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Cinco clanes familiares que se disputan las bocas y los consumidores: así es la guerra narco en Peñarol

La semana pasada fue detenido Mauro Segales, el cabecilla de Los Segales y la Policía afirma que desarticuló esa banda
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02 de noviembre de 2022 a las 05:04

Este 2022 se registraron 17 homicidios en el barrio Peñarol que, además, dejaron en los cuerpos de las víctimas algunas pistas sobre los motivos que generaron esos asesinatos. Hubo una ejecución múltiple, incinerados y desmembramientos. La guerra narco se libra entre clanes familiares que se disputan el territorio y, en algunos casos, se aniquilan los unos a los otros. 

El clan más violento era el de los Segales, que, al entender de la Policía quedó neutralizado tras la detención y formalización de Mauro Segales el viernes pasado. Su hermano y padre fueron asesinados en otros enfrentamientos. Entre los Segales y los Delfino fue el enfrentamiento que se dio a finales de mayo y que dejó siete muertos en el barrio. En esa instancia, entiende la Policía, quedó extinta la banda de los Delfino (por los miembros fallecidos y otros que fueron encarcelados). 

Además, la fiscal Alana Eccher nombró en audiencia otras tres bandas: la de los Montenegro, los Vallejo y los de la Turca. Esta última es una mujer de unos 65 años, que maneja una de las bocas que hay sobre Camino Edison. También existió otra llamada la Caldera. 

Las disputas surgían por dos motivos diferentes. El primero, refería a que se robaban las bocas donde venden las drogas. Pero el segundo surgía cuando se robaban los clientes. De hecho, algunos de los homicidios consumados no eran entre bandas, si no que tenían como víctimas a consumidores que elegían otra boca para comprar. 

"Los Segales y La Turca se pasan tiroteando porque están en guerra por la venta de drogas", declaró en fiscalía un testigo de identidad reservada al que Eccher citó frente al juez Matías Porciúncula.

La Policía presume que eran consumidores las tres personas ejecutadas en un pastizal en Peñarol (sitio utilizado para cometer varios crímenes) en agosto de este año. En ese crimen, al que la Policía también vincula a Mauro Segales, murió el tío de Facundo Castro (18 años), asesinado el 26 de octubre presuntamente por Segales. 

Ese último homicidio derivó en su detención y fue puesto a disposición de la Justicia. La Policía entiende que el objetivo no era Castro y que lo mataron por error. 

El cuerpo desmembrado de una mujer que apareció en una boca de tormenta el sábado sumó un insumo a la Justicia, que ya tenía capturado desde el viernes a Mauro Segales. Según supo El Observador, torturaron y ultimaron a la mujer y le encargaron a otras dos mujeres que se deshicieran del cuerpo. Una de ellas fue imputada este martes.

Si bien la principal hipótesis de la policía es que la mataron por haber alertado sobre la triple ejecución, no hay detenidos por ese caso. Sí investigan por la presunta autoría a miembros de los Segales.

La mayoría de las víctimas en Peñarol fueron personas que vivían en la calle. La falta de cámaras de seguridad y el miedo de los eventuales testigos hacen prácticamente imposible que avancen las investigaciones. La captura de Segales partió de una falla en la logística. Cometió el homicidio de Castro con un auto que robó pero que no sabía que era alquilado, por lo que tenía GPS. Así dieron con el vehículo y posteriormente con él. Hay una orden de detención librada en contra de uno de sus socios, apodado "Keto". 

El basural de los cadáveres en Peñarol

El terreno lindero a una edificación de UPM por la calle camino Edison, que ocupa varias cuadras, tiene un pastizal al fondo por el que se puede salir a la calle Máximo Santos. Lo que durante el día parece ser un lugar tranquilo, de noche se vuelve un punto de encuentro de consumidores y terreno de batalla. Al otro día, solo quedan rastros: ropa sucia tirada y pedazos de alguna botella.

La geografía favorece la comisión de delitos. Cuando las personas se meten entre los pastizales es imposible para cualquier otro discernir lo que pasa allí dentro. En la mayoría de los casos, la policía estima que se trata de deudas de consumo o traiciones vinculadas al negocio narco.

Los otros dos casos –además de la triple ejecución de agosto– ocurridos en ese leugar este año fueron el 10 de mayo, cuando los cuerpos de dos hombres aparecieron calcinados y con heridos de arma de fuego. La investigación está a cargo de la fiscalía de Carlos Negro, que trabaja en el caso, pero aún no han podido dar con los responsables. Presumen que también eran consumidores de drogas y vivían en el predio.

En noviembre y diciembre del año pasado, Bomberos había hallado otros dos cuerpos tras haber recibido dos denuncias de incendio, informó Telemundo días atrás.

Pese a que el pastizal presenta una oportunidad para que los narcos ajusticien a sus deudores sin ser vistos, la zona de por sí es compleja. El 10 de mayo, cruzando la calle, ultimaron a un hombre de 56 años de un tiro en el cuello. El 28 de ese mes, a media cuadra –en Camino Edison y Lammartine– asesinaron a disparos a otro hombre.

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