año 2005 cuando Juan José Díaz jugaba en Colombia. Fue al Envigado, club que era abastecido por el dinero del Cartel de Medellín.

"Fui al Envigado que era donde mandaba el hombre este, don Gustavo Upegui, que era el mano derecha de Escobar y era el dueño de Envigado (NdeR: Upegui era el jefe de la oficina de Envigado, manejaba el club con el mismo nombre y fue asesinado por sicarios). Viví cosas de películas. Él mandaba todo. Cualquier negocio en Colombia pasaba por sus manos. En Medellín el hombre era un señor. Cuando me vine, a los dos meses lo mataron", comenzó contando el utilero de Rentistas.

Cascarudo da paso a las historias increíbles que vivió: "Me pasó de ir a un boliche con los tipos, andábamos en 4x4. Eran cosas de película, como ir a la finca de Pablo Escobar a 2.000 metros de altura, donde te tenías que anunciar porque te limpiaban. Todos los días íbamos a allá arriba a entrenar. Un día fuimos a un boliche y había una mujer que le gustaba al hombre. Fue el sicario y les dijo a los tipos que estaba con la chica: 'se va con el hombre'. Y chau".

Pero la historia más increíble la vivió cuando le tocó jugar contra el cuadro de Upegui. "Me prestaron a Unión Magdalena y cuando jugamos contra Envigado un 5 reconocido en Colombia me tiró un caño. Yo era de pocas pulgas, le metí un dedo en la garganta, se armó quilombo y lo quería boxear. Lo fui a buscar al vestuario y me paró mi amigo Fabián Morais que jugaba en Envigado: 'pará Juanjo, mirá que acá nos matan", dijo.

"A los pocos minutos patean la puerta del vestuario y cae el hombre (Upegui) con 10 pesados. Un silencio. Estaba con los pelados (jóvenes) con unas metralletas tremendas. Se arrimó y le dijo a Fabián: 'Digale a Díaz que acá lo respetamos mucho pero que disfrute los últimos 10 días que le quedan en Colombia'. Era boleta. Imaginen, el tipo daba vuelta una ciudad. Fabián me avisó: 'Juanjo llámalo que sos boleta".

Cascarudo no durmió. "Yo no le tengo miedo a nada pero estuve tres días llamando al tipo. Estaba cagado. No salía del apartamento porque sabía que me iban a limpiar. Hasta que lo encontré y le pedí disculpas en todos los idiomas. Me iba a matar. 'Usted era boleta. Usted me faltó el respeto', me dijo".

Pegale a Taborda

"Debuta Cabaco. Venía a verlo Coito para la Sub 20. Lo agarro en el vestuario y le digo: '¿Vos querés ir a la selección? En la primer pelota clavalo de cabeza a Taborda y ni lo mires. Te va a decir que te va a buscar al vestuario. Ojo con los codos porque te parte al medio. Cuando lo claves de cabeza todo el mundo te va a mirar. Primer pelota arriba lo clavó de pico. El botija fue a la selección".

Cafú casi se muere

"Cafú dejó enseñanzas acá. No me olvido el día que le dio la hipotermia. Fuimos al Tróccoli y había un temporal tremendo. Un frío infernal. Terminó el primer tiempo y entró a temblar Cafú y todos se asustaron. No sabían qué darle y les digo, vayan a buscar un café. Lo tapamos con camperas. Casi se nos muere, le costó recuperarse".

Le quiso pegar a Karibito Morales

"Lo tuve de ayudante de Balerio y jugamos toda la vida en contra. Una vez me calenté con él y se me saltó la térmica y le quería pelear. Después le pedí disculpas. En una práctica no me acuerdo qué me pidió, a mí se me apagó la luz y lo quería matar".

El mate de Cabaco

"Al Erick lo conozco de chiquito. Le enseñé a tomar mate. No sabía y lo odiaba. Un día le digo, tenés que tomar mate, así que vení temprano. Nene, recién subís a Primera, tenés que llegar temprano a la práctica. Él vive solo con la mamá y yo le decía sabés que lindo es sentarte a tomar mate con tú vieja, no te vas a olvidar nunca más en la vida. Y empezó un día y no quería nada: 'pah que asco decía cuando tomaba los primeros mates'. Hasta que compró un matecito. Un día me contó que estaba en la casa tomando mate, llegó la madre, lo miró y se sorprendió. Y Erick le dijo: 'vamos a tomar un mate vieja'. Dice que a la madre se le caían las lágrimas y después me vino a agradecer la señora", contó el utilero de los rojos.




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