Opinión > ANÁLISIS

Cerdos, caballos, vacunos y ovejas

En cuanto al maltrato animal, hay prioridades que atender
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27 de abril de 2019 a las 05:03

Gracias a los cerdos hemos aprendido en esta semana que la muerte no es tan irreversible como se creía. Hasta hace unos días, la propia definición de la muerte, desde un punto de vista médico, era la muerte cerebral. El electro encefalograma fatídico con su línea horizontal sin las oscilaciones propias de la vida. Pero los cerdos nos han enseñado que no es tan así, que la vida puede tener revanchas que hasta ahora nos parecían impensadas.

Los cerebros, luego de cuatro horas de faenados recuperaron la actividad neuronal en varias áreas, aunque las cabezas de los cerdos no recuperaron la consciencia. La investigación de la Universidad de Yale, publicada en la revista Nature, abre nuevas posibilidades para intentar salvar a gente que tiene accidentes o infartos, y se logró con un fluído que simula la sangre y que tenía una alta concentración de oxígeno.

No es la única manera en que los cerdos ayudan a la salud humana. Son empleados para estudios vinculados a la en neonatología y pediatría, dada la similitud de peso con un niño pequeño.  

Por otra parte sus facultades cognitivas, su sensibilidad y sofisticación psicológica es mucho mayor que la de vacunos y ovinos –siendo que la de éstos es más importante de lo que se cree–. Básicamente un cerdo tiene la alta sensibilidad que tiene un perro, capaz de sentir alegría, tristeza, celos.

Cuando se cría un cerdo entre perros, su comportamiento y afabilidad es similar a la de los canes. Fue el caso de la cerda que hizo tapa en el disco de La Vela Puerca, de Bichos y Flores, un ser juguetón amante de darse baños de playa.

Mientras en Yale la ciencia rompía un paradigma en torno a la vida y la muerte y abría un puerta de esperanza para salvar vidas humanas, en China transcurría y transcurre la mayor masacre que se haya cometido en la historia contra cerdos inocentes. La llegada de una enfermedad viral, la Fiebre Africana, letal para los suinos, inocua para el hombre, llevó a que China tomara la drástica decisión de matar, según el banco holandés Rabobank, entre 120 millones y 200 millones de cerdos. Una matanza que no tiene precedentes y que se expresa en los mercados con una mayor demanda por carne vacuna y una caída fuerte de los precios de la soja. Pero parece obsceno hablar del impacto económico ante una matanza de tales dimensiones.

Las imágenes han circulado en las redes y son muy difíciles de mirar. Cualquiera que haya visto o escuchado la previa de la faena de un cerdo, sabe que esos gritos son difíciles de soportar. Pero los lamentos de decenas de miles que son arrojados a fosas comunes causan una inevitable y visceral repugnancia. 

Internet vuelve a todo visible, y este siglo es uno en el que las clases medias del mundo no están dispuestas a tolerar el sufrimiento no solo humano, tampoco animal. 

Es bueno que se discuta sobre el sufrimiento animal, porque desde un punto de vista ético todo sufrimiento es reprobable. Eso ya lo sabemos desde los tiempos de Epicuro. 

Pero también sabemos que en la vida no todo puede ser hedonismo y hay que trabajar para ganarse algunas comodidades.

La vida de un caballo en Uruguay, si le toca pastar en un campo natural y hacer tareas de campo, no está nada mal. Algunos, los que aceptan ser domados, salen de recorridas y ayudan a mover a vacunos  y ovinos. Que a su vez llevan una vida más que aceptable. Y hay otros que no aceptan ser domados. Y pueden tener dos destinos, porque no se pueden multiplicar los animales sin un estabilizador de población en ningún ámbito de la naturaleza. Esos pueden ganarse la vida siendo rebeldes a cambio de disputar una pulseada cada tanto. Y ocasionalmente suceden accidentes donde puede morir el caballo o el jinete.

Es seguro que en adelante serán reclamados más esfuerzos por evitar muertes y tal vez suprimir los aspectos. Pero en términos de maltrato animal hay mil prioridades antes. El abgieato es infinitamente más cruel, las ovejas matadas por jaurías, los animales apiñados en jaulas de la feria Tristán Narvaja que una valiente joven uruguaya se empeña en liberar. Y los caballos que un día sí y otro también se arrastran con sus huesos tirando de los carros.

Toda crueldad causará cada vez más repugnancia, pero una cosa es una pulseada que no demora un minuto y otra cosa los episodios realmente graves. Por otra parte, también es interesante percibir cómo está cambiando en Uruguay la lógica del manejo del ganado donde el golpe es cada vez más raro y la bandera cada vez más frecuente. El mundo asistirá con horror al cerdicidio de China y la carne será cada vez más cuestionada. En el Uruguay de los pastizales naturales y las praderas sembradas, es fundamental focalizarse en el posicionamiento del país como el lugar que si vacas, ovejas, caballos y cerdos pudiesen elegir, lo adoptarían como el mejor lugar del mundo para vivir. 
Los herbívoros han sido el alimento de los carnívoros desde hace millones de años, y son necesarios para nuestro desarrollo. Eso es innegociable. Como debe ser innegociable el respeto a cada uno de esos animales desde que nacen hasta que mueren. 

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