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Con el pedido de “un baño de humildad” para sus futuros socios, la fórmula blanca cerró la campaña
Después de casi media hora de fotos, anécdotas de militantes y de que un viejo votante le regalara un prendedor de Luis Alberto de Herrera, el candidato blanco Luis Lacalle Pou tomó un remedio casero para la garganta y subió al escenario donde estaba por dar su último discurso antes de este domingo. Como hizo en 2014 y repitió en las internas de este año, el cierre de campaña hacia las elecciones nacionales fue en Las Piedras, a pocas cuadras de donde 21 años atrás se bautizó como político ante “una multitud de 14 personas”.
Su discurso y el de su compañera de fórmula, Beatriz Argimón, empezaron con agradecimientos y tuvieron dos denominadores comunes. Por un lado, transmitir la idea de que se necesita un “liderazgo moderno”. Por el otro, insistieron en su bandera de campaña: la aspiración a que haya un gobierno “multicolor” integrado por muchos partidos y liderados por el Partido Nacional.
A pesar de que el discurso de Lacalle Pou siguió la línea que marcó el 10 de agosto en la Convención del Partido Nacional, esta vez pasó un mensaje más claro a sus eventuales socios. “Los uruguayos no nos van a perdonar si no nos ponemos de acuerdo. Es demasiado importante como para andar con egos y personalismos”, afirmó y pidió “un baño de humildad” para quienes quieran “encabezar el proyecto”.
“Quiso la vida y las circunstancias que yo hoy pueda decir tranquilamente que con los otros cuatro candidatos tengo una muy buena relación política y sobre todo personal”, aseguró en referencia a Ernesto Talvi (Partido Colorado), Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto), Pablo Mieres (Partido Independiente) y Edgardo Novick (Partido de la Gente).
“De este lado estamos los que creemos que cuanta más diversidad, cuantas más verdades pueda convocar, cuanto más plural pueda ser un gobierno, más vamos a representar a la población”, agregó.
Detrás de él estaban todos sus referentes técnicos y los cabeza de listas. De la misma forma se habían sentado el 30 de marzo en el lanzamiento de campaña y el 26 de junio, cuando cerró la campaña hacia la interna del 30.
Esta vez, mencionó a su equipo político y técnico vinculándolos con “sueños”. “Este grupo de hombres y mujeres tiene mucho tiempo soñando lo que podemos hacer y valorando si podemos ser optimistas”, dijo señalándolos y recalcó: “Realmente si no pensara que el futuro próximo puede ser mejor no estaría parado acá”.
En ese sentido, minutos antes, Argimón cerró su discurso con el foco en Lacalle Pou y el liderazgo que entiende que tiene. “Yo fui testigo privilegiado de cómo Luis supo generar equipos. Conformó los equipo y fue a la búsqueda de los mejores. Ejerció una planificación de lo que significa llevar adelante una campaña”, dijo.
Desde agosto, la fórmula blanca recorrió más de 35 mil kilómetros, dio más de 200 discursos, visitó dos veces las capitales de todos los departamentos y unas 70 localidades. Como cierre a las tres giras que hicieron pensando en el próximo domingo, Argimón agradeció especialmente a los militantes que “han acompañado a lo largo y ancho del país dando cariño y trasladando energía”.
“Nos han acompañado a trasladar este auténtico proyecto esperanzador que mira al futuro, que es lo que nos une, que va a terminar en un gobierno del Partido Nacional”, sostuvo y afirmó que “el nuevo liderazgo habla de un nuevo Uruguay”.
Tanto ella como Lacalle Pou están convencidos de que “hay un aire de alternancia” en el país que, entienden, derivará en la victoria blanca, que se traducirá en un gobierno de coalición.
“Tenemos que entender el mensaje de esta etapa que se abre. No la empezamos los políticos. Lo empieza el pueblo. No somos tan importantes como para hacer cambiar la voluntad popular”, dijo Lacalle Pou más sobre el final de su discurso.
La mente en la transición
Aunque le faltan todavía mojones vitales, el de este domingo y el del 24 de noviembre si llega al balotaje, Lacalle Pou tiene su mente puesta en el día después de la segunda vuelta. Su convencimiento de que “Uruguay está en un punto de inflexión” y en una “cruz de caminos” lo llevó a hacer un remate de discurso con miras al futuro.
El candidato blanco se enfocó en los últimos minutos en decir qué es lo primero que quiere hacer el 25 de noviembre si gana. “Vamos a dejar al equipo que descanses un poquito y a las tres de la tarde vamos a entrar a la torre de gobierno a empezar la transición”, dijo entre explosiones de fuegos artificiales y las voces de militantes que gritaban “Vamos Luis” sin respiro.
Lacalle relató que si todo se da como planea, él y su equipo serán recibidos por el presidente de la República, Tabaré Vázquez. Al nombrarlo, varios militantes abuchearon. “Nos guste o no es nuestro presidente y hay que respetarlo”, interrumpió el candidato. El presidenciable planea hacer auditorías antes del 1 de marzo porque cree que el primer día del próximo gobierno “no hay tiempo para mirar hacia atrás o al costado”. “(Las auditorías) son para decirle a nuestros patrones -a ustedes- qué hicieron sus empleados en 15 años y de dónde arranca la nueva administración”, sostuvo y agregó: “El 1° de marzo realmente empezamos a cumplir el sueño por el cual hemos trabajado todos estos años”.
En ese sentido dijo que con un gobierno nacionalista “se va a gestar tierra fértil para revertir la crisis más grande que tiene el país, la de esperanza”. “Somos optimistas porque allí una vez más vamos a hacer todo el esfuerzo que esté a nuestro alcance”, dijo.
Para cerrar su último acto de campaña antes del discurso que dará el 27 de octubre con los resultados a la vista, Lacalle Pou se adelantó bastante más. Tanto como al 1° de marzo de 2025: “Esta parte del libreto es la del 1° de marzo de 2025. El día que vamos a entregar el gobierno y vamos a estar más viejos y más cansados. Pero es el día que voy a volver a Las Piedras como hace 21 años. Quédense tranquilos que quien habla y su equipo van a hacer lo imposible para volver desde el llano y poder vamos mirarlos a los ojos y poder decirles que supimos cumplir”.
